martes, 28 de marzo de 2017

Política y matrimonio: la emperatriz Pompeia Plotina

Pompeia Plotina, al igual que su esposo, el emperador Trajano, procedía de una de las nuevas familias provinciales de occidente que llegaron a adquirir un peso relevante en la élite romana. Hija de Lucio Pompeyo, miembro perteneciente al orden ecuestre, nació en torno al año 70 d.C. y fue posiblemente originaria de Nimes, ciudad de la Galia Narbonense. Lo más característico de esta emperatriz es sin duda alguna el papel políticamente activo que tuvo. Entre las mujeres de la dinastía, Plotina resaltó por actuar de manera más activa en varios aspectos de la vida política y sucesoria, aunque siempre dentro de los parámetros de discreción de la mujer romana. Además ostentó grandes propiedades y riquezas, y desempeñó un papel relevante como evérgeta.
Pese a esta consideración, es importante insistir en la idea de que todo tipo de poder ostentado por las mujeres en esta época no puede ser nunca equiparable al ostentado por los hombres. Las emperatrices no podían poner en cuestión el poder del emperador, razón por la cual todo acto realizado por estas no debía suponer una amenaza a la masculinidad ni al poder del marido, pues de ser así rompería con la estabilidad establecida. Ciertamente la situación de Plotina, como esposa del emperador la colocaba en una posición elevada dentro de la jerarquía social y política romana, pero las restricciones que les fueron impuestas por el hecho de ser mujer, la colocaba en una posición intermedia entre la esfera pública y la privada. Por tanto las actuaciones de Plotina aunque fueron destacadas también fueron limitadas.


Retrato Colosal de Plotina, en torno al 129 d. C. (Museo Vaticano)

Las diferentes fuentes aluden la posible asistencia de Plotina en muchos de los viajes realizado por su esposo, incluso antes de que éste fuera proclamado emperador, tal como ocurrió en la expedición militar del 88 a Colonia, cuando Trajano aún pertenecía al ejército del Rin. Asimismo, es posible que la futura emperatriz también estuviera junto a su esposo en los momentos más importante de su trayectoria, como parece indicar su presencia en el nombramiento de Trajano como gobernador de la Germania Superior en el 96.Sin embargo, tras ser proclamado emperador y recibir en Roma los honores correspondientes, Plotina pasó a ocupar un cargo muy importante en las cuestiones domésticas de la casa imperial, donde convivió con su cuñada, Ulpia Marciana, la sobrina de Trajano, Matidia y las dos hijas de ésta, Vibia Sabina, futura esposa de Adriano, y Matidia la Menor.
Debido a sus altas virtudes, el Senado la quiso proclamar Augusta, al igual que a su cuñada; sin embargo, en aquellos momentos ambas rechazaron aceptar tal honor y no fue hasta cinco años más tarde cuando aceptaron el título, en un momento en el que Trajano necesitaba de respaldo ideológico como pater patriae. Tal título elevaba a Plotina y a su cuñada como modelo de virtudes y ejemplo de mujer romana.
De las mujeres en general, y las emperatrices en particular se esperaba un comportamiento y cualidades digna de los valores tradicionales atribuidos a su sexo. Las máximas virtudes femeninas debían ir en paralelo a las máximas virtudes masculinas, pues la imagen idílica del máximo gobernante estaba íntegramente relacionada con la de su esposa, quien con su ejemplo de virtud le servía de honra. Sin duda alguna, la descripción que Plinio realiza sobre Plotina es un claro ejemplo de esta apreciación: “mujer modesta, obediente, sumisa a su esposo y austera en arreglos”. Plinio elogia las virtudes de Plotina al mismo tiempo que elogia al emperador por haberla formado así.
« En tu caso, tu esposa contribuye a tu dignidad y a tu gloria. ¿Quién hay que sea de costumbres más puras que ella?, ¿quién que se conforme mejor a los ideales de nuestra antigüedad? ¿Acaso si un Pontífice Máximo tuviese que elegir una esposa, no la elegiría a ella o a una semejante a ella? Si bien ¿dónde podría hallarse una como ella? ¡Cómo no reclama nada para sí de tu elevada posición a no ser el derecho de alegrarse por ella! ¡Con qué constancia muestra en todo momento que su afecto recae sobre ti, no sobre tu poder! Sois el uno para el otro los mismos que fuisteis en el pasado, os amáis por igual, y nada os ha dado la fortuna que ya no tuvieseis, a no ser el que comenzaseis a saber con qué serenidad podéis sobrellevar ambos la fortuna. ¡Y qué modesta se muestra en el vestir!, ¡qué discreta en su séquito!, ¡qué sencilla en su forma de caminar! Todo ello es mérito de su marido, quién así la instruyó y así la educó, pues para una esposa es gloria suficiente mostrarse sumisa. ¿O acaso, al ver que no forman parte de tu séquito ni el terror ni la pompa, no ha de caminar también ella en silencio y, en la medida en que se lo permite su sexo, imitar a su marido, que siempre va pie? Ésa es la conducta que le convendría, aunque tú te comportases de otro modo. Pero, cuando es tanta la modestia del marido, ¡cuánto respeto debe una esposa a su esposo, y una mujer a sí misma! » (Plin. Pan. 83-84)
En el 113 d.C., Plotina, Matidia y el mismísimo Adriano, acompañaron a Trajano a la guerra contra los Partos en Oriente y fue dos años más tarde, cuando el emperador, víctima de un ataque que casi le costó la vida, comenzó a cuestionarse la designación del sucesor imperial. En este hecho, la actuación de Plotina fue realmente relevante para el futuro del imperio, pues su intervención en este acto fue esencial para conseguir que su esposo, ya agonizante, adoptara y eligiera a Adriano como heredero del imperio.
Plotina, quien tenía una marcada influencia en el acuerdo matrimonial entre Adriano y Sabina, se mostró activa en su apoyo a la carrera de Adriano tal como se expresa en la frase:«(Hadrianus) usus Plotinae quoque favore». La influencia de Plotina en la elección y adopción de Adriano fue tan mayúscula que rápidamente se generaron todo tipos de rumores acerca de una posible maniobra ideada por estos. Sin embargo, ante tal cuestión cabría preguntarse cuáles debieron ser los verdaderos intereses de la emperatriz a la hora de apoyar al marido de su sobrina nieta en su afán por optar al gobierno del Imperio.


