En el año 2009 el director Alejandro Amenábar
estrenaba su esperada Ágora, un film que, precedido de otras dos
películas de gran calado internacional, obtuvo un notable éxito comercial. A
pesar de tratarse de una superproducción que cosechó valoraciones en su mayoría
positivas, en algunos países la película sobre Hipatia de Alejandría fue objeto
de numerosas críticas que acusaban al director de promover el odio contra los
cristianos y reforzar los tópicos sobre la Iglesia Católica. Aunque estas
acusaciones causaron aún más expectación entre el público, lo cierto es que la
cinta mostraba con acierto la lucha entre una religión en decadencia y una fe
que iba ganando progresivamente adeptos. Una confrontación desigual que perduró
durante mucho más tiempo del deseado, poniendo en jaque a un imperio cada vez
más sobrepasado por sus circunstancias. ¿Cómo pudo producirse esta situación?
¿Qué fue lo que impulsó a que el cristianismo consiguiera una importancia tal
como para desbancar a unas creencias paganas sumamente antiguas muy enraizadas
socialmente?
En el 380 d.C el conocido emperador Teodosio I
(378-395) promulgó el Edicto de Tesalónica (también llamado Cunctos
Populus, o A todos los pueblos) en donde decretaba que todos los
habitantes de los territorios en su poder debían abandonar sus ancestrales
creencias religiosas para adherirse al cristianismo. Dicho credo, oficial a
partir de este momento en todos los rincones del Imperio Romano, había
recorrido un largo camino desde su aparición, en el siglo I d.C. Los cristianos
habían recibido todo tipo de amenazas y habían sido objeto de persecuciones y
asesinatos en masa, pero su fe se había propagado con tal fuerza que además de
sobrevivir a la crudeza de los tiempos había conseguido penetrar en todos los
sectores sociales.
Crismón antiguo hallado en Argel. Muy populares durante los primeros
tiempos del cristianismo, era un anagrama de Cristo formado por las letras X y
P, iniciales del nombre de Cristo en griego. Se encuentra en el Museo del
Louvre.
La implicación de emperadores como el propio
Teodosio I, que acabaría ordenando la prohibición cualquier práctica pagana,
radica esencialmente en que los emperadores habían tomado conciencia de que el
"problema cristiano" (tratado por sus antecesores con excesiva
rudeza) no iba a resolverse por medio de las armas. Galerio Maximiano (260-311)
a través del Edicto de Tolerancia (311) pondría final a la política
represiva en contra de los cristianos que con tanto ahínco habían aplicado
algunos otros emperadores como Diocleciano. A esa concesión se le sumaría el Edicto
de Milán (313) promulgado por Constantino I (272-337) que establecía
absoluta libertad de culto para los cristianos. A pesar de estas concesiones el
cristianismo había penetrado desde hacía tiempo en los diferentes territorios
que englobaban el Imperio Romano, obteniendo una notoriedad significativa
incluso mucho antes de que la legislación imperial favoreciera a este credo.
En el caso de Hispania, una de las áreas con
más peso dentro del mundo romano, el cristianismo se practicaba con cierta
normalidad desde antes del Edicto de Tesalónica, a pesar de que la
realidad que se vivía en el siglo IV impedía que dicha religión desbancara a
las ya existentes. Hispania, como algunas otras áreas del Imperio, evidenciaba
el apego de una mayoría de sus gentes por sus ancestrales creencias paganas.
Entre las evidencias arqueológicas que se han encontrado y que demuestran cómo
el paganismo estaba muy activo en Hispania, disponemos de una serie de
inscripciones halladas en Cantabria dedicadas a Erudinus, un dios pagano de la
mitología cántabra. Asimismo, y al margen de las religiones indígenas
prerromanas tan importantes en el área norte de la península, también habían
tomado fuerza cultos orientales y mistéricos que pervivieron más allá del siglo
IV d.C. Pero sin lugar a dudas nada podía compararse a la fortaleza que
mostraba la religión estatal romana, la cual estaba provista de un importante
número de devotos de toda clase y condición que intentaron frenar la creciente
influencia del cristianismo.
En la imagen pueden apreciarse los restos arqueológicos del Templo de
Diana, erigido en torno al siglo I a.C en Emerita Augusta (Mérida,
Extremadura). Actualmente se cree que este espacio, antaño lujoso y muy
decorado, estaba destinado al culto al emperador.
