“Nuestras herramientas son finas, nuevas y útiles;
Siempre las llevamos con nosotros;
Sirven para todo,
Y si quieres tocarlas, puedes hacerlo”.
Esta canción, traducida por Peter Burke, es típica del carnaval florentino, y fue cantada por un grupo de fabricantes de llaves a las mujeres que presenciaban su desfile. Teniendo en cuenta que aún hoy la palabra chiave en Italia significa “pene”, el doble sentido es muy claro.
El término carnaval (que parece derivar de las palabras carne y levare) significa literalmente “llevarse la carne”, obviamente no solo aludiendo a la animal, sino también al sentido sexual de la palabra carne. El carnaval es un tiempo de indulgencia, un momento del año en el que todo vale, previo a la abstención (en muchos aspectos) posterior obligada en la cuaresma. La carne, el vino, las burlas a las autoridades, la violencia y el sexo eran los principales protagonistas de esta fiesta.
Las imágenes de elementos que tienen que ver con la sexualidad en los carnavales de la época son muy numerosas. Era muy común ver a hombres con máscaras que poseían largas narices, que eran interpretadas como un símil de la longitud del miembro viril. Además, también era típico en muchas de estas fiestas carnavalescas comer salchichas, de modo que las conversaciones en la comida derivasen directamente a chistes relacionados con el sexo. Existe un caso concreto, en Konigsberg, donde se mandó a realizar una salchicha que pesó 440 libras.
Músicos disfrazados de judíos. Franco Bertelli. 1642
En Alemania, era tradición que las mujeres solteras desfilasen tirando de un arado por las calles mientras los hombres restallaban látigos por encima de sus cabezas; en muchas ciudades italianas las prostitutas celebraban carreras (era muy particular el caso de Venecia, en el que se hacían regatas entre ellas). Muy curioso era el caso de las bodas burlescas, en las que los hombres se disfrazaban de novia y “se casaban” con un animal, que podía ser un perro o un oso. Más conocidos son los casos de las fiestas de enmascarados en Italia y España, donde al ser anónimos se gozaba de una mayor libertad, pudiéndose dotar los individuos de una personalidad nueva.
Aunque el carnaval era predominante en las zonas mediterráneas de Europa (Italia, Francia y España), también encontramos fiestas carnavalescas en la Inglaterra moderna, con la diferencia de que se celebraban en el mes de mayo, debido a las duras temperaturas en esta zona durante los primeros meses del año y el carácter callejero de la fiesta. Enrique VIII era muy aficionado a dar mascaradas en su corte y la gente en las calles se divertía bailando, filtreando, haciendo carreras y otros deportes. Los jóvenes se escondían en el bosque para, según una descripción del siglo XVI, “pasar toda la noche participando en placenteros pasatiempos”. Los índices poblacionales de la época muestran una mayor concepción en este mes que en cualquier otro del año en Inglaterra.
El hecho de que el carnaval fuese una fiesta con un contundente contenido sexual (además de llevar intrínsecas otras conductas éticamente poco correctas) hizo que los partidarios de la reforma protestante se pusieran en contra de esta fiesta. Tal y como afirma Peter Burke, “los reformadores eran puritanos en el sentido literal del término, pues su objetivo era purificar”. Pretendían, si no suprimir los festivales carnavalescos, cambiar algunos elementos de la cultura popular. Y no solo las condenaron verbalmente, sino que se entrometieron en la celebración en multitud de ocasiones y cerraron teatros, quemaron panfletos y destruían imágenes.
Sobre las hipótesis del significado real del carnaval hay mucho hablado, y van desde las más funcionalistas (el carnaval como vía de escape de una sociedad tan estrictamente estructurada, es decir, la ruptura del orden social establecido como fin primero) hasta las más abstractas (fiesta en la que se pretende construir un mundo paralelo y utópico, una ilusión). Puede que en muchos sentidos el significado de la fiesta haya cambiado, pero una gran cantidad de elementos que hacen que sea una de las fiestas más esperadas del año en muchos lugares permanecen: la musicalidad, los disfraces, los desfiles…
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