Sestercio de Pompeia Plotina

Ciertamente, Plotina y Adriano compartían muchas ideas y pasiones. Entre ellas, su amor incondicional hacia la cultura helénica. Plotina fue fiel defensora y protectora de la filosofía epicúrea y el arte griego, unos intereses comunes y acorde con el programa político e ideológico del futuro emperador. Realmente, el hecho de compartir tales pasiones con el nuevo emperador la situó dentro del círculo de personas de interés y confianza del mismo.
Una vez más, la imagen de Plotina tras el fallecimiento de su esposo fue exhibida de manera aclamada como modelo de mujer uniuria, es decir, mujer de un solo un hombre que permaneció sola el resto de su vida. La muerte de ésta provocó el retorno inmediato de Adriano a la Galia, donde mandó erigir un templo en honor a la emperatriz. El emperador la colmó de honores y dio paso inmediato a la consagración de Plotina como diva en el año 123 d.C.


BIBLIOGRAFÍA:
-          Cid López, R Mª, “Madres para Roma. Las «castas» matronas y la res publica” en Cid López, R. M. (coord.), Madres y maternidades: construcciones culturales en la civilización clásica, Oviedo: KRK, 2009, 157-161.
-          Hidalgo de la Vega, M.J. “Plotina, Sabina y las dos Faustinas: La función de las augustas en la política imperial”, Studia historia, 18, (2000),191-224.
-          Hidalgo de la Vega, Mª J, “Maternidad y poder político: las princesas julio-claudias” en Cid López, R. M. (coord.), Madres y maternidades: construcciones culturales en la civilización clásica, Cid López, Oviedo: KRK, 2009,187-197.
-          Hidalgo de la Vega, Mª José, “Emperatrices paganas y cristianas: poder oculto e imagen pública” en Domínguez Arranz, A. (ed.), Mujeres en la antigüedad clásica. Género, poder y conflicto, Madrid: Sílex, 2010, 185-207.
-          Hidalgo de la Vega, Mª José, Las emperatrices romanas: sueños de púrpura y poder oculto. Salamanca. Ediciones Universidad Salamanca, 2012.
-          Mirón Pérez, Mª D. Mujeres, religión y poder: el culto imperial en el occidente mediterráneo. Granada: Universidad de Granada, Instituto de Estudios de la Mujer, 1996.
-          Posadas, J. L. Emperatrices y princesas romanas, Madrid, Raíces, 2008.
-          Plinio el Joven. Epistolario (Libros I-X)/Panegírico del emperador Trajano (ed. José Carlos Martín) Madrid, Cátedra, 2007

IMÁGENES
Sestercio de Pompeia Plotina: http://huelvabuenasnoticias.com/2015/12/06/pompeya-plotina-la-joven-de-ituci-que-conquisto-al-emperador-trajano-y-marco-el-devenir-del-imperio-romano/
Retrato Colosal de Plotina: http://ancientrome.ru/art/artworken/img.htm?id=1208

Sobre la autora

Graduada en Geografía e Historia por la Universidad Pablo de Olavide, promoción 2011-2015. Realizó su Trabajo de final de Grado sobre el culto imperial en Itálica. Interesada en el género y los estudios históricos acerca de las mujeres en la Antigüedad y en la Modernidad. Realizó el Máster en Religiones y Sociedades organizado por la Universidad Pablo de Olavide y la Universidad Internacional de Andalucía, el cual culminó con el Trabajo de final de Máster titulado “Plotina y Sabina en la religión romana”. Actualmente cursa el Máster en Profesorado de Educación Secundaria Obligatoria y Bachillerato, Formación Profesional y Enseñanza de Idiomas en la Universidad Pablo de Olavide.




miércoles, 22 de marzo de 2017

Sexta sesión Ciclo de Conferencias Polycentricstates/COREDEX

El próximo 24 de marzo tendrá lugar la sexta sesión del ciclo de conferencias Polycentricstates/COREDEX. El ciclo está ligado al proyecto "El modelo policéntrico de soberanía compartida (siglos XVI-XVIII)" del área de Historia Moderna de la Universidad Pablo de Olavide y al Nodo Atlántico de la Red de excelencia Columnaria. Además tanto Éufrates como la Universidad de Murcia colaboramos en el mismo. Como hasta ahora cada sesión, consistirá en dos conferencias con sus respectivos debates. En este caso las ponencias van de la mano de Ofelia Rey Castelao (Universidad de Santiago de Compostela) y Francisco Martínez Gutiérrez ( Universidad de Granada ). La primera lleva por título "Culturas urbanas; las ciudades interiores en el Noroeste ibérico, dinámicas e impacto en el espacio rural", mientras que el de la segunda es "Depurando lealtades entre Madrid y Roma. Los cardenales españoles en el tránsito del valimiento de Lerma". Las conferencias tendrán lugar en el aula 9 del edificio 13 de la Universidad Pablo de Olavide a partir de las 16 horas. Desde Éufrates queremos invitaros a que nos apoyéis yendo a estas enriquecedoras sesiones, donde podréis escuchar a auténticos expertos en los distintos temas, preguntar y debatir con todos los asistentes.

martes, 21 de marzo de 2017

Filosofía y economía en la Grecia Clásica

La democracia ateniense y la filosofía son dos de las más relevantes aportaciones que la Grecia Clásica dejó a la humanidad. También fueron especialmente hábiles en la formulación de razonamientos matemáticos (aunque no en su aplicación a realidades prácticas), en la escultura y en la ética. Por desgracia, no fueron tan perspicaces en lo que respecta al pensamiento económico. Los griegos* consideraban que la economía (oikonomicos) era una actividad particularmente desagradable. Por ello, los artesanos, comerciantes y las mujeres, principales agentes económicos de la civilización griega, estaban relegados a una segunda, tercera o última posición en la escala social de la época. En este artículo voy a intentar exponer las tesis que sustentan estas premisas, núcleo fundamental del pensamiento del heterodoxo profesor de Historia Económica Jesús Huerta de Soto**.

El desarrollo de la actividad económica requiere tiempo, algo que los griegos preferían dedicar a los debates políticos, filosóficos o a la guerra. Por ello, podemos observar que en la mayoría de los filósofos hay un enorme desprecio a las actividades mundanas. Tanto es así, que tres de los grandes representantes de la filosofía griega construyen sus modelos teóricos en oposición a actividades imprescindibles para el desarrollo social como son las económicas. Pitágoras, el famoso matemático, fundó una secta estrictamente rigurosa que se apoderó de la ciudad de Crotona (Italia). Allí, intentaron imponer su modelo de vida y su doctrina filosófica, llevando al comercio a su ruina pues, entre otras cosas, estaban contraindicadas las actividades cuya dedicación se enfocase a lo material.


