El 11 de marzo de 1641 sucedió una batalla trascendente para las tierras del
Nordeste rioplatense en aquella lejana frontera disputada entre hispanos y
lusitanos. En esa fecha se inició un enfrentamiento entre los llamados bandeirantes portugueses procedentes de
Sao Paulo (actual Brasil) y las tropas de milicianos guaraníes de las
reducciones jesuíticas del Paraguay. Cinco días más tarde, la lucha finalizaba
y los portugueses derrotados abandonaban el campo de batalla. Una nueva era se
iniciaba en aquella frontera.
Los indios guaraníes de las reducciones habían logrado detener con sus
propias manos (y con armas de fuego europeas) el avance luso sobre sus pueblos.
De esta manera esos nativos concretaron su primera victoria frente a un
ejército de “conquistadores” europeos. Desde entonces los guaraníes de las
reducciones adquirieron un rol clave en la protección de esas tierras, ya no sólo
para proteger sus reducciones, sino también se trasladaron a diversos puntos
para hacer frente tanto a las amenazas internas (indios “infieles” y
rebeliones) como externas (potencias extranjeras), al punto de ser reconocidas
como milicianos del rey en 1649. Así se consolidó la existencia de las llamadas
“milicias guaraníes”.
La organización, disciplina y efectividad que alcanzaron nos permite
analizar su importancia en la defensa fronteriza, además de ver las particularidades
que las diferenciaron de otras milicias existentes. Por ejemplo, el cabildo de
Asunción (actual capital del Paraguay) en el año 1675 expresaba sobre sus milicias
urbanas que “…los soldados se hallan a pie por el consumo continuo de caballos,
desnudos y sin armas porque no tienen con que comprarlas y no embargante (sic) se
les obliga a todas las jornadas y cosas de guerra que se ofrecen de que han
resultado hacer fuga muchos soldados…”. Este
testimonio nos da una visión general de cómo estaba esa ciudad y sus milicias, expuestos
constantemente a ataques por parte de
los indios chaqueños (tierra considerada “hostil” y hábitat de “infieles”
durante el periodo colonial). La falta de alimentos, así como la escasez armas
y vestimentas para unos milicianos que tampoco percibían su paga en tiempo y
forma, hacían frecuentes las deserciones. Problemas similares hallamos en la
documentación referida a las ciudades de Santa Fe y Corrientes con sus milicias.
En contrapartida, las milicias guaraníes en esos mismos años lograban no
sólo crecer en su número de efectivos sino también alcanzar una organización y
capacidad de movilización destacada. Cada reducción debía tener ocho compañías
militares (cuatro compañías de caballos y cuatro de infantería) y además tenían
nombrados maestre de campo, sargento mayor, comisario, capitanes, tenientes,
alféreces y sargentos; es decir, todos los cargos militares que hallaríamos en
cualquier ejército europeo contemporáneo. Además, todos ellos tenían sus
insignias, bastones, banderas y alabardas. Estas milicias cumplían ejercicios semanales
(generalmente los domingos y en los días de fiesta) y realizaban constantemente
maniobras de combate para estar siempre listas. Si bien todos los cargos mencionados
eran ocupados por guaraníes, cabe aclarar que la dirección de las milicias no
recaía en ellos. Antes de cada movilización se agregaban oficiales españoles designados
por los gobernadores que requerían la ayuda de las milicias de las reducciones.
En caso de no lograr un oficial hispano, ese cargo lo ocupaba un hermano jesuita
formado en armas y con experiencia militar, los llamados hermanos coadjutores
temporales. De todas formas, los padres de la Compañía de Jesús estuvieron
presentes en estas acciones militares ya que no sólo actuaban como capellanes
del ejército movilizado sino también como intérpretes de las órdenes del cabo
español para ser transmitidas a los guaraníes en su idioma, factor clave para
su desempeño y disciplina en el campo de batalla..
Representación
del enfrentamiento militar entre españoles e indios abipones, según el jesuita
Florian Paucke
La Provincia Jesuítica
del Paraguay abaracaba un amplio territorio (con tierras en los actuales Argentina,
Bolivia, Brasil, Chile, Paraguay y Uruguay). Esto significaba que su
jurisdicción coincidía con tres gobernaciones de la monarquía (Paraguay, Buenos
Aires y Tucumán). Por tanto las negociaciones entre esos gobernadores y los
jesuitas para obtener la movilización de milicianos guaraníes fueron
constantes.
