martes, 30 de agosto de 2016

El perro en Mesoamérica


Las últimas investigaciones sobre el ADN canino han descubierto que los primeros perros incursionaron en el Nuevo Mundo hace aproximadamente 15.000 años y lo hicieron acompañando a los grupos de cazadores-recolectores provenientes de Asia. El poblamiento del continente americano por los perros se llevó a cabo a través de varias migraciones y no en único viaje. Con base en los estudios de ADN es posible agrupar las diferentes razas caninas en cuatro grupos genéticos (Fig.1).



Figura 1. Árbol genealógico del perro, según los datos obtenidos a través del ADN. El perro común o itzcuintli, el perro maya y el tlalchichi (A) pertenecen al Grupo I. El xoloitzcuintle es la única raza que pertenece al Grupo IV. (Figura tomada de Valadez y Mestre, 2009).

A través de los estudios de los restos arqueofaunísticos, las fuentes literarias de época colonial y las representaciones iconográficas se han identificado cuatro razas de perros en Mesoamérica. 1) El itzcuintle fue la especie más abundante en Mesoamérica, tenía un tamaño medio y era muy parecido en aspecto a los perros “sin raza” que se encuentran hoy en día por todo México (Fig. 2). 2) El perro maya fue muy similar al perro común mesoamericano, pero con el rostro y cuerpo más corto y esbelto (Fig. 2). 3) El tlalchichi un perro de igual apariencia a su ancestro, pero con las patas tan cortas que apenas lograba despegar el vientre del suelo (Fig. 2). 4) Por último, el xoloitzcuintle es una raza endémica de Mesoamérica y se caracteriza por la ausencia de pelo y la carencia de algunos elementos dentales, como los premolares (Fig.3). Esta última especie es la más estudiada por la comunidad académica, principalmente porque su morfología ósea particular permite una mayor identificación. Cabe mencionar que las tres primeras razas mencionadas han evolucionado de un ancestro común (Fig. 1), mientras que el xoloitzcuintle es la única especie que creó a partir de un ancestro diferente a las anteriores, pero que en alguna posición genética comparten un ancestro.


Figura 2. Reconstrucción de las razas del Grupo I. El perro común o itzcuintle (A), el perro maya (B) y el tlalchichi (C). Reconstrucción de Valadez 1995 (Imagen tomada de Ramos 2009).




En Mesoamérica, los perros (Canis lupus familiaris) y los pavos (Meleagris gallopavo) fueron las únicas especies faunísticas domesticadas, aunque existió la práctica de mantener en cautiverio animales como venados (Odocoileus virginianus) y puercos de monte (Pecari tajacu). Los perros fueron animales de carácter polivalente y sumamente apreciados en las comunidades. Por ejemplo, razas como el Xoloitzcuintle necesitó de cuidados especiales, tal y como describe Sahagún en su obra: “Otros perrillos criaban que llamaba xoloitzcuintli, que penitus ningún pelo tenían, y de noche abrigánbalos con mantas para dormir [...].[1]”

Los perros fueron utilizados tanto para labores domésticas y económicas como en actividades religiosas. Por ejemplo, en las actividades seculares los perros se encargaron de cuidar la casa y a sus dueños [2], participaron en la cacería “[…] los perros, los cuales no saben ladrar ni hacer mal a los hombres y a la caza sí, que encaraman las codornices y otras aves y siguen mucho (a) los venados y algunos son grandes rastreando res […]” [3], fueron fuente de alimentos y regalos preciados “[…] crían en sus casas perros naturales de la tierra, que no muerden ni ladran, y los comen los indios y los tienen por mucho regalo […].[4]” Y finalmente los perros, en ocasiones, fueron criados y engordados para su venta y consumo.[5]