Busto de Pitágoras

Al final fue expulsado de la ciudad por los propios habitantes, que estaban asfixiados por las consecuencias de su doctrina y su totalitarismo. Por otro lado, Sócrates ejercía una oposición radical a cualquier actividad que implicase beneficio artesanal, industrial o mercantil. Como el propio Platón apunta en sus obras, Sócrates no dudaba en señalar a los jóvenes de Atenas que la vida de trabajo de sus padres (trabajos diarios en los campos del comercio, la artesanía, el mercado o la agricultura) eran ridículos y superficiales. Platón seguiría la estela de su maestro, pero la llevaría un paso más allá, señalando que la suprema virtud de todo individuo era la contemplación, solo al alcance de los más sabios (y de los que pudieran pagárselo). Como es bien sabido, Platón pertenecía a una familia aristocrática muy importante de Atenas y defendió, cuando pudo, al partido conservador de la ciudad. Casualmente, tanto Sócrates como Platón admiraban modelos políticos de corte totalitario. En el caso de Sócrates, Esparta, una oligarquía tenaz y férrea , era el modelo a seguir. Por su parte, Platón expuso un modelo político altamente jerarquizado, en el que la gente era clasificada y relegada a una clase social inamovible cuando tan solo eran unos niños. ¡E incluso intentó ponerlo en funcionamiento en la Magna Grecia como hizo Pitágoras con tan nefasto resultado! Los tres defendían con ahínco la humildad de espíritu y el desdén por la riqueza material pero nunca sufrieron situaciones de especial pesadumbre económica, ya fuese porque controlaban el poder, tenían mecenas que los sustentaban o eran directamente ricos.

En un punto intermedio frente a estas rigurosas doctrinas se encuentra la figura de Aristóteles, que dejó para la historia de la economía la esencial diferencia entre valor de uso y valor de cambio. Sin embargo, Aristóteles también entendía que la polis debía de ser un cuerpo autosuficiente organizado desde las mentes más privilegiadas y no como una manifestación histórica del proceso espontáneo de cooperación social entre personas. En este sentido, Aristóteles también infravaloró el trabajo y las actividades económicas (hablamos de pequeños comerciantes no grandes compañías), que actuaban de forma descentralizada, y que permitieron que la prosperidad llegase a Grecia y fuese posible el desarrollo de la filosofía y las artes cuando los hombres dispusieron de tiempo, gracias a sus beneficios, para reflexionar.



Aristóteles

Pocas son las figuras que plantean una realidad diferente, frente a la tradición hegemónica griega. Entre los antecedentes heterodoxos se encuentra la Hesíodo, que puso de relieve la escasez de los recursos que se pueden disponer en un tiempo y territorio concretos, así como la importancia de atender a la cuestión económica como algo esencial en el desarrollo humano. Para Hesíodo la competencia y el conflicto eran algo bueno, mientras que las leyes (naturales o acordadas) fuesen justas e iguales para todos. Por ello, se le puede considerar uno de los padres filosóficos de las doctrinas económicas libertarias. Los sofistas, tan criticados por las escolásticas mayoritarias griegas, van un paso más allá: simpatizan con el comercio y las actividades artesanales, rechazan el poder centralizado y defienden a ultranza la libertad de pensamiento, movimiento y actividad de los individuos mientras esté forjada en el respeto de la libertad de los otros. Protágoras, famoso sofista de la época de Pericles, con su conocida frase “el hombre es la medida de todas las cosas” quizás abriese la puerta al subjetivismo económico. Otra figura interesante en esta línea es Jenofonte. En su Oeconomicus, aportaría una definición de propiedad totalmente innovadora en el mundo griego: “esas cosas que el poseedor deberían encontrar ventajosas para los propósitos de su vida”. Esto lo convierte en el padre de la teoría de la eficiencia dinámica, una realidad económica muy estudiada por los teóricos económicos de la Escuela Austríaca.

Con todo esto, no se pretende reducir el valor de las aportaciones filosóficas de Sócrates, Platón o Aristóteles, que fueron incuestionablemente transcendentales. Tampoco, idealizar a los sofistas, que eran profundamente relativistas y apenas aportaron reflexiones serias al conjunto de la filosofía de la época. Sin embargo, podemos evidenciar que en lo que respecta al desarrollo del pensamiento económico, los griegos fueron muy conservadores, algo que puede constatarse en su desarrollo histórico. 

Notas

*Me refiero a los hombres blancos con condición de ciudadano. El resto, es decir, más del 70% de la población que habitaba las tierras helénicas, no tenían capacidad para imponer su voluntad de forma alguna, por lo cual, no podemos considerar sus apreciaciones por falta de registros y escasa relevancia histórica de sus actos.

**Recomiendo encarecidamente la lectura del artículo del profesor Huerta de Soto que se encuentra en la bibliografía a todos los interesados por lo mencionado en este artículo, ya que parto de las tesis enunciadas en ese trabajo. Así mismo, para ampliar información en este campo, recomiendo la lectura de la trilogía de libros de Antonio Escohotado “Los enemigos del comercio”, una recopilación única sobre la historia de la economía jamás contada en los institutos y universidades.

Bibliografía 

Escohotado, A., Los enemigos del comercio I: Historia de las ideas sobre la propiedad privada. Madrid: Espasa Libros, 2008.

Fraile, G., Historia de la Filosofía I. Madrid: Biblioteca de Autores Cristianos, 1956.

Huerta de Soto, J. “El pensamiento económico en la Antigua Grecia”, Instituto Mises Hispano. www.miseshispano.org. (Consultado el 15 de Noviembre de 2016).

Martínez Marzoa, F. Historia de la Filosofía I. Madrid: Itsmo, 2005.


Imágenes

Pitágoras: https://es.wikipedia.org/wiki/Pit%C3%A1goras

Aristóteles: http://www.ofrases.com/imagenes/aristoteles.jpg


Sobre el autor


Antón Guzmán 

Graduado en Antropología Social y Cultural por la Universidad de Sevilla e investigador social. Tiene una empresa de estudios de mercado y análisis sociológico (HUMES S.L.) y colabora con la Universidad de Sevilla investigando en el campo de la etnobotánica. Sus intereses están enfocados al estudio de la comunicación, los sistemas socioecosistémicos y la ontología, aunque su verdadera pasión es la literatura fantástica.



martes, 14 de marzo de 2017

Jaime IV de Mallorca, el desconocido rey errante

Muchos son los episodios históricos que, habiendo marcado el devenir de todo un pueblo, han sido completamente olvidados. Podríamos escribir mucho sobre ello y enfatizar cuánta razón tenía George Orwell al decir que "la historia la escriben los vencedores", pero en el siguiente artículo vamos a hablar de un rey que, habiendo tenido una vida realmente apasionante, apenas es conocido siglos después de su muerte. Y es que Jaime IV fue un monarca sin trono ni reino que, por avatares de la vida, se vio obligado a recorrer las cortes de la Europa medieval para obtener apoyos e intentar recuperar lo que, en manos de su tío, consideraba suyo por derecho propio.


