domingo, 12 de noviembre de 2017

Karlstadt y Müntzer: decepciones, enfrentamientos y escisiones en la Reforma luterana

Los actos de Martín Lutero durante los primeros compases de lo que posteriormente se convertiría en ruptura irremediable con el Papado y la Iglesia Católica, despertaron los anhelos de muchos sectores de la población que lo siguieron incluso tras su excomunión, ya que podían ver en él y en su desobediencia una figura revolucionaria capaz de remover los cimientos del poder y proporcionar un orden político nuevo que, desde lo religioso, hiciera posible la ampliación y popularización de la acción política. No fueron pocos los que lo interpretaron así, apresurándose a predicar un “nuevo cielo y una nueva tierra” en el que las personas corrientes tomarían buena parte, sin importar su estatus social anterior. Sin embargo, pronto se dieron cuenta que el pensamiento de Lutero no coincidía con estos anhelos idealizados y que el fin de los tiempos no se daría bajo el manto ideológico del mismo, siempre a favor de los príncipes y del mantenimiento de una jerarquía que organizara la sociedad y que siguiera articulando los mecanismos por los que la Reforma llegaría a todos, cada uno en su lugar y en la forma que correspondiera a su estatus social.


Retrato de Martín Lutero, por Lucas Cranach el Viejo

Este no fue un proceso rápido ni simple y estuvo condicionado en todo momento por la falta de consistencia que en algunos aspectos demostraba aún el pensamiento de Lutero. Para comprenderlo debemos tener en cuenta la propia evolución del monje agustino que, sin quererlo, se convirtió en reformador, teniendo que institucionalizar una nueva Iglesia después de la ruptura con Roma en aquellos territorios en los que sus tesis iban calando. Desde Wittenberg debía confeccionar una nueva ortodoxia, partiendo de la reflexión de puntos que hasta entonces habían sido indiscutibles incluso para él mismo. La puesta en duda y posterior caída de la práctica católica en algunos territorios del Sacro Imperio, daba amplios márgenes a los líderes de las nuevas comunidades luteranas que, sin ninguna hoja de ruta, más que la sola gracia, la sola fe, la sola escritura y los primeras postulados de un sacerdocio universal. En la práctica, la confusión de los primeros años hizo que muchos predicadores luteranos, admiradores todos de la figura de Lutero y algunos de ellos muy cercanos a su persona, abanderaran reformas más radicales que obligaron al mismo Lutero a posicionarse frente a ellos y que facilitaron la creación de esa nueva ortodoxia de la que hablamos. Los ejemplos de figuras de este tipo son muy numerosos, pero ningunos tan sonados como los de Andreas Karlstadt y Thomas Müntzer.

Quizá más conocidos por su papel en la Guerra de los Campesinos, así como en la llamada Reforma Radical, Karlstadt y Müntzer fueron dos de las figuras más controvertidas dentro de la Reforma luterana. Ambos siguieron exitosas carreras eclesiásticas y tuvieron una formación completísima en teología y textos sagrados y canónicos.

La vida de Andreas Karlstadt (1477-1541) fue muy parecida a la de Martín Lutero, inició sus estudios en la escuela catedralicia de Würzburg, siguió su carrera en Erfurt y Colonia, para llegar a la Universidad de Wittenberg en 1505 siendo un tomista convencido. Dos años después fue nombrado decano de la Facultad de Artes de la misma universidad y en 1510 se doctoró en teología y recibió un ascenso a arcediano del cabildo catedralicio. En 1516 completó sus estudios en la Sapienza de Roma doctorándose en derecho canónico y civil, tras esto volvió a Wittenberg donde fue elegido decano de la Facultad de Teología. Durante estos años hizo buena amistad con Lutero, compartía espacios con él y parece ser que en cierta forma fue su mentor. A partir de 1517, las posiciones que mantuvo Lutero frente a algunas prácticas, hicieron también a Karlstadt renunciar a corrientes reformadoras dentro de la Iglesia Católica como el Conciliarismo en 1518, al que se había mostrado cercano, así como declararse separado de la Iglesia a partir de la aplicación de la bula Exsurge Domine a Lutero en 1520.