A menudo suele pensarse que los perros fueron parte de la dieta cotidiana de los pobladores mesoamericano. Sin embargo, la evidencia arqueofaunística y las fuentes etnohistóricas señalan que estos animales no fueron consumidos como un alimento común, sino como parte de una comida ritual (similar a los pavos), por lo tanto, éstos animales fueron sacralizados para personificar a una deidad y posteriormente ser sacrificados e ingeridos en un acto de comunión con el dios. Los resultados de los análisis de isotopos estables, en los restos óseos de perros  recuperados en el sitio de Colha y asociados a contextos rituales, sugieren que los perros destinados a ser sacrificados tuvieron una dieta basada en maíz, mientras que los materiales arqueofaunísticos recuperados en contextos seculares no hay evidencia de que el maíz hubiese sido parte de su alimentación. Principalmente se solía sacrificar y enterrar a los perros durante las ceremonias funerarias con el objetivo de que este animal ayudase a los difuntos (probablemente sus dueños) a cruzar el rio del inframundo, éste fue considerado el medio por el cual se establecía comunicación entre la vida mundana  y el inframundo. En ocasiones, los perros fueron depositados completos, o bien, algunas partes del cuerpo. Los restos arqueofaunísticos de perros a menudo están asociados a entierros de guerreros en el centro de México. Aunque para el área maya también se han identificado restos óseos de perros en entierros, por ejemplo, los contextos funerarios de la estructura Fn-183 (presuntamente de guerreros) del sitio arqueológico Xuenkal.
En resumen, el perro estuvo estrechamente relacionado a la vida cotidiana y religiosa en las sociedades mesoamericanas. Estos animales fueron compañeros de caza, guardianes, proveedores de materias primas, alimento, símbolo religioso y jerárquico, ofrenda de sacrificios, personajes de mitos, compañero de los dioses o representación en vida los mismos.


Notas:

[1] Sahagún, B. Historia General de las cosas de la Nueva España. Barcelona: linkgua, 2009.

[2] Ramos, C.  El papel del perro (Canis lupus familiaris) en la sociedad maya prehispánica de las tierras bajas del norte. Tesis para optar al grado de arqueólogo. México: Universidad Autónoma de Yucatán, 2009.

[3] Landa, D. Relación de las cosas de Yucatán. Mexico: INAH, 2010.

[4] Giral, N. “Las representaciones iconográficas de cánidos prehispánicos en el acervo de la Fundación Cultural Armella Spitalier.” Anales del museo de América 18 (2010): 77-98.

Bibliografía

Blanco, A, Bernardo Rodríguez y Valadez, R. “Colección arqueozoológica de perros del sitio Chac-Mool, Punta Pájaros, Quintana Roo.” Arqueología 22 (2009): 89-106

De la Garza, M. “Relación de la ciudad de Mérida.” En Relaciones histórico-geográficas de la gobernación de Yucatán, coordinado por Mercedes de la Garza, 65-84, México: UNAM, 1983.

De la Garza, M. “El perro como símbolo religioso entre los mayas y los nahuas.” Estudios de cultura Náhatl 27 (1997): 111-133.

Díaz, D. “Visual. El perro mesoamericano”. Arqueología Mexicana 125 (2014): 64-69.

Emery, K. “Animals from he maya underworld: reconstructing elite maya ritual at the Cueva de los Quetzales, Guatemala.” En Behaviour Behind Bones. The zooarcheology of ritual, religion, status and identity. Editado por S. Jones, W. Van Neet y a. Ervynck, 101-113. Oxford: Oxbow Books, 2004.
Giral, N. “Las representaciones iconográficas de cánidos prehispánicos en el acervo de la Fundación Cultural Armella Spitalier.” Anales del museo de América 18 (2010): 77-98.

Landa, D. Relación de las cosas de Yucatán. Mexico: INAH, 2010.

Masson, M. “Animal resource manipulation in ritual and domestic contexts at Posclassic Maya communities.” World Archaeology 31 (2009): 93-120.

Ramos, C.  El papel del perro (Canis lupus familiaris) en la sociedad maya prehispánica de las tierras bajas del norte. Tesis para optar al grado de arqueólogo. México: Universidad Autónoma de Yucatán, 2009.

Rivas, J. Los recursos faunísticos como un demarcador social en el sitio de Xuenkal, Yucatán. Tesis para optar al grado de arqueólogo. México: Universidad Autónoma de Yucatán, 2009.

Sahagún, B. Historia General de las cosas de la Nueva España. Barcelona: linkgua, 2009.

Seler, R. Las imágenes de animales en los manuscritos mexicanos y mayas. México: Editorial Juan Pablo, 2004.

Valadez, R. “El origen del perro americano y su dispersión.” Arqueología mexicana 125 (2014): 30-37

Valadez, R. y Mestre, G. “Nuestro conocimiento sobre el xoloitzuintle: un balance entre ciencia y tradición.” AMMVEPE 20 (2009): 64-72.

Valadez, R., Alicia Blanco y Christopher Götz. “Perros pelones del México prehispánico. Arqueobios 3 (20109): 5-19.

White, C., Mary Pohl, Henry Schwarcz, y Fred Longstaffe. “Isotopic evidence for Maya patterns of deer and dog use at Preclassic Colha”. Journal of Archaeological Science 28 (2001):89–107.


