martes, 15 de noviembre de 2016

Cristianos vs paganos: conflictos religiosos en el Imperio Romano durante el siglo IV d. C.

En el año 2009 el director Alejandro Amenábar estrenaba su esperada Ágora, un film que, precedido de otras dos películas de gran calado internacional, obtuvo un notable éxito comercial. A pesar de tratarse de una superproducción que cosechó valoraciones en su mayoría positivas, en algunos países la película sobre Hipatia de Alejandría fue objeto de numerosas críticas que acusaban al director de promover el odio contra los cristianos y reforzar los tópicos sobre la Iglesia Católica. Aunque estas acusaciones causaron aún más expectación entre el público, lo cierto es que la cinta mostraba con acierto la lucha entre una religión en decadencia y una fe que iba ganando progresivamente adeptos. Una confrontación desigual que perduró durante mucho más tiempo del deseado, poniendo en jaque a un imperio cada vez más sobrepasado por sus circunstancias. ¿Cómo pudo producirse esta situación? ¿Qué fue lo que impulsó a que el cristianismo consiguiera una importancia tal como para desbancar a unas creencias paganas sumamente antiguas muy enraizadas socialmente?


En el 380 d.C el conocido emperador Teodosio I (378-395) promulgó el Edicto de Tesalónica (también llamado Cunctos Populus, o A todos los pueblos) en donde decretaba que todos los habitantes de los territorios en su poder debían abandonar sus ancestrales creencias religiosas para adherirse al cristianismo. Dicho credo, oficial a partir de este momento en todos los rincones del Imperio Romano, había recorrido un largo camino desde su aparición, en el siglo I d.C. Los cristianos habían recibido todo tipo de amenazas y habían sido objeto de persecuciones y asesinatos en masa, pero su fe se había propagado con tal fuerza que además de sobrevivir a la crudeza de los tiempos había conseguido penetrar en todos los sectores sociales.


Crismón antiguo hallado en Argel. Muy populares durante los primeros tiempos del cristianismo, era un anagrama de Cristo formado por las letras X y P, iniciales del nombre de Cristo en griego. Se encuentra en el Museo del Louvre.

La implicación de emperadores como el propio Teodosio I, que acabaría ordenando la prohibición cualquier práctica pagana, radica esencialmente en que los emperadores habían tomado conciencia de que el "problema cristiano" (tratado por sus antecesores con excesiva rudeza) no iba a resolverse por medio de las armas. Galerio Maximiano (260-311) a través del Edicto de Tolerancia (311) pondría final a la política represiva en contra de los cristianos que con tanto ahínco habían aplicado algunos otros emperadores como Diocleciano. A esa concesión se le sumaría el Edicto de Milán (313) promulgado por Constantino I (272-337) que establecía absoluta libertad de culto para los cristianos. A pesar de estas concesiones el cristianismo había penetrado desde hacía tiempo en los diferentes territorios que englobaban el Imperio Romano, obteniendo una notoriedad significativa incluso mucho antes de que la legislación imperial favoreciera a este credo.

En el caso de Hispania, una de las áreas con más peso dentro del mundo romano, el cristianismo se practicaba con cierta normalidad desde antes del Edicto de Tesalónica, a pesar de que la realidad que se vivía en el siglo IV impedía que dicha religión desbancara a las ya existentes. Hispania, como algunas otras áreas del Imperio, evidenciaba el apego de una mayoría de sus gentes por sus ancestrales creencias paganas. Entre las evidencias arqueológicas que se han encontrado y que demuestran cómo el paganismo estaba muy activo en Hispania, disponemos de una serie de inscripciones halladas en Cantabria dedicadas a Erudinus, un dios pagano de la mitología cántabra. Asimismo, y al margen de las religiones indígenas prerromanas tan importantes en el área norte de la península, también habían tomado fuerza cultos orientales y mistéricos que pervivieron más allá del siglo IV d.C. Pero sin lugar a dudas nada podía compararse a la fortaleza que mostraba la religión estatal romana, la cual estaba provista de un importante número de devotos de toda clase y condición que intentaron frenar la creciente influencia del cristianismo.


En la imagen pueden apreciarse los restos arqueológicos del Templo de Diana, erigido en torno al siglo I a.C en Emerita Augusta (Mérida, Extremadura). Actualmente se cree que este espacio, antaño lujoso y muy decorado, estaba destinado al culto al emperador.