El proceso para
pedir el auxilio de las milicias guaraníes no era fácil ni sencillo, y llevaba
aparejado un complejo proceso de negociación. Primero el gobernador que
necesitaba el auxilio no se dirigía directamente a los indios reducidos o su
sacerdote, ni enviaba oficiales en su búsqueda. El gobernador procedía a enviar
una carta al padre provincial residente en Córdoba (capital de la Provincia
Jesuítica del Paraguay). En esa misiva solicitaba cierto número de indios y
detallaba la tarea. En caso de considerarlo oportuno, éste padre se comunicaba
con el padre superior de misiones (residente en la reducción de la Candelaria) para
ordenarle la disposición de lo necesario para cumplir con la solicitud. Posteriormente,
el superior se encargaba de distribuir el número de indios con los cuales
colaboraba cada reducción. Para ello, consideraba la población de cada pueblo y
la posibilidad de movilizar milicianos. Se tomaba en cuenta si no había sufrido
epidemias o pestes, un descenso de la población o si estaba en plena época de
cosechas. Todo ello era fundamental para evitar la ruina de la reducción al solicitar
un gran número de hombres. Finalmente se elaboraba una notificación en papel
que circulaba por las reducciones y cada jesuita encargado de ellas tomaba nota
de la tarea, cantidad de indios y recursos con los cuales tenía que colaborar, luego
colocaba el “visto” en la nota y pasaba al siguiente pueblo hasta regresar al
padre superior. Este fue el proceso legal que debía cumplirse, sin embargo, en
ocasiones y según las relaciones con los gobernantes de las ciudades atacadas,
la solicitud se aceleraba. Nuevamente, la negociación era clave para conjugar
los intereses de las partes implicadas, y lograr la movilización de los guaraníes.
Áreas de
influencia de las tres grandes jurisdicciones en la región del nordeste
rioplatense hacia el año 1700.
Las acciones de estas milicias guaraníes frente a los portugueses han
sido reiteradamente referidas por la historiografía que nos precede. De igual
forma, fueron reseñadas sus acciones en Buenos Aires o la Colonia del
Sacramento. Sin embargo, menos analizadas fueron las acciones que llevaron a
cabo en la frontera chaco-paraguaya. En esta frontera cumplieron diversas
actividades: protegieron ciudades (Asunción, Villarrica y Corrientes) o pueblos
de indios, construyeron y/o repararon fuertes, o escoltaron gobernadores en sus
visitas al territorio. Podemos establecer algunas particularidades acerca de
esas acciones.
Hasta el momento hemos contabilizado más de 60 intervenciones de milicias
guaraníes en esa frontera. Durante el siglo XVII más de 8.100 nativos de las reducciones
se movilizaron en 54 ocasiones, aunque en seis de ellas no tenemos precisión
del número de indios. En la centuria siguiente, el número de desplazamientos a
esta frontera desciende (16) pero el número de guaraníes se incrementó
significativamente, siendo casi 28.000 los desplazados. Hecho destacado fue
“Revolución de los comuneros” (1721-1735) de Asunción, ya que significó que en
tres ocasiones un total de 25.000 guaraníes se movilizaran para pacificar esa
ciudad. Todas estas cifras nos dan no sólo una visión general de los problemas
vinculados a la frontera chaqueña sino también la capacidad de movilización de
estos nativos guaraníes durante aquellas centurias.
Si observamos todos los pedidos realizados por estas gobernaciones
notaremos que no fueron similares. Se observa que, del total de acciones, catorce
corresponden a solicitudes que podemos llamar “ofensivas” (castigos y/o
entradas en el territorio chaqueño), mientras que doce se preocuparon por
defender las tierras. Las restantes respondieron a otro tipo de acciones. Por ello,
es importante apreciar que cada intervención de las milicias guaraníes tuvo sus
propias motivaciones y particularidades que las diferenciaban entre sí.
Por tanto, sólo una reconstrucción detallada de cada una de esas
acciones, nos permitirá entender la complejidad de este cuerpo armado y,
especialmente, comprender al nativo guaraní que abandonaba su pueblo de origen
para luchar en lejanas tierras en nombre del rey.
A modo de conclusión, podemos decir que durante el siglo XVII las
autoridades civiles de Buenos Aires y Paraguay como también las jesuitas,
buscaron dominar el Gran Chaco y convertir a sus habitantes al cristianismo. Sin
embargo, no obtuvieron grandes resultados, ya fueran por medio de misiones
evangelizadoras y/o entradas punitivas. Los periódicos ataques de los indios
chaqueños a las ciudades próximas no cesaron. Cada ciudad implicada tomó las
medidas que consideraba más apropiadas, pero sin coordinación entre ellas. Esto
disminuyó aún más las escasas posibilidades de éxito en las tareas emprendidas
contra aquellos indios. Esta dependencia refuerza la idea de que, la
negociación entre los hispano-criollos, jesuitas, guaraníes e indígenas
chaqueños fue la llave para que la soberanía de la monarquía sobreviviera en
aquellas tierras.
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Sobre el autor
Pedro Miguel Omar Svriz Wucherer
Profesor
y Licenciado en Historia por la Universidad Nacional del Nordeste (Argentina).
Máster en Historia de Europa, El Mundo Mediterráneo y su Difusión Atlántica.
Teorías, Métodos y Nuevas Líneas de Investigación (1492-2000) por la
Universidad Pablo de Olavide de Sevilla, España (UPO). Actualmente se desempeña
como Personal Investigador con un Contrato Predoctoral para la Formación del
Profesorado Universitario (FPU) en el Área de Historia Moderna de la UPO,
financiado por el Ministerio de Educación, Cultura y Deporte (MECD) de España.
Miembro del Equipo de Trabajo del Proyecto de Investigación “Globalización
ibérica: redes entre Asia y Europa y los cambios en las pautas de consumo en
Latinoamérica (HAR2014-53797-P), dirigido por el Dr. Bartolomé Yun Casalilla y
financiado por el Ministerio de Economía y Competitividad (MINECO) de España.
Email: pmsvrwuc@upo.es
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