La llamada
revolución de La Gloriosa tuvo lugar
en septiembre de 1868. Cuarenta y cinco dirigentes de ideología progresista y demócrata,
entre los cuales se encontraban el general Juan Prim y Prats y el general
Serrano, se enfrentaron al reinado de Isabel II. Tras la victoria en la Batalla
de Alcolea el 18 de septiembre, se formó un gobierno provisional, dirigido por
el General Serrano, que proclamó las libertades de expresión, asociación, reunión
y la libertad de cultos.
La Constitución
se promulgó el día seis de junio de 1869. Era necesaria la búsqueda de un nuevo
rey, puesto que estaban decididos a mantener la monarquía en España. Se
barajaban varias posibilidades, y de ellas debieron ocuparse Serrano, que había
sido presidente del Gobierno Provisional formado tras la Gloriosa, y elegido regente por las Cortes el 15 de junio de 1869,
y el General Prim, que en la sombra era quien lo organizaba todo.
Por un lado
estaba la candidatura de Antonio de Orleans, duque de Montpensier e hijo de
Luis Felipe de Orleans, rey de Francia. Estaba casado con la hermana de Isabel
II, Luisa Fernanda, y apoyado por la antigua Unión Liberal y una parte del
ejército. Hay que tener en cuenta que su relación con Isabel II era, cuanto
menos, tormentosa. Era de todos sabido que había financiado golpes contra ella,
así como la propia Gloriosa. Además,
no dejaba de vérsele como a un rey extranjero y siendo francés tendría
problemas por el recuerdo de la Guerra de Independencia.
Las candidaturas
portuguesas planteaban dos problemas a Inglaterra, protectora tradicionales del
país vecino: la unidad dinástica y territorial entre España y los lusitanos y
la posible pérdida de las importantes relaciones comerciales entre ambos. El
iberismo (o unión ibérica) era visto con un gran temor tanto desde Gran Bretaña
como desde Francia. Además, ni siquiera los propios candidatos estaban de
acuerdo con aceptar el trono español. Por un lado, Fernando de Sajonia-Coburgo,
que había sido rey consorte de Portugal junto a la fallecida reina María II,
era ya de una avanzada edad y decidió rechazar el trono. El hijo mayor de
ambos, Pedro V, era Gobernador de Brasil, por lo que su candidatura no se
planteó. Por otro lado estaba Luis I, el segundo hijo del matrimonio, rey de
Portugal, que tampoco veía clara la unión con España.
También se miró
hacia el joven reino de Italia para el problema de las candidaturas al trono.
En él, a la altura de 1870, se había establecido una monarquía dirigida por la
familia de Saboya. El monarca,Víctor Manuel II, tenía como sucesores a Humberto
I, después a Amadeo de Saboya (duque de Aosta) y finalmente a Tomás de Saboya
(duque de Génova), su sobrino. La primera candidatura italiana que se presentó
al trono de España fue la de Amadeo, a instancias de Prim. Pero esta
candidatura presentaba un problema: la familia de Saboya, al unificar Italia,
había provocado que el amplio territorio de influencia del papado quedase
reducido al Estado del Vaticano, lo cual les había costado la excomunión.
Además, el propio Amadeo rechazó el trono español. Así Prim, respaldado por el
Gobierno, sugirió la candidatura del duque de Génova (de tan sólo 13 años) a
finales de 1869. Pero la propia madre del duque se oponía a la candidatura, de
modo que acabó descartándose a pesar de los esfuerzos de Prim. En el verano de
1870 se consideró lícito revisar la
propuesta de la candidatura al trono de Amadeo de Saboya, pero eso sería ya en
el verano de 1870 .