Sobre el autor:

Javier Adrián Rivas Romero

Estudió Arqueología enfocada en el área maya por la Universidad Autónoma de Yucatán. Actualmente estudia el Master en Religiones y Sociedades por la Universidad Pablo de Olavide. Está interesado en la arqueozoología y en los estudios sobre religión. 





martes, 23 de agosto de 2016

Introducción a una antropología de las sociedades vikingas

Las sociedades vikingas y su modo de vida están de moda. No hace falta escribir todo un artículo para justificar esta afirmación: series de televisión y películas, vestimentas con trazados étnicos normandos, actual atractivo de cortes de pelo y barbas muy similares a las que constan en los grabados históricos sobre los nórdicos, etc. La explicación de este fenómeno quizás escapa al trazado que pueda realizarse en un artículo de estas características, requeriría de investigaciones psicosociales de muy diverso tipo. Sin embargo, lo que justifica este artículo no es la actualidad de su tema, sino una pregunta más delicada, que en multitud de ocasiones puede herir nuestra sensibilizada dignidad: ¿cuánto de lo que conoce sobre los vikingos es cierto? Esta pregunta a su vez implica una anterior, más molesta si cabe: ¿ha contrastado alguna vez la información que los medios venden sobre los vikingos?


Tres protagonistas de la serie televisiva Vikings


La etnohistoria es la disciplina que busca profundizar a través de la cultura material y las técnicas historiográficas y arqueológicas en una cultura, a fin de poder realizar una antropología de esa sociedad o de alguna parte de ella. El interés que esto pudiera tener para nuestro tiempo le compete defenderlo a la autora o autor de la investigación misma, pues no todas las etnohistorias son interesantes y/o pertinentes. En el caso de los vikingos, quizás pueda no interesar a muchos de los apasionados recreadores y consumidores de los diversos productos vinculados con estas sociedades, pero sí es estrictamente pertinente. En primer lugar, porque nos permite diferenciar con exactitud ficción y realidad, sirviéndonos a su vez para cuestionar las lecciones confusas de historia que transmiten algunos charlatanes y medios. Por otro lado, tiende un puente entre el consumidor aficionado a la historia y su objeto de interés. Por último, cumple una función pedagógica de reconocimiento de nuestra propia realidad de forma comparativa. En las próximas líneas intentaré esbozar un recorrido bibliográfico que permita a los interesados investigar los fenómenos culturales y sociales que caracterizaban a estas sociedades con un fin meramente introductorio.

Organización Social. Apenas podemos encontrar referencias rigurosas sobre la estructura social de los vikingos en la cultura pop. Por este tema se pasa de puntillas mencionando, si acaso, datos pertenecientes más bien al anecdotario arqueológico, que a la propia organización social vikinga. Algunas de las características más serias que hemos visto en series de televisión y documentales son: que los nórdicos vivían en comunidades, regentadas por un Bigman [1] o un rey (Jarl); que las mujeres tienen un estatus inferior, aunque a diferencia de otras sociedades de la Alta Edad Media sí podían tener poder y relativa autonomía; o que el matrimonio es una institución formal y la unidad mínima de organización. Para profundizar en este ámbito, y no quedarnos con esa sesgada visión, recomendaría la lectura de dos obras capitales: “La vida cotidiana de los vikingos de Regis Boyer y “El mundo de los vikingos” de Richard Hall. En estas obras podremos encontrar información sobre el hogar típico vikingo, las complejas relaciones de género de estas sociedades o las importantes relaciones socioecológicas entre los nórdicos y su entorno. Así mismo, podremos comprender algunos de fenómenos cotidianos que son imprescindibles para entender por qué la sociedad vikinga se lanzó al mar, convirtiéndose en los más peligrosos enemigos de los cristianos durante gran parte de la Alta Edad Media.


Miniatura del siglo XIV que ilustra y describe la invasión normanda de Inglaterra


Política. Como todo el mundo sabe gracias a la cultura pop, entre los vikingos existía el ostracismo, la esclavitud, el combate singular y el derecho de participación en las incursiones de cualquier hombre libre de la comunidad (el tema de la mujer es más complejo y merecería un tratamiento detallado que evidentemente nunca se le concede). Estos son los pocos ejemplos que normalmente conocemos del derecho nórdico. Sin embargo, a diferencia de lo que han afirmado constantemente los historiadores clásicos, el derecho nórdico era extremadamente rico y complejo. Su estructura social estaba muy jerarquizada; existían multitud de rituales y tradiciones que regulaban las relaciones entre las clases sociales, entre comunidades vecinas, entre reyes e, incluso, entre los invasores y las zonas invadidas. La guerra no era una suerte de frenesí organizado esporádicamente, sino que cada incursión estaba metódicamente estudiada, entre otras razones porque los recursos eran escasos y había que dejar que las zonas atacadas los años anteriores se recuperasen para así obtener jugosos botines. Para profundizar en estos ámbitos es imprescindible la lectura de la obra de Eric Oxenstierna “Los vikingos” y la de Peter Hayes Sawyer “Kings and Vikings: Scandinavia and Europe”.