Retrato de Jaime IV de Mallorca

Jaime IV (1336 – 1375) era hijo, sobrino y nieto de reyes. Descendiente de Jaime I el Conquistador, tanto él como su hermana Isabel eran fruto de la unión matrimonial entre Jaime III el Temerario, monarca legítimo del Reino de Mallorca, y Constanza de Aragón y Enteza, hija de Alfonso IV el Benigno. El enlace, pactado durante la infancia de sus progenitores, era la culminación de unos acuerdos que, constituidos con mucho esfuerzo, estaban llamados a poner fin de una vez por todas al largo conflicto que mantenían desde hacía décadas los reyes de ambos territorios. La enemistad entre las dos ramas familiares a raíz de la controvertida herencia dejada por Jaime I, las óptimas posibilidades económicas que ofrecía el reino y su posición estratégica en el Mediterráneo habían originado un crudo enfrentamiento que había desgastado a las dos facciones. Ante la necesidad de finalizar con una situación malsana para sus intereses, los acuerdos dieron paso a una época de tranquilidad que se truncaría con la llegada al trono catalano-aragonés de Pedro IV el Ceremonioso y la imprudente política internacional de Jaime III. El conflicto entre ambos monarcas no se haría esperar. La Batalla de Llucmajor sesgaría la vida de Jaime III en 1349 y Pedro IV, apoyado por los estamentos más poderosos, conseguiría apoderarse del trono.

Si bien el enfrentamiento había cesado y Pedro IV había obtenido el dominio del Reino de Mallorca, el rey era consciente de que quedaban frentes abiertos. ¿Qué debía hacer con sus sobrinos que en virtud de los últimos designios de Jaime I seguían siendo los herederos legítimos? Lo cierto es que poco sabemos de la infancia del príncipe Jaime, aunque con seguridad vivió en primera persona el enfrentamiento familiar y la creciente inestabilidad política. Separado de su madre durante un tiempo, el fallecimiento de su progenitor le sorprendió en el propio campo de batalla: con apenas 13 años presenció la muerte de su padre y de sus hombres. Herido, fue trasladado al Castillo de Bellver donde junto a su hermana fue hecho prisionero. Sacados a la fuerza de Mallorca, Isabel y Jaime (nominalmente monarca del Reino de Mallorca y príncipe de Morea, conde de Clarença y barón de Matagrifó) vivirían presos en diversos castillos y fortalezas durante 12 años hasta que el joven, auspiciado por una facción de nobles, fue liberado en 1362. Pedro IV, enterado de la fuga, mandó al gobernador de Mallorca a que vigilara los desembarcos efectuados en la isla al mismo tiempo que iniciaba la infructuosa búsqueda de su sobrino en Cataluña. Todo fue en vano.


Castell de Bellver

Sabiendo que su tío no tendría piedad si lo encontraba, Jaime IV iniciaría un largo periplo que le llevaría a refugiarse primero en Aviñón y luego en Nápoles. Su estancia en Nápoles le fue propicia puesto que además de contraer matrimonio con la reina Juana I y obtener tanto su protección como el título de duque de Calabria, en la corte napolitana empezaría a recabar apoyos para su venganza

Separado a los pocos años de su esposa, con la que siguió manteniendo una relación cordial, el pretendiente al trono optaría por viajar a Francia para atraer el apoyo de Carlos V de Valois. Rechazadas sus demandas ante el buen momento que atravesaban las relaciones entre éste y Pedro IV, Jaime se desplazaría hasta la Península Ibérica por su cuenta y riesgo para buscar apoyos entre la influyente nobleza castellana. Y es en este preciso instante cuando, sabiendo que Pedro I el Cruel demandaba auxilio entre la aristocracia para luchar contra su hermanastro Enrique de Trastámara, Jaime IV decidió involucrarse en la Primera Guerra Civil Castellana con la esperanza de que el monarca castellano, enemistado con su tío, le concediera posteriormente ayuda para su propia causa.

El conflicto castellano, gestado durante mucho tiempo, se había internacionalizado. La Guerra de los Cien Años mantenía enfrascados a los monarcas de Francia e Inglaterra en un crudo enfrentamiento feudal desde 1337 y el resto de gobernantes, según el curso de los acontecimientos, iban aliándose con uno u otro bando en pos de los intereses de sus reinos. Pedro I y Pedro IV no serían una excepción. Olvidando sus históricas rivalidades Pedro IV y Carlos V habían entablado una alianza que parecía fructífera para ambos; Pedro I, desprovisto de los apoyos suficientes entre la nobleza, decidió demandar ayuda a Eduardo de Woodstock, el famoso Príncipe Negro, para que le prestara auxilio y éste, luego de asegurar el compromiso del monarca de ceder territorios peninsulares a Inglaterra, comenzaría a entablar conversaciones con otros caballeros para que se unieran a Pedro I. Con el respaldo económico de su esposa, el patrocinio de Urbano V y una amistad creciente con el heredero al trono inglés, Jaime IV participaría junto a las fuerzas de Pedro I y el Príncipe Negro en la Batalla de Nájera (1367) donde sería apresado. Trasladado a Valladolid, sería liberado en 1369.

Rotas las alianzas con otros nobles que no deseaban una confrontación directa con el rey de la Corona de Aragón, Jaime abandonaría Castilla para volver al sur de Francia. En Montpellier recibiría la visita de su hermana Isabel que, viuda de Juan II Paleólogo, le instaría a retomar sus planes en contra de Pedro IV. Restablecidas las conversaciones con Carlos V (que mantenía un pleito con Pedro IV por el Rosellon) a través de Luis de Anjou y gracias a la asistencia económica de su hermana y de su esposa, Jaime IV reuniría un vasto ejército de mercenarios con el que atravesaría la frontera en dirección a Barcelona. Salvaguardada por el ejército del monarca la ciudad resistiría el asedio al que fue sometida durante un año hasta que Jaime IV, por cuestiones tácticas, se vio obligado a abandonar la campaña.

