Los actos de
Martín Lutero durante los primeros compases de lo que posteriormente se
convertiría en ruptura irremediable con el Papado y la Iglesia Católica,
despertaron los anhelos de muchos sectores de la población que lo siguieron
incluso tras su excomunión, ya que podían ver en él y en su desobediencia una
figura revolucionaria capaz de remover los cimientos del poder y proporcionar un
orden político nuevo que, desde lo religioso, hiciera posible la ampliación y
popularización de la acción política. No fueron pocos los que lo interpretaron
así, apresurándose a predicar un “nuevo cielo y una nueva tierra” en el que las
personas corrientes tomarían buena parte, sin importar su estatus social
anterior. Sin embargo, pronto se dieron cuenta que el pensamiento de Lutero no
coincidía con estos anhelos idealizados y que el fin de los tiempos no se daría
bajo el manto ideológico del mismo, siempre a favor de los príncipes y del
mantenimiento de una jerarquía que organizara la sociedad y que siguiera
articulando los mecanismos por los que la Reforma llegaría a todos, cada uno en
su lugar y en la forma que correspondiera a su estatus social.
Retrato
de Martín Lutero, por Lucas Cranach el Viejo
Este no fue un
proceso rápido ni simple y estuvo condicionado en todo momento por la falta de
consistencia que en algunos aspectos demostraba aún el pensamiento de Lutero.
Para comprenderlo debemos tener en cuenta la propia evolución del monje
agustino que, sin quererlo, se convirtió en reformador, teniendo que institucionalizar
una nueva Iglesia después de la ruptura con Roma en aquellos territorios en los
que sus tesis iban calando. Desde Wittenberg debía confeccionar una nueva
ortodoxia, partiendo de la reflexión de puntos que hasta entonces habían sido
indiscutibles incluso para él mismo. La puesta en duda y posterior caída de la
práctica católica en algunos territorios del Sacro Imperio, daba amplios
márgenes a los líderes de las nuevas comunidades luteranas que, sin ninguna hoja
de ruta, más que la sola gracia, la sola fe, la sola escritura y los primeras postulados de un sacerdocio
universal. En la práctica, la confusión de los primeros años hizo que muchos
predicadores luteranos, admiradores todos de la figura de Lutero y algunos de
ellos muy cercanos a su persona, abanderaran reformas más radicales que
obligaron al mismo Lutero a posicionarse frente a ellos y que facilitaron la
creación de esa nueva ortodoxia de la que hablamos. Los ejemplos de figuras de
este tipo son muy numerosos, pero ningunos tan sonados como los de Andreas
Karlstadt y Thomas Müntzer.
Quizá más
conocidos por su papel en la Guerra de los Campesinos, así como en la llamada
Reforma Radical, Karlstadt y Müntzer fueron dos de las figuras más
controvertidas dentro de la Reforma luterana. Ambos siguieron exitosas carreras
eclesiásticas y tuvieron una formación completísima en teología y textos
sagrados y canónicos.
La vida de
Andreas Karlstadt (1477-1541) fue muy parecida a la de Martín Lutero, inició
sus estudios en la escuela catedralicia de Würzburg, siguió su carrera en
Erfurt y Colonia, para llegar a la Universidad de Wittenberg en 1505 siendo un
tomista convencido. Dos años después fue nombrado decano de la Facultad de
Artes de la misma universidad y en 1510 se doctoró en teología y recibió un
ascenso a arcediano del cabildo catedralicio. En 1516 completó sus estudios en
la Sapienza de Roma doctorándose en derecho canónico y civil, tras esto volvió
a Wittenberg donde fue elegido decano de la Facultad de Teología. Durante estos
años hizo buena amistad con Lutero, compartía espacios con él y parece ser que
en cierta forma fue su mentor. A partir de 1517, las posiciones que mantuvo
Lutero frente a algunas prácticas, hicieron también a Karlstadt renunciar a
corrientes reformadoras dentro de la Iglesia Católica como el Conciliarismo en
1518, al que se había mostrado cercano, así como declararse separado de la
Iglesia a partir de la aplicación de la bula Exsurge Domine a Lutero en 1520.
Andreas
Karlstadt
Durante la
ausencia de Martín Lutero en Wittenberg, tras la Dieta de Worms y el secuestro
simulado del príncipe elector Federico de Sajonia (1521-1522), Karlstadt tomó
contacto con los aspectos más sociales y comunitarios de la Reforma en la
ciudad y desde muy pronto predicó un evangelio cercano al ciudadano de a pie,
incidiendo en la necesidad de la lectura de la Biblia en el hogar por parte
tanto del hombre como de la mujer, aprobando la comunión laica en el hogar y
considerando el bautismo (y no la eucaristía, como así lo hacía Lutero) el
verdadero rito de incorporación al cuerpo de Cristo. Karlstadt se apresuró a
poner en práctica las consecuencias lógicas del pensamiento de Lutero,
percatándose desde muy pronto que estaba tomando posturas que el propio
reformador no respaldaba (o no lo hacía todavía). Ejemplo de ello fue la
comunión con las dos especies (pan y vino) durante la navidad de 1521,
desacralizando el acto y recalcando el carácter meramente simbólico de este,
además un mes después tomó como esposa a una doncella, poniendo en práctica así
su tesis contra el celibato de los sacerdotes que también compartirá Lutero.
En 1522, tras
la liberación de Lutero y su regreso a Wittenberg, Karlstadt fue relegado como
decano y derivado a la congregación de Orlamünde como pastor, desde donde se
encargó de perfeccionar y seguir predicando sus doctrinas en favor de una regeneración
espiritual basada en el sacerdocio espiritual y en la igualdad de todos los
creyentes. Consecuentemente desechó los hábitos que lo distinguían y elevaban
en medio de su comunidad y practicó su particular visión del bautismo, muy
similar a la de los grupos anabaptistas suizos que surgieron con posterioridad.