Economía. La estructura política y social de los vikingos estaba mediada por su economía, ya que eran pueblos con recursos muy escasos que se adaptaron a condiciones de vida extremas, al menos en comparación con el resto de pueblos de Europa. Su economía, como es conocido popularmente, estaba basada en la agricultura/ganadería, la pesca y la piratería, y posteriormente se añadiría el comercio. De esas cuatro, la piratería ha sido la más publicitada desde los primeros contactos con los vikingos y, sin embargo, de facto fue la menos relevante de todas a un nivel estrictamente económico. La piratería era en principio un recurso complementario para su modo de vida, pero cuando creció el comercio y se mejoraron las técnicas de pesca y agricultura, servía más como mecanismo para regular el estatus de los guerreros y la legitimidad de sus líderes que como herramienta económica. Otros historiadores explican la piratería como un recurso para afrontar la densidad demográfica, lo cual también apoya la tesis de que no era una estrategia primara para la estructura económica vikinga, sino secundaria. Por ello, es muy recomendable la lectura del libro “Breve Historia de los Vikingos” de Manuel Velasco, “The Vikings” de Johannes Brøndsted y “The vikings and their origins” de M. David Wilson.


Piedra de Tjängvide

Con estas lecturas, el interesado podrá profundizar con rigor en la fascinante antropología de los vikingos, tan engañosa a primera vista como falseada por los medios y la tradición historiográfica europea-cristiana. Espero que este pequeño trazado introductorio pueda servir para evitar a todos los interesados el descalabro bibliográfico que yo mismo tuve que sufrir cuando comencé a interesarme por estas sociedades. Por supuesto, hay muchas lecturas más especializadas y profundas sobre estas cuestiones y muchas otras que no hemos tratado (religión, arte, sexualidad, simbólica, evolución histórica, etc.), pero he buscado primar aquellas que me resultaron más atractivas y menos pedantes. Ojalá alguno de estos libros pueda llegar a vuestras manos. Estoy seguro que ello provocará la retirada del velo de los prejuicios (a veces muy atractivos) que hemos asumido colectivamente sobre estas complejas sociedades.

Notas:

[1] En Antropología se denomina con este concepto a los líderes carismáticos, que ejercen un poder real pero limitado, apoyado por alguna tradición religiosa, mitológica o algún hecho singular. Estas personas no son una autoridad formal, pero su capacidad de influencia es muy elevada.

Imagenes:

Protagonistas serie televisiva Vikings: http://www.lavozdigital.es/tv/lvdi-ocho-cosas-no-sabias-serie-vikingos-201512290740_noticia.html

Piedra de Tjängvide: https://es.wikipedia.org/wiki/Piedra_de_Tj%C3%A4ngvide

Miniatura del siglo XIV: http://historia-maritima.blogspot.com.es/2012/01/los-vikingos.html



Bibliografía:

BOYER, R. La vida cotidiana de los vikingos (800-1050), Palma de Mallorca: El barquero, 2005.

BRØNDSTED, J. The Vikings, Harmondsworth: Penguin, 1965.

COHAT, Y. Los vikingos, reyes de los mares, Madrid: Aguilar Universal, 1989.

DONALD, L. F. The Vikings in history, Londres: Routedge, 1991.

HALL, R. El mundo de los vikingos, Madrid: Akal, 2008.

OXENSTIERNA, E. G. Los vikingos, Barcelona: Caralt, 1977.

PÖRTNER, R. La saga de los vikingos. Barcelona: Juventud, 1975.

SAWYER, P. H. Kings and Vikings: Scandinavia and Europe, A.D. 700-1100. Estocolmo: Routledge, 1985.

VELASCO, M. (2012). Breve historia de los Vikingos, Madrid: Nowtilus, 2012.


WILSON, M. D. The vikings and their origins, Londres: Tames & Hudson, 2010.