Con su ejército forzado a marchar hacia Castilla, Jaime comenzaría a mostrar signos de agotamiento. Sin apenas energías, herido y, según algunos historiadores, convenientemente envenenado por orden de Pedro IV, el hijo de Jaime III arribaría a Soria. En la ciudad castellana, el 20 de enero de 1375, el rey titular del Reino de Mallorca fallecía y su cuerpo, sepultado con todos los honores por voluntad del futuro Juan I de Castilla, encontraría descanso en el convento de San Francisco. Abandonado con el paso del tiempo y destruido parcialmente durante la Guerra de Independencia (1808-1814) el convento, que actualmente se encuentra en ruinas, alberga aún el enigma sin resolver del emplazamiento exacto donde fue inhumado el cadáver del rey errante que nunca pudo reinar.

 Bibliografía:

Casasnovas, M. À., Història de les Illes Balears. Editorial Moll: Palma de Mallorca, 2007

Ensenyat Pujol, G., La reintegració de la Corona de Mallorca a la Corona d’Aragó. Editorial Moll: Palma de Mallorca, 1997

Ferrando, J. E., La tràgica història dels reis de Mallorca: Jaume I, Jaume II, Sanç, Jaume III, Jaume IV, Isabel, Vol. 21. Editorial Aedos: 1960.

Palenzuela, V. A.A., Historia de España de la Edad Media. Editorial Ariel: Barcelona, 2002.

Imágenes:

Castell de Bellver - El hecho de ser apresado en el Castell de Bellver y ser prisionero en otros emplazamientos fuera de la isla marcaría la existencia de Jaime. Las fuentes señalan que la precariedad y hostilidad a la que fue sometido durante su encarcelamiento forjarían su carácter y la animadversión que mostró durante toda su vida por quién él consideraba un usurpador.

Retrato de Jaime IV de Mallorca - A la muerte de Jaime IV, Isabel I de Mallorca dedicó el resto de su vida a intentar hacer realidad los deseos de su hermano. Después de su fallecimiento en 1404 ninguno de sus hijos mostró inclinación alguna en luchar por recuperar el Reino de Mallorca. Jaime II de Urgel, nieto de Isabel, competiría con Fernando de Antequera por el trono de la Corona de Aragón.


Sobre la autora:

Romina Martínez
Licenciada en Historia por la Universidad de les Illes Balears (UIB), diplomada en Historia de les Illes Balears por la UIB y con el Máster de Formación del Profesorado (especialidad Geografía e Historia) por la misma universidad. Desde el 2012 colabora en diversos medios digitales que ha compaginado con la gestión de su propio blog llamado Tempus Fugit.





viernes, 3 de marzo de 2017

El comienzo de la Guerra Civil y la represión en Andalucía

Andalucía jugó un papel muy peculiar en el desarrollo del periodo histórico más oscuro del siglo XX en España: la Guerra Civil (1936 – 1939).


El 17 de julio de 1936 se produjo en la guarnición de Melilla el primer acto del levantamiento militar contra el gobierno de la República, que venía preparándose desde el mes de marzo. El 18 de julio se sucedieron insurrecciones en todas las guarniciones peninsulares comprometidas con los conspiradores y, en algunos sitios se produjeron ya los primeros enfrentamientos sangrientos entre sublevados y defensores de la República. El lunes 20 salieron a combatir las primeras columnas desde el norte para converger hacia Madrid. Desde ese momento, la sublevación contra la república, que estuvo pensada como un golpe de estado “violento y fulminante” (según las palabras de su máximo artífice, Emilio Mola Vidal) para acabar con el gobierno del Frente Popular y sustituirlo por una dictadura “transitoria”, degeneró en una guerra civil de casi tres años de duración.


Falangistas y requetés celebrando la fiesta de la Hispanidad frente al Ayto. de Zamora (1936)

En los planes de Emilio Mola, general de brigada y comandante militar de Navarra, Andalucía jugaba un papel problemático por varias razones. Una de ellas, es porque no era seguro que el levantamiento simultáneo pensado para todas las guarniciones de la Península triunfase en Andalucía. De hecho, se daba prácticamente por perdida debido a que se había encomendado la jefatura del alzamiento a un personaje de dudosa confianza como era el general Gonzalo Queipo de Llano (ya que en su momento, apoyó la república y, anteriormente, a la monarquía) y no se tenía por seguro el apoyo del pueblo andaluz, al menos no en el caso de los “estratos populares”. Aunque existían ciertas organizaciones políticas y milicias como las de falangistas y carlistas, la población andaluza había dado un sentido claro a su voto en los años de república: Andalucía era un centro fuerte de las ideologías de izquierdas. Sin embargo, también lo era de las derechas acomodadas y reaccionarias, por lo que en los años anteriores a la guerra había sido lugar de conflictos casi permanentes. Las diferencias y desequilibrios entre la ciudad y el campo, entre terratenientes y jornaleros, presentaban a Andalucía como un núcleo muy decisivo en el enfrentamiento militar.

Otra de las razones del particular papel que jugaba Andalucía en el levantamiento es el lugar estratégico que ocupaba en el planteamiento del mismo, ya que era clave para el desplazamiento a la Península del Ejército de África desde Marruecos, que jugaría un papel fundamental una vez fracasado el golpe militar y daba comienzo el enfrentamiento armado. De aquí viene también la especial relevancia del general Franco, gobernador militar de Tenerife destinado a hacerse cargo del ejército sublevado de Marruecos.

Una vez comenzado el conflicto, Andalucía quedó dividida en dos: una zona que permaneció fiel a la república (Almería, Jaén y Málaga) y otra en la que, al contrario de lo que se esperaba, los rebeldes triunfaron de inmediato, como Granada, Cádiz, Huelva y Sevilla (sobre todo en el caso de esta última, en la que los rebeldes no imaginaron nunca que pudiesen controlar el golpe pues sabían de la importancia de las organizaciones obreras y sus barrios populares). Córdoba quedó al principio en una situación confusa y su provincia dividida, y Granada se convirtió en una ciudad controlada por los rebeldes y sitiada prácticamente por los leales. 


La división de España, finales de julio de 1936

Tanto en la zona republicana como en la tomada por los sublevados existió una fuerte represión, y las ejecuciones y los asesinatos se extendieron por todo el país. En la zona nacional estas acciones se dirigieron esencialmente contra los militantes obreros y campesinos, aunque algunos intelectuales, como Federico García Lorca, fueron también víctimas de esa represión, que estuvo bastante organizada y controlada por las autoridades militares, lo cual no evitó que pistoleros falangistas protagonizaran asesinatos de forma independiente. El cuerpo militar de los nacionales (encabezados por Queipo de Llano, como ya se ha dicho) impondrá una política de gran dureza, prohibiendo los partidos y las actividades sindicales.

