Las
obras del historiador Flavio Josefo son testimonios fundamentales a la hora de
estudiar el cruce de identidades entre cultura griega, romana y judía en la
Antigüedad, pues en su persona pueden confluir un poco de todas estas etnias
debido a las circunstancias que se le ofrecieron a lo largo de su vida. Es por
esto por lo que, no solo sus escritos, también su misma biografía puede servir
para obtener datos de estas tres culturas que hemos mencionado.
Nacido
en el 37/38 d. C., el mismo año en el que Calígula se convierte en emperador,
en el seno de una familia de alta clase sacerdotal, recibió una buena
educación, por lo que en los primeros años de su adolescencia era capaz de
hacerse respetar con sus opiniones entre los Sumos Sacerdotes y autoridades
civiles. A partir de los dieciséis años quiso conocer los preceptos de los
grupos religiosos judíos más importantes de su época: fariseos, saduceos y esenios,
por lo que fue incorporándose a estas comunidades sucesivamente, eligiendo
finalmente la corriente farisea como la más afín a sus intereses.
Supuesto retrato de Flavio Josefo
A
los veintiséis años, Josefo tuvo la misión de viajar a Roma para ayudar a un
grupo de sacerdotes judíos que habían acudido para defenderse de ciertos cargos
ante el emperador. Tuvo éxito en su misión, pues estos sacerdotes salieron del
juicio sin cargos, y, al volver a Judea en el año 66 d. C., se topó con una
situación muy complicada: una parte de la población judía se había levantado en
armas contra los romanos. Josefo participó en la fase inicial como jefe militar
de la región de Galilea y terminó entregándose a las fuerzas romanas en el año
67, después de haber estado oculto cuando la guerra se tornó definitivamente
desfavorable para el pueblo judío.
Su
entrega a los romanos fue un acto deshonroso desde el punto de vista judío,
pues, en teoría, debió haberse suicidado conjuntamente con sus hombres antes de
caer en manos de los soldados del Imperio. Sin embargo, Josefo y uno de sus
soldados más cercanos decidieron no hacerlo. Cuando el pueblo se enteró de la
muerte del resto de los soldados, que sí se habían dado muerte, lloraron
también a Josefo como si fuera un héroe, dando por sentado que estaba entre los
fallecidos. Cuando los judíos se enteraron de que había preferido salvarse y
ser prisionero, pasaron a considerarlo un simple desertor.
En
la corte romana, Josefo ganó rápidamente el favor de Vespasiano y Tito, pues
predijo que éste último sería emperador. Cuando sus premoniciones se hicieron
realidad, Tito convirtió a Josefo en un intermediario entre los judíos de
Jerusalén y el Imperio, e intentó mediar en favor de Roma entre la población
judía para que rindieran la ciudad, sin resultados. Tito terminó conquistando
Jerusalén y Josefo volvió a Roma, convirtiéndose el palacio en el que
Vespasiano habitara en su hogar. Obtuvo, además, la ciudadanía romana (de ahí
su nombre romano, Flavio) y el emperador le compensó con nuevas tierras las que
había perdido en Judea al serle confiscadas para fijar el ejército romano en
ellas su campamento.
Se
desconoce la fecha exacta de su muerte, aunque debió ser después del 93/94,
pues en esa fecha publicó Antigüedades
Judías, según señala el propio Josefo en la misma obra, y algo más tarde
escribió Contra Apión.
Todos
estos datos sobre su biografía los cuenta el mismo Josefo en sus obras. El no
ocultar su conducta poco honorable siendo soldado judío hace que pueda
confiarse en su palabra a la hora de relatar hechos que tienen poco a nada que
ver con él, por lo que en lo que vivió en primera persona, se considera una
fuente fiable.
BIBLIOGRAFÍA
F. JOSEFO, Antigüedades
Judías, Madrid, Ediciones Akal, 1997.
VIDAL-NAQUET, P., Ensayos
de historiografía. La historiografía griega bajo el Imperio Romano: Flavio
Arriano y Flavio Josefo, Madrid, Alianza, 1990.
WEBGRAFÍA DE IMÁGENES
Retrato de Flavio Josefo: https://romaenundia.files.wordpress.com/2015/06/josefo.jpg
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