Sobre el autor:

Antón Guzmán Troncoso

Mi nombre es Antonio Jesús, pero desde hace mucho soy conocido como Antón. Soy antropólogo e investigador social. Actualmente, estudio Psicología en la UNED y trabajo como diseñador creativo e investigador social en la empresa CACTUS: Investigación Cualitativa y Comunicación S.L. Mis intereses son de lo más variopintos: la filosofía, la historia antigua, la música jazz, la teoría política, el cine… Pero lo que verdaderamente me apasiona es la literatura fantástica, vicio que me ha llevado por los más apasionantes senderos que he recorrido en mi vida.

martes, 16 de agosto de 2016

El Gobierno de Salvador Allende; el intento de transición al socialismo y el retroceso político-social después del golpe de Estado

Con la subida al poder de Salvador Allende, tras ganar las elecciones de 1970, el clima de la vida pública chilena se transformó. La afiliación a un determinado partido político pasó de ser una preferencia ideológica a una lucha de clases y la violencia política creció en intensidad y frecuencia. En general, se politizaron todos los aspectos de la vida y la política se polarizó. La brutalidad con que el gobierno fue derribado el 11 de septiembre de 1973 es el testimonio más fiel  del nivel al que había llegado la pasión política en  Chile.

El gobierno de la UP (Unidad Popular), prometió nacionalizar la economía, poner en práctica un amplio programa de redistribución de la renta, terminar con la dominación de los latifundios que llevaba casi 400 años instaurado en Chile, transformar el sistema político mediante la creación de una legislatura unicameral, potenciar la participación popular en la dirección de la economía, en la toma de decisiones políticas y en la administración de justicia y seguir una política exterior auténticamente independiente. Además, como consecuencia de la presión de las organizaciones campesinas, Allende, aceleró  el proceso de expropiaciones llegando a expropiar alrededor de 4400 granjas antes del golpe de estado.

A pesar del impulso progresista y de la reactivación de la demanda, a través de una gran redistribución de ingresos, todas estas medidas acabaron provocando un gran desincentivo a la inversión y una importante descapitalización que indució a un descenso de la producción, principalmente en los años  1972 y 1973. A todo esto, hay que sumarle el bloqueo comercial y financiero que sufrió el territorio chileno por parte de los Estados Unidos.

Las cada vez mayores dificultades económicas hicieron resurgir las tensiones sociopolíticas. Los sectores de izquierda organizaron controles populares del comercio para hacer frente al desabastecimiento creciente, además se van a ver multiplicados los conflictos en las fábricas, que acabarán bajo la administración del Estado. Se dará, de esta manera,  un avance no planeado hacia el socialismo, que agravaba aún más la tensión social; se derrumbaba el apoyo de las clases medias a la izquierda y las hostilidades de éstas obligaron a la Democracia Cristiana a abandonar toda reticencia y mesura en su actitud opositora.

La situación no era mejor ni en el campo ni en el transporte, sector que Allende decide nacionalizar, ganándose de esta manera un aumento de la oposición, la cual cada vez era más simpatizante del sector militante.

Como consecuencia de todos estos vaivenes se produjo la crisis de octubre, que consumó la metamorfosis de un conflicto político entre cuyos participantes las transacciones y los acuerdos eran aun posibles en un descarnado conflicto de clases. Mientras la coalición de izquierda por primera vez sumaba a la lealtad de una sólida mayoría de los asalariados la prácticamente unánime de las campesinas y marginales, sus adversarios ganaban la, ahora igualmente unánime y cada vez más militante de las clases intermedias.

Debido a que los partidos que formaban la coalición gobernante no se ponían de acuerdo sobre el rumbo que debía tomar el experimento chileno, no se logró canalizar el punto de partida de las transformaciones, que era la movilización de las masas. Según la extrema izquierda la única solución para salir de esta etapa prerrevolucionaria donde se había introducido Chile, consecuencia de la crisis de octubre de 1972, era la violencia. Allende y el resto de la coalición izquierdista que apoyaba esta postura,  intentaron resolver la crisis a través de la incorporación al gabinete de ministros militares, cuya presencia fortificaría la potestad suprema del estado, y concedía la resolución del conflicto que fraccionaba a la sociedad chilena, que debía decantarse  en las elecciones de renovación parlamentaria de marzo de 1973.

Pero esto no resolvía el conflicto, ya que la agitación opositora creció cada vez más, llegando incluso a tener que renunciar al comando en jefe del ejército y a su puesto en el gabinete el general Prats, en agosto ante la presión de sus pares. Su puesto lo ocuparía el general Augusto Pinochet, el mismo que dos semanas más tarde encabezaría el golpe de estado militar que puso fin no sólo al ensayo socialista, sino también a la continuidad institucional.