En la zona republicana, los grupos que sufrieron la violencia fueron esencialmente los sacerdotes y las clases adineradas. José Antonio Primo de Rivera, prisionero en Alicante al estallar la guerra, fue juzgado y ejecutado. Sin embargo, en este bando, tras un periodo de caos inicial (el voluntarismo, la desorganización, la improvisación y la carencia de apoyos por parte del gobierno central darán lugar a crecientes dificultades), el gobierno pudo controlar la represión, que fue atenuándose.


Con respecto a la comparación entre la represión en un bando y en otro, existen numerosos testimonios. Dos ejemplos son los siguientes:

En la Andalucía nacionalista fusilaban a los masones, a los maestros de escuelas tildados de izquierdistas, a las figuras que más sobresalieron a nivel local, así como numerosas personas que cayeron víctimas de la confusión o rencor personal. En la Andalucía revolucionaria las víctimas lo fueron los curas, los frailes, los patronos, las personas de significación derechista”.
Ian Gibson - Queipo de Llano Sevilla, verano de 1936


Las emisiones sevillanas me hicieron cambiar de idea, inclinándome considerablemente a la izquierda. Los republicanos no tenían ningún Queipo de Llano. Era evidente que las ejecuciones masivas en Sevilla superaban con mucho a todo lo que pasaba en Málaga y habían comenzado desde el primer día. Mientras Sevilla, Córdoba y Granada [bando nacional] estaban bañadas en sangre, en Málaga se trataba solo de salpicaduras. Decidí inclinarme por el lado que matara menos.
Testimonio de Brenan en La unión y el movimiento salvador.


Queipo de Llano en una de sus arengas radiofónicas durante la Guerra Civil.

Así pues, el ambiente social en Andalucía era de gran conflictividad. Las huelgas se multiplicaron tras el triunfo de la izquierda en las elecciones de febrero de 1936, hecho que provoca en los trabajadores el deseo de recuperar todo lo que habían perdido en el anterior bienio conservador (en el que se habían dado una bajada de salarios, la clausura de los centros obreros y la persecución o encarcelamiento de sus dirigentes más significativos). Además, existieron numerosos casos de violencia contra los políticos: mientras que en el primer bienio republicano la violencia se limitó a las acciones armadas de los anarquistas (comités de defensa o algún pistolero vinculado al Partico Comunista), ahora se produce un enfrentamiento en el que participan militantes de izquierdas contra patronos o militantes de derechas, de ambos contra las fuerzas del orden público y entre los propios militantes de la izquierda política y obrera (hay que señalar que este hecho no era algo sintomático en España, como después argumentaran los propagandistas del franquismo como defensa de la dictadura, sino que fue producto de la crisis social y política que padecía el sistema liberal en la Europa de entreguerras).

Por otro lado, los brotes anticlericales fueron numerosos y muy graves. En los sectores populares se identificaban a las instituciones religiosas con los grupos económicamente dominantes y se veía al CEDA (partido que aglutinaba a la derecha católica) como al verdadero peligro fascista en España por su clara estrategia anti-obrera (la nada disimulada participación de miembros concretos del alto clero en la campaña electoral de febrero, pidiendo el voto para las candidaturas contrarrevolucionarias).

El fracaso del golpe y el desarrollo de la Guerra Civil dividieron en dos bandos el territorio español, un conflicto enconado que se cobró las vidas de muchas personas tanto en los frentes como en los territorios dominados por unos y por otros como hemos visto. Andalucía no fue menos, no cayó por completo en manos de los nacionales hasta que acabó guerra. La parte oriental de la región se resistió hasta el final, por lo que las consecuencias del conflicto en esta zona de Andalucía fueron menores.

BIBLIOGRAFÍA

Aróstegui Sánchez, J., “La Guerra Civil española y el escenario en Andalucía”, en Andalucía en la Historia, nº5, 2004.

Cuenca Toribio, J.M., “La Iglesia en la Guerra Civil española” en Andalucía y la Guerra Civil. Estudios y perspectivas. Sevilla: Secretariado de Publicaciones de la Universidad de Sevilla, 2006.

Cobo Romero, F., “Nuevas categorías conceptuales y teóricas para el estudio de la represión franquista en Andalucía”, en La Represión franquista en Andalucía. Balance historiográfico, perspectivas teóricas y análisis de resultados. Sevilla: Fundación Pública Andaluza Centros de Estudios Andaluces, 2012.

Lacomba, J. A., La represión en Andalucía durante la Guerra Civil. Sevilla: Fundación Blas Infante, 1987.

Preston, P., La Guerra Civil española: reacción, revolución y venganza. Barcelona: Debolsillo, 2014.
Romero Salvadó, F.J., La larga guerra civil española. Granada: Editorial Comares, 2011.


WEBGRAFÍA

www.historiasiglo20.org


IMÁGENES

Falangistas: PARES Centro Documental de la Memoria Histórica,FOTOGRAFIAS-ANDRES,1348

“La división de España, finales de julio de 1936”: La larga guerra civil española. Granada: Editorial Comares, 2011.

“Fusilamientos en Andalucía. Datos generales (1936 – 1945): La Represión franquista en Andalucía. Balance historiográfico, perspectivas teóricas y análisis de resultados. Sevilla: Fundación Pública Andaluza Centros de Estudios Andaluces, 2012.




jueves, 2 de marzo de 2017

Límites y sombras del Blas Infante político: El complot de Tablada

Los sucesos acaecidos en Sevilla en junio de 1931 que formaron parte del polémico Complot de Tablada, en el que uno de los implicados fue el considerado padre de la patria andaluza, Blas Infante, están aún hoy sin esclarecer, permaneciendo como uno de los puntos oscuros de la carrera política del líder del andalucismo histórico. Según el gobierno de la II República y alguna prensa de la época, este episodio consistió en la intención de la toma de Sevilla por parte de un heterogéneo grupo revolucionario liderado por el aviador Ramón Franco, que quería proclamar así la revolución y el Estado libre de Andalucía. En su libro La verdad sobre el complot de Tablada y el Estado libre de Andalucía, Blas Infante se defendía de estas acusaciones, señalando que todo era parte de una campaña del gobierno de Maura para desacreditar  a la controvertida Candidatura andalucista que se presentó a las elecciones a Cortes de junio del 31.