La candidatura
del prusiano Leopoldo de Hohenzollern-Sigmaringen parecía factible, pues era
católico y no tenía problemas con el Papa. Estaba casado con Antonia María de
Portugal, la hermana del rey de Portugal, Luis I, y del Gobernador de Brasil,
Pedro V, así hija de Fernando de Coburgo-Sajonia y de la ya fallecida María II
de Portugal. Por tanto, el miedo al iberismo tanto desde Inglaterra, como desde
Portugal, trató de frenar esta candidatura. La Unión Ibérica, que deseaban
demócratas y progresistas, era posible puesto que además de estar Leopoldo
casado con Antonia María, su hermana, Estefanía de Hohenzollern, estaba casada
a su vez con Pedro V de Brasil. Puede que el interés de Bismarck (artífice de
la unificación alemana) en la candidatura de Hohenzollern radicara en su
intento de acercarse al mundo colonial portugués, en una época en la que
Alemania no gozaba de los beneficios de los imperios coloniales que tenían
Francia e Inglaterra.
El gobierno provisional de 1869
La candidatura
que se consideró “menos peligrosa” fue la de Amadeo de Saboya, que como he
indicado anteriormente, se volvió a sugerir en 1870. Pero su reinado, iniciado
en 1871, resultó ser un fracaso que apenas duró dos años, lo cual seguramente
tenía uno de sus motivos en el hecho de que el monarca no hablara castellano.
Amadeo renunció al trono español el 11 de febrero de 1873. Fue entonces cuando
surgió la idea de formar, por primera vez en la Historia de España, un Estado
republicano. Emilio Castelar, futuro presidente del Poder Ejecutivo en la I
República, decía:
“Señores, con Fernando VII murió la Monarquía tradicional; con la fuga
de Doña Isabel II la Monarquía parlamentaria; con la renuncia de D. Amadeo de
Saboya la monarquía democrática: nadie ha acabado con ella; ha muerto por sí
misma.” (Sesión del Congreso de los
Diputados de los días 10, 11 y 12 de febrero de 1873, p. 131).
Como vemos, la
cuestión de la candidatura al trono español no radicaba únicamente en los
intereses nacionales. Nuestros vecinos europeos también miraban con atención lo
que aquí se decidía con el objetivo de estar preparados para lograr sus
pretensiones. Las enrevesadas conexiones familiares entre las distintas casas
reales servían de tablero de juego para las ambiciones de los políticos, que
veían en los matrimonios y las candidaturas la ocasión perfecta para ejercer
más poder sobre el país propio o los aliados. España, sin duda, no era una
excepción. Con el antiguo imperio colonial
ya en absoluta decadencia, era mucho más sencillo que antes intentar
controlar el trono desde fuera.
Bibliografía:
Congreso de los Diputados, Sesión permanente
celebrada en los días 10, 11 y 12 de febrero de 1873, Madrid: Carlos
Bailly-Bailliere, 1873, p. 131.
Espadas Burgos,
Manuel [et al.], Historia General de
España y América, Tomo XVI-2,
Madrid: Rialp, 1981, pp. 190-192.
Fuentes, Juan
Francisco, El fin del Antiguo Régimen
(1808-1868): política y sociedad, Madrid: Síntesis, 2007, p. 235.
Paredes Javier, Historia Contemporánea de España, siglo XIX,
Barcelona: Ariel, 2008, pp. 263, 264.
Speroni Gigi, Amadeo de Saboya, rey de España, Barcelona:
Editorial Juventud, 1989, p. 88.
Suárez Cortina,
Manuel, La España liberal (1868-1917):
política y sociedad, Madrid: Síntesis, 2006, pp. 31, 33-35.
Fuente de la imagen: https://commons.wikimedia.org/wiki/File:LeopoldHS.jpg
(autorizada para reutilización).
Sobre la autora:
Ariadna Muriel Humanes
Graduada en Historia por la
Universidad Complutense de Madrid (promoción 2012-2016), en el último curso
elegió los itinerarios de Historia Contemporánea e Historia de América. Su Trabajo
Fin de Grado consistió en un estado de la cuestión respecto al estudio de la
experiencia emocional de los soldados de la Primera Guerra Mundial en el frente
occidental. Sus intereses giran en torno de la microhistoria, la Historia de
las Emociones y la Historia Social, así como en las artes y su relación con el
proceso histórico. Además, es actriz en una asociación teatral de Rivas
Vaciamadrid.
Actualmente se dedica a escribir
artículos para revistas digitales independientes de divulgación histórica y
reseñas literarias en un blog de autoría propia, en castellano e inglés (https://elacantiladodedover.wordpress.com/).
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