El golpe de Estado producido el 11 de Septiembre acabó con la vida de Salvador Allende y dio paso a un sistema de gobierno totalmente represivo; las fábricas, las barriadas marginales, los estadios, transformados en cárceles al aire libre eran teatro de ejecuciones numerosas, mientras en el campo otras matanzas borraban las huellas de las recientes movilizaciones. El retorno del orden constitucional quedaba así totalmente descartado por la fuerte ambición personal del general Pinochet y la corporporación castrense. Se puede decir que en este golpe, las clases altas y medias tenían mucho que ganar, pero a su vez mucho que perder, se puso en juego sus riquezas y el miedo de volver a la decisión de colocar su posición en la sociedad chilena a merced del juego electoral. Así el régimen militar, no sólo de los principios, sino el de todo el período, y los sectores populares que se vieron amenazados por los militares,  se esbozaron como prioridad prevenir cualquier organización y movilización popular. Pinochet se convirtió en un dirigente político por derecho propio, que no debe su predominio sobre sus pares sino a la identificación privilegiada que con él mantienen cuantos en Chile guardan aun rencorosa memoria del  gobierno de Unidad Popular. Es ésta quizá la razón principal, como esboza Halperin donghi, por la cual ha sido precisamente en Chile donde la toma del poder por las fuerzas armadas ha hallado expresión en una dictadura personal de vocación vitalicia.

Por tanto la sociedad chilena sufrió las numerosas persecuciones y represiones por parte del gobierno militar, así como los exilios políticos que tuvieron lugar en esos años. Miles de personas fueron asesinadas o desaparecidas llevadas a centros y torturadas, cientos de miles fueron privadas de libertad o se vieron obligadas a exiliarse además, el régimen militar, colocó en primer plano la utilización de la violencia como modo de zanjar los conflictos sociales. Se intentó desarticular a fondo las estructuras clandestinas de los partidos de izquierda e impedir todo asomo de reconstrucción de las organizaciones sociales especialmente los sindica. 


Bibliografía:

Martner, G., El gobierno del presidente Salvador Allende, 1970-1973. Chile: Ediciones Literatura Americana Reunida, 1988.

Donghi, H., Historia Contemporánea de América Latina. Madrid: Alianza Editotial, 2005.

Imágenes:

Biografía y vidas. La Enciclopedia Biográfica en Línea: http://www.biografiasyvidas.com/

martes, 9 de agosto de 2016

José García Ramos en la pintura regionalista andaluza

Durante el siglo XIX, la tradición pictórica, tanto en España como en el resto de Europa, experimenta un cambio de perspectiva influenciado por el Romanticismo. El costumbrismo fue un fenómeno muy interesante que tuvo una larga duración extendiéndose hasta mediados del siglo XX. En España y más concretamente en el territorio andaluz, el costumbrismo y el regionalismo permitieron dar a conocer tanto la vitalidad y la alegría de sus gentes como la realidad de pobreza y picaresca. Durante dicho siglo hubo figuras importantes como José Jiménez Aranda, Joaquín Turina, José María Rodríguez Acosta o Julio Romero de Torres, pero hoy nos centramos en el sevillano José García Ramos que dedicó la mayor parte de su vida a plasmar las escenas que veía por las calles de la capital hispalense. 


La Malvaloca

El joven Garcia Ramos se formó en una de las mejores escuelas del costumbrismo pictórico del momento, la escuela sevillana. Compagina estos estudios con su trabajo de aprendiz en el taller de José Jiménez Aranda,  gracias al cual viaja a Roma en el año 1872. Durante esta estancia en la capital italiana, lleva una vida bohemia aunque al ser un autor desconocido tuvo que malvivir gracias a la venta de pequeños cuadros donde representaba paisajes y figuras andaluzas. Este hecho le dará una agradable sorpresa,  pues estas obras que hacía para poder subsistir tuvieron una muy buena aceptación, le dieron más experiencia y le hicieron  más conocido en la ciudad. Es aquí donde conoce al también pintor Mariano Fortuny, de origen catalán, cuya técnica le abre un abanico de nuevas perspectivas que se ven reflejadas en las obras que realiza de aquí en adelante. 

No solo permanecerá en Roma, en los años posteriores también visita Nápoles, Venecia e incluso Paris, hasta volver a la ciudad que le vio nacer y que tanto le inspiraba. Estos viajes le proporcionaron al pintor llegar al punto que tanto anhelaba en el plano estético, además de otorgarle la posibilidad de interpretar modernos paisajes y cautivadores ambientes costumbristas. A lo largo de su etapa más productiva, entre 1882 y 1900, las obras de García Ramos se vendieron muy bien, convirtiéndose en un pintor famoso no sólo en Sevilla sino en el ámbito nacional, especialmente por sus colaboraciones con "La Ilustración Española y Americana" una de las publicaciones más famosas de la época. Sin embargo, no consiguió el reconocimiento oficial a pesar de participar regularmente en las Exposiciones Nacionales. Esta ausencia de reconocimiento le llevó a la frustración y el desánimo pero no quiso, o no pudo, cambiar su estilo, amargándose los últimos años de existencia. 