            Aunque todavía este asunto no ha sido aclarado, todo parece indicar que aunque sí que pudo haber alguna intención en este sentido liderada por el polémico Ramón Franco, esto no fue sino algo muy inconcreto y sin una verdadera organización, y que, probablemente, acabó exagerándose posteriormente. Pero aparte de la curiosidad que pueda despertar este turbio episodio, creo que la importancia que tiene es que puede servir de muestra de la poca claridad ideológica y confusa praxis política  de la que hizo gala el andalucismo histórico. Efectivamente, el discurso político del movimiento liderado por Blas Infante tuvo serios problemas de socialización, teniendo una base ideológica confusa y mixturada, que desarrollaba un nacionalismo antinacionalista, integrador y cosmopolita, que era de hecho contrario al modelo de nacionalismo diferenciador que fue el que acabó por imponerse en Europa. Era un discurso, por tanto, poco definido y confuso, que oscilaba entre regionalismo y nacionalismo, y que añadía tintes de radicalidad a su lenguaje para acercarse a unos sectores populares que, sin embargo, tampoco podrían identificarse fácilmente con opciones interclasistas y que optaban por otras puramente revolucionarias como el comunismo y anarquismo.

Con la llegada de la II República el andalucismo vive una reactivación notable y adquirirá cierto matiz de radicalización en su lenguaje, movido por la efervescencia coyuntural que supuso el cambio de régimen y por su interés en acercar el andalucismo a la masa anarquista. Desde el primer momento, Blas Infante se mostró optimista con la llegada del nuevo régimen, y acudió por partida doble a la cita electoral de junio de ese año 31, presentándose por dos candidaturas distintas, una por Sevilla y la otra por Córdoba, siendo la primera la más sonada de todas las participaciones electorales del líder andalucista, debido sobre todo al revuelo del Complot de Tablada que salpicó a la candidatura.

Blas Infante organiza la candidatura sevillana coherentemente con su idea de utilizar la vía electoral con coaliciones ocasionales, buscando el aprovechamiento de la coyuntura electoral como una plataforma de exposición de sus ideas. En La verdad sobre el complot de Tablada y el Estado Libre de Andalucía, el propio Infante explica el proceso de formación de la que vendría a llamarse Candidatura Republicana Revolucionaria Federalista Andaluza. La candidatura presentaba una mixtura heterogénea de elementos, estando en ella, aparte del propio Infante, el agrónomo Pascual Carrión, el comunista José Antonio Balbontín, el aviador Ramón Franco y sus colegas Pablo Rada y Antonio Rexach, de ideología éstos que podría definirse como izquierdista radical. Además, la candidatura recibió el respaldo del cenetista Pedro Vallina, uno de los iconos del anarquismo sevillano de la época.


En el centro sentados: Antonio Rexach, Ramón Franco y Blas Infante


La mezcla de elementos indica perfectamente el ideario político de Infante, contando por un lado con Pascual Carrión, que legitimaba el sustrato agrarista tan importante para el andalucismo y que representaba, como Infante, a un sector de clase media de centro izquierda, mientras que por otro las figuras de Balbontín y Vallina representaban los intereses de la izquierda revolucionaria, sector al que Infante pretendía atraer hacia el andalucismo.

Por su parte, el comandante de aviación Ramón Franco era otra clave de la candidatura, pudiendo entenderse su presencia en la candidatura como un reclamo propagandístico. Debe tenerse en cuenta que este personaje, hermano del que sería dictador, era una personalidad pública de renombre debido a sus hazañas como aviador, de las que destaca por encima de todas la travesía del Plus Ultra, primer hidroavión en realizar un vuelo entre España y América, como también fue sonada su participación en el golpe militar contra Alfonso XIII de Cuatro Vientos en 1930. Su fama se adecuaba también al público revolucionario al que Infante quería dirigirse, ya que este personaje participaba de una ideología política algo confusa que se movía en torno a un radicalismo populista de izquierdas.

El otro pilar que sustentó la polémica de la candidatura fue la presencia de Pedro Vallina, famoso personaje del anarquismo sevillano y amigo de Infante. El propio Vallina en sus memorias cuenta que, aunque rechazó la invitación de Infante para presentar su candidatura en las elecciones, sí que aceptó formar parte del movimiento revolucionario. En definitiva, Vallina acompañó a los candidatos en sus mítines pidiendo el voto para ellos, y esta implicación fue el principio de su ruptura con la C.N.T.

Las bases programáticas de la Candidatura no eran en sí novedosas, presentando los mismos objetivos en los que el andalucismo venía ya insistiendo, como el federalismo municipalista y la preocupación por el problema de la tierra. Pero aunque el ideario andalucista no variara, la candidatura arrastró una expectación y una polémica que pocos esperarían. La campaña fue sin lugar a dudas, llamativa, presentándose Franco, Rada y Rexach dispuestos a cumplir su papel de reclamo publicitario haciendo gala de un comportamiento heterodoxo de Franco que despertaría el recelo de otros militares. La acción más llamativa de esta campaña propagandística fue, sin duda, la que protagonizaron dos avionetas procedentes del aeródromo que, con las inscripciones de «Viva Andalucía Libre» pintadas, lanzaban octavillas desde el aire, octavillas que serían objeto de una acalorada discusión posterior en las Cortes. En su alegato, Blas Infante insiste que no hubo aquí mal uso del equipamiento militar, ya que el piloto Rexach utilizó su avioneta particular con gasolina que costearon los responsables de la candidatura, mientras que negaba la veracidad de las octavillas leídas en la sesión Cortes, de lenguaje francamente radical, señalándolas como partes de un montaje.


Pueblo Andaluz: Candidatura Republicana Revolucionaria


No fue ese el único suceso controvertido en torno a la campaña, destacando también lo ocurrido durante el mitin celebrado en Lora del Río el 24 de junio. Durante la intervención de Franco en este mitin, el escenario se vino abajo, y como consecuencia del derrumbamiento el aviador sufrió la fractura de una de sus piernas. Tras esto, Franco declaró tal suceso como un atentado contra su persona, dando lugar a unos rumores que no hicieron sino generar más tensiones en Tablada, donde el polémico lesionado se instaló tras el accidente.


Ramón Franco hospitalizado tras el mitin de Lora del Río


Ante el temor a la inestabilidad y los rumores de revolución que circulaban por Sevilla, el gobierno encargó a Sanjurjo la tarea de controlar la situación, por lo que el general llegó a Sevilla el día 27 llevando a cabo un notable despliegue de fuerzas militares por toda la ciudad y haciéndose cargo de la situación en el aeródromo.