Aunque el avance del cristianismo parecía
inexorable, el hecho de que se mostrara una pública resistencia de
personalidades del mundo cultural y político abiertamente paganos fomentó la
aparición de algunas comunidades cristianas de tipo rigorista que, a través de
acciones violentas, intentaron imponer su fe. Las reacciones descontroladas de
estos cristianos (los cuales demolerían obras y templos paganos como los
santuarios altoimperiales de Ebora o Emerita) dieron a los paganos el argumento
perfecto para defender sus creencias, aludiendo a cómo el cristianismo había
roto la débil cohesión de un imperio cada vez más asediado por los problemas.
Por contra, en el seno cristiano, dichas acciones fueron condenadas y
criticadas por aquellos que consideraban negativo la forma en la que se
pretendía imponer la fe. Decididos a conseguir que el cristianismo se
antepusiera al paganismo de una forma más pacífica sin que ello implicara una
división entre sus fieles, la Iglesia establecería una serie de medidas que
incluían la prohibición a los cristianos a participar en cultos y prácticas paganas
o el disponer de imágenes de divinidades paganas en sus hogares; además las destrucciones
sistemáticas de templos y obras paganas serían condenadas.
El que se estableciera que los cristianos que
fallecieran por participar en acciones contra santuarios paganos no serían
considerados mártires frenó en buena medida la ola de ferviente exaltación
religiosa, pero la situación tomaría un cariz sustancialmente diferente en años
venideros. En un momento de extrema gravedad para el Imperio Romano algunos
emperadores agudizaron esos enfrentamientos posicionándose aún más claramente
al lado del cristianismo. Arcadio (378-408) y Honorio (384-423), emperadores
del Imperio Romano de Oriente y Occidente, decretarían en el 408 que los bienes
de los templos paganos existentes en sus dominios fueran incautados para
ponerlos al servicio de los templos cristianos. Valentiniano III (419-455) iría
más allá al permitir la destrucción de los santuarios paganos, que serían
purificados colocando una cruz en su lugar. Todo ello haría que en algunas
zonas se volvieran a producir ataques y actos violentos que se encontraban
amparados por la legislación imperial, a pesar de que continuaban siendo
prácticas mal vistas y peor aceptadas por sectores cristianos muy críticos.
Siguen existiendo evidencias arqueológicas que prueban
que a pesar de que la Iglesia se esforzó para que el paganismo fuera erradicado
a través de prohibiciones y evangelizaciones en masa, en época altomedieval
siguieron rindiéndose culto a ciertas divinidades. Sabemos, por ejemplo, que en
Hispania siguió rindiéndose culto a las ninfas (divinidades relacionadas con la
naturaleza, lugares sagrados y elementos varios) en fechas posteriores al siglo
IV. El paganismo, de alguna u otra manera, siguió estando presente por medio de
festividades, celebraciones o costumbres que con el paso del tiempo terminaron
siendo asumidas por un cristianismo que las asimiló como propias concediéndoles
un carácter sagrado. Unas celebraciones paganas tales como la “Noche de San
Juan”, de gran relevancia en muchos países de Europa, que también han llegado
hasta nosotros aunque no seamos conscientes de ello.
Bibliografía
Fernández, Francisco J. G. "Paganismo y
cristianismo en la Hispania del siglo V d. C." Hispania antiqua 24 (2000):
261-276.
Momigliano, A. y otros., El conflicto entre
el paganismo y el cristianismo en el siglo IV, Alianza editorial, Madrid,
1989.
Muro, Manuel S. "Cristianismo primitivo y
paganismo romano en Hispania." Memorias de historia antigua 5 (1981):
173-186.
Rives, James B., Religion in the Roman
empire. Wiley-Blackwell, 2006.
Imágenes
Crismón antiguo hallado en Argel.
https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEiyU1y4W1UisgnwtA9VGZxbKYnBBPf7bx8SE90Oy3bGIVpmH9LJdwBOZ9Z9AjtCHvPcm1RCE3QDBSH9JvZFZ7VkPpIligoLFtNdOWF0K8Fqh1HZREPh5qbq_ZWh887uWivUeStEjpj2W-o/s1600/600px-Chi-rho_mensa_Louvre_Ma_3023%5B1%5D.jpg
Conocido como Templo de Diana.
http://www.vuelaviajes.com/wp-content/2010/01/templediana.jpg
Sobre la autora:
Romina Martínez. Licenciada en Historia por la
Universidad de les Illes Balears (UIB), diplomada en Historia de les Illes
Balears por la UIB y con el Máster de Formación del Profesorado (especialidad
Geografía e Historia) por la misma universidad. Desde el 2012 colabora en
diversos medios digitales que ha compaginado con la gestión de su propio blog
llamado Tempus Fugit.
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