La salida de un baile de máscaras

Las claves estéticas del artista con claras referencias a Paris y Roma, se ven reflejadas con gran claridad en su propia personalidad y singular carácter para interpretar el ambiente que vivió de una Sevilla provinciana y sencilla en la cual pervivían demasiados tópicos de la sociedad andaluza. Sus temáticas favoritas eran sin duda las fiestas, procesiones, los viáticos, las bodas y los bautizos que protagonizaban gente sencilla como toreros, gitanos, monjas o majas. Además de sus oleos el afamado artista fue un gran pintor de carteles de las conocidas como “Fiestas de la Primavera” que era la Semana Santa y la Feria de los año 1890, 1906, 1907 y 1912 donde sabe intercalar con gran maestría estos grandes pilares sevillanos.  La muerte del pintor fue muy sentida en toda la ciudad, sobre todo entre sus colegas del Ateneo, llegando incluso a pedir la realización de un monumento en su honor en los Jardines del Parque de María Luisa por el papel tan importante que tuvo en la ciudad.

De toda su obra parte de los cuadros que se encuentran en el Museo de Bellas Artes de Sevilla son oleos de imágenes sevillanas como son Baile por Bulerías o en el Museo del Prado, donde además de esta misma temática tienen bocetos del artista. Lo que sin duda es de admirar es que su obra ha seguido siendo referente a la hora de mostrar la parte más castiza y humilde de la Andalucía del siglo XIX y XX en la cual, en cierto modo hoy podemos seguir viendo identificada parte de la sociedad andaluza.  

Bibliografía

Museo de Bellas Artes de Sevilla.

El Pintor José García Ramos 1852-1912 (Exposición de obras de colecciones particulares en el Ateneo de Sevilla), Sala “Gonzalo Bilbao” 18 al 28 de Diciembre de 2012. http://docplayer.es/14691186-El-pintor-jose-garcia-ramos-1852-1912-exposicion-de-obras-de-colecciones-particulares-en-el-ateneo-de-sevilla.html

Moline, Jean: “Pintores Catalanes en Montmartre (1880-1900), en Revista electrónica de estudios filológicos nº22 (Universidad de Tours, 2012). 


Sobre la autora

Lucía Lobato Hidalgo
Graduada en Geografia e Historia por la Universidad Pablo de Olavide, promoción 2011-2015. Interesada en la Historia Moderna y en la Historia del Arte, realizó su Trabajo Fin de Grado sobre los Bienes de Difuntos de Emigrantes Zafrenses en el siglo XVI. En la actualidad se dedica a impartir clases particulares y el próximo curso empezará un master enfocado en gestión cultural en la Universidad de Valladolid.

martes, 2 de agosto de 2016

Vibia Sabina: imagen y divinización como medio de propaganda y legitimación dinástica.

Los estudios historiográficos tradicionalmente realizados han tendido a eclipsar y silenciar las vidas, obras y actuaciones de las mujeres en los diferentes períodos y ámbitos de la historia obteniendo como resultado una reflexión androcéntrica y simplista de los hechos. Como medida de superación, en los últimos años las diferentes corrientes de estudios históricos han desarrollado un progresivo y avanzado proceso de renovación e integración de nuevos métodos y teorías, en donde la introducción y el desarrollo de los estudios de género se han ido convirtiendo en uno de los referentes imprescindibles para el estudio de la materia. De manera que, la inclusión de las vidas y obras de aquellas mujeres que han pasado inadvertidas por la historia nos aportan una percepción más profunda y elaborada de los acontecimientos y nos permite construir un marco intelectual de aquellos espacios en donde las mujeres fueron silenciadas, manipuladas u olvidadas, como ocurre, por ejemplo, en los estudios sobre la Antigüedad.

A lo largo de la historia todo rol desempeñado o asignado a las mujeres es producto de la construcción social y cultural de su tiempo. Las sociedades antiguas, y en concreto la romana, fueron caracterizadas por contar con una tradición fuertemente patriarcal, conservadora y desigual, en donde las mujeres ostentaban una posición marginal y secundaria respecto al varón. Su ejercicio de poder, por razones principalmente sociales y jurídicas estaba relegado al ámbito plenamente privado, con limitadas posibilidades de actuación pública. El ejercicio público era una cuestión de hombres, lo cual hacía de la presencia femenina una importante excepción y siempre únicamente en el ámbito religioso. No obstante, aunque la religión se encontraba estrechamente vinculada al sistema social antiguo, y afianzaba y legitimaba de manera sagrada dichas bases sociales, era la única esfera de la vida pública en donde las mujeres pudieron intervenir. Tal era el caso de las diosas, las sacerdotisas y las devotas.