Finalmente, al día siguiente, 28 de junio, se celebraron las elecciones sin que hubiera ningún altercado. El supuesto Complot de Tablada, finalmente, quedó en nada, aunque con certeza aún no puede saberse si los rumores eran infundados o no. La prensa y el gobierno difundieron la idea de que había todo un plan urdido por Franco, que consistía, primero, en la concentración de armas y aviones en Tablada, y ya el 27 de junio, en la toma de la ciudad por parte de campesinos de la CNT y comunistas, proclamándose así la revolución y el Estado libre de Andalucía.

Blas Infante en su ya mencionado texto sobre el tema, desmiente tajantemente toda esta teoría de la conspiración, que considera un montaje del gobierno de Maura para desacreditar una candidatura “molesta” que cuestionaba el rumbo que estaba tomando la República.

Sin embargo, analizando otros testimonios, el asunto no aparece tan claro. Pedro Vallina en sus memorias declara que sobre el plan de “revolución andaluza” que la candidatura estaba gestando, Franco le aseguraba que contaba con el apoyo de los nacionalistas catalanes y que el movimiento revolucionario podía disponer, ya que él era director de la aviación militar, de aviones de guerra. Vallina prosigue afirmando que la noche del accidente de Lora, tenía preparada a la gente en Triana para tomar posesión del aeródromo, “pero en el momento que se reunía la muchedumbre, llegó a aquel lugar en un automóvil la mujer de Ramón Franco y el mecánico Rada con la orden de Ramón Franco de detener el movimiento porque Sanjurjo se había posesionado del aeropuerto y había preparado su defensa militar”.

Por su parte, José Antonio Balbontín en sus memorias escribe que Franco participaba de la misma idea de revolución que Vallina, y que le dijo “que era preciso hacer la revolución social en Sevilla y en todo el campo andaluz, de un modo inmediato, antes de que se reunieran las Cortes Constituyentes”, a lo que Balbontín contestó que era mejor “esperar a que se disipasen las ilusiones despertadas en la masa campesina por los anuncios de la reforma agraria que habían de promulgar las cortes constituyentes para poder intentar con éxito cualquier movimiento revolucionario en el campo”, ya que de lo contrario se guiaría a los campesinos revolucionarios sevillanos a una muerte inútil.

Libro de Blas Infante sobre el Complot de Tablada


No puede asegurarse nada, pero como el historiador Lacomba afirma, parece que los testimonios y documentos apuntan a que “algo sí debió haber o, al menos, pasar por la cabeza de R. Franco, aunque, desde luego, sin auténtica organización”. No es extraño que un personaje de actitud provocadora como Franco propiciara este tipo de fantasmas, como tampoco es descabellado pensar que el gobierno, necesitado de estabilidad, agrandara, consciente o inconscientemente, el caso para neutralizar una posible fuente de problemas y acabar con un personaje como Franco, a la vez influyente y polémico.

Como dije al principio de este artículo, los sucesos de Tablada sirven para exponer la confusión y el eclecticismo que ciertamente demostró el andalucismo en su acción política, que lo llevó a estar implicado en un asunto tan poco claro y extravagante como este. La Candidatura Republicana, con su afán movilizador y su lenguaje aparentemente radical, junto con la inclusión de personajes como el líder revolucionario Vallina y el controvertido Franco, pudo ser percibida como excesiva, incluso incendiaria, para un régimen que había acabado de instaurarse, pudiendo dar pie a especulaciones de todo tipo. El carácter que tomó la candidatura parecía no tener mucho éxito entre las clases medias, mientras que también podría no haber sido muy entendida por los sectores populares de tradición socialista o anarcosindicalista. En definitiva, el andalucismo de Infante mostraba una estrategia política poco clara, que podría considerarse en buena parte consecuencia del carácter confuso de sus propias bases doctrinales. La controversia y la escasa receptividad del anarcosindicalismo hacia los planteamientos andalucistas de la Candidatura Republicana Revolucionaria (aunque hay quien ha interpretado que no obtuvo pese a todo unos resultados electorales tan malos), significaron un duro golpe para el movimiento liderado por Blas Infante que volvería a replegarse a un segundo plano de la vida política. El andalucismo histórico quedaba así presa de su indefinición ideológica y sus contradicciones.

Bibliografía

Balbontín, J. A. La España de mi experiencia. Reminiscencias y esperanzas de un español en el exilio. Sevilla: Centro de Estudios Andaluces, 2007.

Gil Honduvilla, J. “Los sucesos de Tablada de Junio de 1931 y sus consecuencias”. Revista de Historia Militar, 110 (2011), 11-50.

González de Molina, M. “El andalucismo político 1915-1998: ¿un andalucismo imposible?”. En C. Forcadell Álvarez (Ed.), Nacionalismo e Historia (pp. 89-115). Zaragoza: Institución «Fernando el Católico», 1998.

Infante, B. La verdad sobre el complot de Tablada y el Estado libre de Andalucía. Sevilla: Fundación Blas Infante, 2005.

Lacomba Abellán, J. A. Regionalismo y autonomía en la Andalucía contemporánea (1835-1936) Granada: Caja General de Ahorros y Monte de Piedad de Granada, 1988.

Lacomba Abellán, J. A. Teoría y praxis del andalucismo. Málaga: Editorial Librería Agora, 1988.

Vallina, P. Mis memorias Centro Andaluz del Libro & Libre Pensamiento, 2000.

Imágenes

Antonio Rexach, Ramón Franco y Blas Infante:
http://hacheandaluza.blogspot.com.es/2012/06/obras-de-y-sobre-blas-infante-perez-en.html

Pueblo Andaluz: 
http://universoandalucista.blogspot.com.es/2009/05/candidatura-republicana-revolucionaria.html

Ramón Franco hospitalizado tras el mitin de Lora del Río:
http://universoandalucista.blogspot.com.es/2009/11/ramon-franco.html

Libro de Blas Infante:
Infante, B. La verdad sobre el complot de Tablada y el Estado libre de Andalucía. Sevilla: Fundación Blas Infante, 2005.


Sobre el autor:

Moisés Hidalgo García

Licenciado en Humanidades en la Universidad Pablo de Olavide, especializado en gestión y técnicas informáticas para Archivos, bibliotecas y bases de datos. Realizó además el Máster Historia de Europa, el Mundo Mediterráneo y su difusión atlántica: Métodos, Teorías y Nuevas Líneas de Investigación (1492-2000) de la Universidad Pablo de Olavide, y actualmente realiza su doctorado en la misma universidad en la que investiga sobre los procesos de democratización en el mundo rural.