Entre 1522 y
1524, Karlstadt y Lutero mantuvieron debates sobre cada una de sus convicciones
doctrinales, tras los que el primero fue desterrado de Orlamünde y perseguido
por las autoridades luteranas, lo que le obligó a vagar de ciudad en ciudad del
imperio. Este viaje continuo le sirvió para seguir expandiendo su concepción del
cristianismo y la vida del cristiano, doctrinas que escribió en forma de 8
opúsculos que poco después se imprimieron en las imprentas de Basilea e
influyeron en los movimientos radicales de la Reforma en la Confederación
Suiza.
Por su parte,
Thomas Müntzer (1488/89-1525), cuya imagen de loco espiritual ha trascendido
hasta el día de hoy, también estudió en profundidad la Biblia y otros textos
canónicos sagrados y laicos, tras lo que obtuvo el grado de maestro y se
estableció en Fröhse con el cargo de preboste. Conoció al reformador de
Wittenberg en la disputa de Leipzig (1519) y aunque no tuvo contacto directo
con él, el encuentro fue un punto de inflexión en su carrera eclesiástica, ya
que a partir de este momento dedicó su tiempo a leer y repensar tanto textos
clásicos como las actas de los Concilios de Constanza y Basilea a las que tanto
jugo les había sacado Lutero.
Thomas
Müntzer
En mayo de
1520 recaló en Zwickau, donde entabló contacto con un grupo de creyentes que se
hacían llamar profetas y que predicaban un biblismo radical caracterizado por
la creencia en la revelación directa de Dios mediante visiones y sueños, la
posesión del Espíritu Santo, el rechazo del bautismo de niños y en la creencia
de una escatología inminente.
La impronta
que estos profetas dejaron en Thomas Müntzer lo hizo tomar contacto con una
religiosidad más popular que se oponía en muchos puntos a Lutero y que también
había influido en Karlstadt con anterioridad. Esto lo llevó a defender sus
doctrinas el 13 de julio de 1524 ante el príncipe elector Juan y otros nobles y
magistrados de la región en el Castillo de Allstedt, donde hizo hincapié en el
papel fundamental que tenían los gobernantes de la cristiandad en el profundo
cambio que debía producirse en la práctica. Su pensamiento generaba rechazo,
pero también duda entre los príncipes, por lo que no recibió ningún castigo
tras el juicio.
Ante el
rechazo de Lutero y de los príncipes, Müntzer siguió predicando estas nuevas
doctrinas, fundamentadas en la inminencia del Reino de Dios y en la
transformación estructural del orden terrenal, y sus ecos no tardaron en llegar
a amplios sectores de la población, llamando la atención sobre todo de los
inconformistas que liderarán posteriormente la Guerra de los Campesinos, en la
que Müntzer tomará parte como ideólogo y caudillo de los ejércitos que
zarandearon el Sacro Imperio durante los años centrales de la década de 1520. Estos
movimientos dejarían una impronta tanto en Müntzer, Karlstadt y el resto de
disidentes de la Reforma luterana que vinieron después, el mismo Lutero
escribía contra ellos incitando a los príncipes a que destriparan el movimiento
y a sus líderes:
"contra las
hordas asesinas y ladronas mojo mi pluma en sangre: sus integrantes deben ser
aniquilados, estrangulados, apuñalados, en secreto o públicamente, por quien
quiera que pueda hacerlo, como se matan a los perros rabiosos"
Batalla
contra los campesinos
Estas palabras
recuerdan al inicio de este especial, al Edicto de Worms en el que el emperador
mandaba asesinar al propio Lutero indultando a quien lo hiciera. En 1525
finalmente el propio Müntzer perdería la vida al mando de uno de estos
destacamentos que aunaban reclamaciones sociales, políticas y religiosas.
Lutero se desvinculaba así de algunos de los movimientos sociales que con
anhelos de reforma religiosa lo habían respaldado, apoyando a los príncipes en
pos del orden social y derribando el poder de una Iglesia, para constituir otra
igual de rígida y represiva que la que buscaba mejorar a principios de siglo.
Karlstadt y Münster fueron católicos,
luteranos y finalmente disidentes de ambas confesiones, se movieron en una
tercera vía, intermedia, sin definir y condenada a desaparecer por las
persecuciones que uno y otro bando llevaron a cabo con el fin de eliminar
aristas que no convenían al orden social establecido. Sin embargo, estas
aristas no desaparecerán aquí y las acciones y escritos de estos dos personajes
serán el punto de partida que seguirán personas como Conrado Grebel, Félix
Mantz o Luis Haetzer, figuras que desbrozo en mi última publicación y que
seguro que aparecerán pronto en algún artículo de esta revista.
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Imágenes
Retrato de Martín Lutero, por Lucas Cranach el Viejo:
www.wikipedia.org
Andreas Karlstadt:
De Desconocido - paper from 1541/42,
Dominio público, https://commons.wikimedia.org/w/index.php?curid=3839045
Thomas Müntzer:
http://gameo.org/images/thumb/e/eb/Muntzer.jpg/300px-Muntzer.jpg
Batalla contra los campesinos, grabado
de Gabriel Salmon ilustrando un libro de Nicolas Volcyre de Sérouville, 1526:
De Gabriel Salmon - Catalogue de
l'exposition "America. L'Amérique est née à Saint-Dié-des-Vosges en
1507" (1992), Dominio público, https://commons.wikimedia.org/w/index.php?curid=928758
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