Sin embargo, sí hubo un papel femenino relevante en la sociedad romana imperial no sólo en la religión, sino también en la política y en la utilización de la imagen como propaganda, fue el de las emperatrices o esposas de los emperadores. En este breve artículo prestaremos atención a una de las emperatrices más destacadas no sólo por la relevancia que obtuvo su esposo, sino por el papel y la importancia que ésta tenía en la corte, en el programa político adrianeo y en la legitimación dinástica: Vibia Sabina, esposa del emperador Adriano.

Las emperatrices y princesas de inicio del siglo II ocuparon un papel relevante como madres, esposas, hermanas e hijas cuyo modo de vida y virtudes servían de ejemplo para el resto de mujeres; pues de la misma manera que se había proclamado al “mejor” emperador, también se debía transmitir la imagen de la “mejor” consorte. Además, por necesidad de legitimación política y medio de propaganda, punto que desarrollaremos posteriormente, a estas mujeres les fueron concedido un elevado número de honores y títulos, y todas ellas, incluida Vibia Sabina, fueron divinizadas y homenajeadas tras su muerte.



Para mantener la imagen estática de vitalidad, prosperidad y abundancia del siglo II apreciada por los diferentes intelectuales y dirigentes de las más altas clases del imperio, era necesaria la difusión de una imagen de estabilidad y armonía de la familia imperial. Para ello era necesario establecer un modelo de familia idílica en donde el emperador y su esposa mostraran todo tipo de virtudes. Así pues, y al igual que sucedió con otras emperatrices y princesas, la imagen proyectada por Adriano de su esposa, Vibia Sabina, fue la de una mujer austera, tradicional, encarnada en los ideales de matrona, calificada de “gran consorte” y “señora de las dos tierras”, asociada y asimilada a diferentes diosas y virtudes acorde al programa político del emperador. Un programa más idílico, contrario y complejo que real debido a que, según las diferentes fuentes, la emperatriz poseía un carácter difícil que influyó en la ardua relación que tuvo con su esposo.

Al parecer, ambos tenían diferentes formas de concebir el imperio y de afrontar los problemas que el gobierno de éste planteaba. La emperatriz consideraba un monstruo a su marido por las relaciones que éste mantenía con el joven Antínoo y se mostraba disconforme con la idea de establecer un culto hacia su persona. Además, se discute que las disputas eran tan frecuentes que ambos habían hablado de divorcio; sin embargo, esto era cuestión impensable e inasumible por parte de Adriano debido a que debía a su esposa el poder del imperio.

Vibia Sabina, procedía de las gentes Vibia y Mundia, fue una mujer con grandes propiedades y poder económico que heredó tres modelos de mujeres imperiales: el de Plotina, mujer de Trajano, el de su abuela Marciana, mujer llena de virtudes y modelo de matrona romana; y el de su madre, Matidia la Mayor, la cual fue divinizada y colocaba a Vibia Sabina en un puesto relevante en la corte y de la gens Ulpia como filia divae Augustae Matidiae. Por consiguiente a través de su madre, abuela y su tío abuelo, Trajano, otorgaba su esposo la legitimidad necesaria para adoptar el título de emperador.

La cuestión sucesoria siempre ha sido uno de los problemas principales en cuanto a la legitimación del poder imperial, una cuestión en donde las mujeres de la casa imperial ocuparon una posición relevante por su función reproductora. 

Con los Antoninos, el sistema de la adoptio se convirtió en una solución ficticia pero efectiva. La elección del mejor permitía elegir al más adaptado para la función del poder, pero éstos, necesitados de una fuente de legitimidad que los uniera al linaje dinástico, acordaron matrimonios con mujeres pertenecientes a la familia del emperador vigente. Por esa razón, Adriano, a pesar de haber sido adoptado por el emperador Trajano, necesitaba a Sabina para que le aportara la legitimidad que no poseía por su linaje.

Bibliografía:

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Sobre la autora:


Cristina Cardador Ruíz

Graduada en Geografía e Historia por la Universidad Pablo de Olavide, promoción 2011-2015. Interesada en la Historia Antigua y en la Historia de las Religiones. Realizó su Trabajo de Final de Grado sobre el culto imperial en Itálica. Actualmente cursa el Máster en Religiones y Sociedades organizado por la Universidad Pablo de Olavide y la Universidad Internacional de Andalucía.