Aunque el avance del cristianismo parecía inexorable, el hecho de que se mostrara una pública resistencia de personalidades del mundo cultural y político abiertamente paganos fomentó la aparición de algunas comunidades cristianas de tipo rigorista que, a través de acciones violentas, intentaron imponer su fe. Las reacciones descontroladas de estos cristianos (los cuales demolerían obras y templos paganos como los santuarios altoimperiales de Ebora o Emerita) dieron a los paganos el argumento perfecto para defender sus creencias, aludiendo a cómo el cristianismo había roto la débil cohesión de un imperio cada vez más asediado por los problemas. Por contra, en el seno cristiano, dichas acciones fueron condenadas y criticadas por aquellos que consideraban negativo la forma en la que se pretendía imponer la fe. Decididos a conseguir que el cristianismo se antepusiera al paganismo de una forma más pacífica sin que ello implicara una división entre sus fieles, la Iglesia establecería una serie de medidas que incluían la prohibición a los cristianos a participar en cultos y prácticas paganas o el disponer de imágenes de divinidades paganas en sus hogares; además las destrucciones sistemáticas de templos y obras paganas serían condenadas.

El que se estableciera que los cristianos que fallecieran por participar en acciones contra santuarios paganos no serían considerados mártires frenó en buena medida la ola de ferviente exaltación religiosa, pero la situación tomaría un cariz sustancialmente diferente en años venideros. En un momento de extrema gravedad para el Imperio Romano algunos emperadores agudizaron esos enfrentamientos posicionándose aún más claramente al lado del cristianismo. Arcadio (378-408) y Honorio (384-423), emperadores del Imperio Romano de Oriente y Occidente, decretarían en el 408 que los bienes de los templos paganos existentes en sus dominios fueran incautados para ponerlos al servicio de los templos cristianos. Valentiniano III (419-455) iría más allá al permitir la destrucción de los santuarios paganos, que serían purificados colocando una cruz en su lugar. Todo ello haría que en algunas zonas se volvieran a producir ataques y actos violentos que se encontraban amparados por la legislación imperial, a pesar de que continuaban siendo prácticas mal vistas y peor aceptadas por sectores cristianos muy críticos.

Siguen existiendo evidencias arqueológicas que prueban que a pesar de que la Iglesia se esforzó para que el paganismo fuera erradicado a través de prohibiciones y evangelizaciones en masa, en época altomedieval siguieron rindiéndose culto a ciertas divinidades. Sabemos, por ejemplo, que en Hispania siguió rindiéndose culto a las ninfas (divinidades relacionadas con la naturaleza, lugares sagrados y elementos varios) en fechas posteriores al siglo IV. El paganismo, de alguna u otra manera, siguió estando presente por medio de festividades, celebraciones o costumbres que con el paso del tiempo terminaron siendo asumidas por un cristianismo que las asimiló como propias concediéndoles un carácter sagrado. Unas celebraciones paganas tales como la “Noche de San Juan”, de gran relevancia en muchos países de Europa, que también han llegado hasta nosotros aunque no seamos conscientes de ello.

Bibliografía

Fernández, Francisco J. G. "Paganismo y cristianismo en la Hispania del siglo V d. C." Hispania antiqua 24 (2000): 261-276.

Momigliano, A. y otros., El conflicto entre el paganismo y el cristianismo en el siglo IV, Alianza editorial, Madrid, 1989.

Muro, Manuel S. "Cristianismo primitivo y paganismo romano en Hispania." Memorias de historia antigua 5 (1981): 173-186.


Rives, James B., Religion in the Roman empire. Wiley-Blackwell, 2006.

Imágenes

Crismón antiguo hallado en Argel.

https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEiyU1y4W1UisgnwtA9VGZxbKYnBBPf7bx8SE90Oy3bGIVpmH9LJdwBOZ9Z9AjtCHvPcm1RCE3QDBSH9JvZFZ7VkPpIligoLFtNdOWF0K8Fqh1HZREPh5qbq_ZWh887uWivUeStEjpj2W-o/s1600/600px-Chi-rho_mensa_Louvre_Ma_3023%5B1%5D.jpg


Conocido como Templo de Diana.

http://www.vuelaviajes.com/wp-content/2010/01/templediana.jpg 


Sobre la autora:

Romina Martínez. Licenciada en Historia por la Universidad de les Illes Balears (UIB), diplomada en Historia de les Illes Balears por la UIB y con el Máster de Formación del Profesorado (especialidad Geografía e Historia) por la misma universidad. Desde el 2012 colabora en diversos medios digitales que ha compaginado con la gestión de su propio blog llamado Tempus Fugit.

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