martes, 29 de agosto de 2017

Los templarios en la Corona de Aragón (1131-1312)

Al pensar en los caballeros templarios, nos vienen inmediatamente a la mente recuerdos de grandes batallas, luchas sin cuartel en Tierra Santa y de una actitud humilde y ejemplar propia de una orden religiosa.

No obstante, tras estas escuetas líneas quedan muchas piezas por descubrir y encajar para saber cuál fue realmente su historia. A lo largo de este artículo, daremos detalles sobre la misma haciendo hincapié en algunas cuestiones relacionadas con: su origen, nombre característico, su papel en la Corona de Aragón y cómo éste influiría posteriormente en la disolución de la orden junto a una serie de factores.


En primer lugar, cabría decir que el nacimiento de la Orden del Temple está altamente relacionado con el contexto posterior a la primera cruzada  (1096-1099). En este periodo histórico de campañas militares y grandes peregrinaciones armadas, los cruzados cristianos tomaron Jerusalén y parte de la actual al dominio musulmán. No obstante, el control sobre el territorio era bastante débil y poco efectivo en la práctica. Asunto que era fácilmente perceptible, al observar la gran cantidad de ataques que sufrían los peregrinos que acudían a Tierra Santa, en el trayecto entre la costa y Jerusalén.

Con el fin de garantizar la seguridad del peregrino y erradicar esta amenaza, surgió un pequeño grupo de caballeros cruzados que se asociarían hacia el 1119, a los cuales se les concedió como cuartel general el área del antiguo templo judío de Jerusalén, de ahí que empezaran a ser reconocidos como la “Orden del Temple”.

En los primeros años sufrieron serias dificultades, debido a la escasez de miembros y a la falta de financiación. Con el fin de buscar una solución a ello, el líder templario, Hugo de Payens partió en el 1127 hacia Roma para reunirse con el Papa Honorio II, con el objetivo de pedir el reconocimiento oficial de la Orden. Para debatir esta cuestión, el 13 de enero de 1129 en Troyes, se  convocaría un Concilio que portaría el mismo nombre de la ciudad francesa en la que se celebró.


Huge Payens

El resultado, fue que este mismo año se obtendría el reconocimiento eclesiástico y el respaldo de diversos intelectuales entre los que destacó Bernardo de Claraval, quien escribió una obra titulada “Elogio de la nueva milicia” para animar a la nobleza europea a entrar en el Temple. A  partir de este momento lograría un mayor éxito basado en un aumento sustancial del número de miembros y de las donaciones dadas a favor de su causa, dando solución de este modo a las carencias iniciales de la orden.

Tras su reconocimiento en el Concilio, pasarían 10 años hasta que el Papa Inocencio II la reconociera definitivamente como Orden oficial. Este estatus llevaría consigo, la dependencia directa de la autoridad pontificia y a su vez eximiría a la orden de la jurisdicción episcopal. A raíz de esto, podemos dejar constancia de que fue la primera orden de carácter religioso-militar, que configuró el prototipo de otras tantas que irían surgiendo a lo largo de los siglos XII y XIII, como es el caso de las órdenes de Calatrava (1158), Teutónica (1190) y de Santiago (1158).


En el colofón del siglo XII, la Orden del Temple no sólo sería considerada como una fuerza de escolta de peregrinos, sino más bien, como una de las fuerzas militares más destacadas del reino de Jerusalén, cuya influencia política era notable en el Oriente Latino.

Respecto a su papel en la Corona de Aragón, la Orden se instauró en estos territorios en el 1131, en el contexto del avance cristiano en la conquista de la península ibérica. La alta nobleza aragonesa y el propio rey le mostraron su reconocimiento y admiración por su labor en Tierra Santa  y los agasajaron con propiedades y rentas para conseguir su favor con vistas a que colaboraran en la empresa militar que estaban llevando a cabo.

Inicialmente, la Orden de los Templarios no tenía ningún interés en implicarse en esta conquista, sino que sus objetivos principales se basaban en recoger donativos y ganar adeptos para ayudar a sus compañeros en Tierra Santa. No obstante, tras la celebración de una asamblea el 15 de abril de 1134 convocada por el Conde de Barcelona (Ramón Berenger III) se les ofreció grandes privilegios si se decidían a colaborar a favor de la Corona de Aragón, como finalmente hicieron. De hecho, tras finalizar las campañas de Berenguer y su hijo Alfonso, las encomiendas templarias se extenderían por todo el territorio de la Corona, acentuando su presencia al sur del río Ebro y en la región montañosa de Teruel con la intención de proteger la frontera y preparar el avance hacia Valencia.

La influencia política del Temple en la Corona de  Aragón llegó a su culmen durante los reinados de Pedro II (1196-1213) y Jaime I (1213-1270), destacando las numerosas concesiones realizadas tras  la conquista de Valencia y Mallorca. De la primera, recibirían parte de la ciudad de Valencia, la torre de Alibufat y su barrio circundante, además, las posesiones de las ciudades de Peníscola, Xivert y Burriana dónde más adelante fundarían conventos. Y de la segunda, obtendrían la Almudaina de los judíos, 525 caballerías y 365 propiedades inmobiliarias.

Durante los reinados de Pedro III, Alfonso III y Jaime II, no hubo concesiones territoriales como se habían ido realizando en los anteriores. No obstante, se siguieron conservando los privilegios (exenciones reales y pago de varios impuestos). En estos tres reinados se les consideraba en palabras de Juan García Atienza: “huéspedes sin funciones que vivían de las glorias pasadas”.

En tiempos de Pedro III se enfrentarían a una difícil situación ante la conquista de Sicilia (1282), ya que se trataba de un feudo de la Santa Sede y ellos rendían fidelidad tanto al Papa como a la Corona de Aragón. Éstos no se opusieron directamente a la voluntad papal, pero sirvieron a Pedro III  y a su tierra, mostrando fidelidad a la Corona por encima de otras consideraciones.

A pesar del panorama exitoso, en 1291 tras la caída de Acre desaparecieron los Estados Latinos de Tierra Santa, hecho que tuvo como consecuencia la finalización de la misión originaria de la Orden. A la suma, se extendieron una serie de calumnias acerca de esta Orden que fueron secundadas por Felipe el Hermoso de Francia (1285-1314) y Jaime II de Aragón (1291-1314).Las cuales, desatarían una serie de persecuciones y la prohibición de usar nombres y símbolos distintivos de la Orden bajo pena de excomunión, por veredicto del Papa Clemente V.


Jacques Molay sentenciado a la hoguera

Ante esta situación muchos templarios se encerraron en sus fortalezas para luchar contra las fuerzas reales, pero éstas fueron sucumbiendo a lo largo del tiempo y los altos cargos de la Orden como es el caso de Jacques Molay, fueron sentenciados a morir en la hoguera.

Finalmente, en 1312 el Papa Clemente V disolvió definitivamente la Orden. Los templarios capturados serían absueltos a título de exclaustrados bajo la tutela episcopal.  Aquellos que pertenecieron a esta Orden religioso-militar se dispersaron y cada cual ocupó una nueva labor: muchos recalaron en otras órdenes, otros acabaron alistándose entre los almogávares de Oriente a modo de mercenarios y algunos se retiraron para llevar una vida fuera del campo de batalla.

Bibliografía:

Archivo Histórico Nacional,CODICES,L.598

Fuget, Joan, y  Carme Plaza. Los templarios en la Península Ibérica. Madrid: Editorial Círculo de Lectores, 2005.

García, Juan. Los enclaves templarios. Barcelona: Ediciones Martínez Roca, 2002.

Ortuño, Manuel. "Publicación digital de Historia y Ciencias Sociales". Revista de Claseshistoria, nº301 (2012),   http://www.claseshistoria.com/revista/2012/articulos/ortuno-templarios.html   (Consultado el 1 de Agosto de 2017).

De Moxó, Francisco . “Los templarios en la Corona de Aragón”. Aragón en la Edad Media, nº10-11 (1993), https://dialnet.unirioja.es/servlet/articulo?codigo=108470 (Consultado el 1 de Agosto de 2017).


Imágenes:




Escudo de la orden de Calatrava: https://es.wikipedia.org/wiki/Cruz_de_Calatrava



Sobre el autor:

Francisco José Gómez García

Graduado en Geografía e Historia por la Universidad Pablo de Olavide, promoción 2012-2016. Periodo en el que desarrolló su interés en la violencia, redes de comercio y nodos de comunicación de la Monarquía Hispánica en Oriente durante la Edad Moderna. Su Trabajo Fin de grado, titulado “La masacre de los sangleyes en el contexto de la imprenta sevillana”, estuvo estrechamente relacionado con estos asuntos. Además, muestra interés por la historia militar, las catástrofes naturales en la historia y la archivística. Actualmente, está matriculado en el Máster en Historia y Humanidades Digitales, organizado por la Universidad Pablo de Olavide.

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