Andreas Karlstadt

Durante la ausencia de Martín Lutero en Wittenberg, tras la Dieta de Worms y el secuestro simulado del príncipe elector Federico de Sajonia (1521-1522), Karlstadt tomó contacto con los aspectos más sociales y comunitarios de la Reforma en la ciudad y desde muy pronto predicó un evangelio cercano al ciudadano de a pie, incidiendo en la necesidad de la lectura de la Biblia en el hogar por parte tanto del hombre como de la mujer, aprobando la comunión laica en el hogar y considerando el bautismo (y no la eucaristía, como así lo hacía Lutero) el verdadero rito de incorporación al cuerpo de Cristo. Karlstadt se apresuró a poner en práctica las consecuencias lógicas del pensamiento de Lutero, percatándose desde muy pronto que estaba tomando posturas que el propio reformador no respaldaba (o no lo hacía todavía). Ejemplo de ello fue la comunión con las dos especies (pan y vino) durante la navidad de 1521, desacralizando el acto y recalcando el carácter meramente simbólico de este, además un mes después tomó como esposa a una doncella, poniendo en práctica así su tesis contra el celibato de los sacerdotes que también compartirá Lutero.

En 1522, tras la liberación de Lutero y su regreso a Wittenberg, Karlstadt fue relegado como decano y derivado a la congregación de Orlamünde como pastor, desde donde se encargó de perfeccionar y seguir predicando sus doctrinas en favor de una regeneración espiritual basada en el sacerdocio espiritual y en la igualdad de todos los creyentes. Consecuentemente desechó los hábitos que lo distinguían y elevaban en medio de su comunidad y practicó su particular visión del bautismo, muy similar a la de los grupos anabaptistas suizos que surgieron con posterioridad.

Entre 1522 y 1524, Karlstadt y Lutero mantuvieron debates sobre cada una de sus convicciones doctrinales, tras los que el primero fue desterrado de Orlamünde y perseguido por las autoridades luteranas, lo que le obligó a vagar de ciudad en ciudad del imperio. Este viaje continuo le sirvió para seguir expandiendo su concepción del cristianismo y la vida del cristiano, doctrinas que escribió en forma de 8 opúsculos que poco después se imprimieron en las imprentas de Basilea e influyeron en los movimientos radicales de la Reforma en la Confederación Suiza.

Por su parte, Thomas Müntzer (1488/89-1525), cuya imagen de loco espiritual ha trascendido hasta el día de hoy, también estudió en profundidad la Biblia y otros textos canónicos sagrados y laicos, tras lo que obtuvo el grado de maestro y se estableció en Fröhse con el cargo de preboste. Conoció al reformador de Wittenberg en la disputa de Leipzig (1519) y aunque no tuvo contacto directo con él, el encuentro fue un punto de inflexión en su carrera eclesiástica, ya que a partir de este momento dedicó su tiempo a leer y repensar tanto textos clásicos como las actas de los Concilios de Constanza y Basilea a las que tanto jugo les había sacado Lutero.


Thomas Müntzer

En mayo de 1520 recaló en Zwickau, donde entabló contacto con un grupo de creyentes que se hacían llamar profetas y que predicaban un biblismo radical caracterizado por la creencia en la revelación directa de Dios mediante visiones y sueños, la posesión del Espíritu Santo, el rechazo del bautismo de niños y en la creencia de una escatología inminente.

La impronta que estos profetas dejaron en Thomas Müntzer lo hizo tomar contacto con una religiosidad más popular que se oponía en muchos puntos a Lutero y que también había influido en Karlstadt con anterioridad. Esto lo llevó a defender sus doctrinas el 13 de julio de 1524 ante el príncipe elector Juan y otros nobles y magistrados de la región en el Castillo de Allstedt, donde hizo hincapié en el papel fundamental que tenían los gobernantes de la cristiandad en el profundo cambio que debía producirse en la práctica. Su pensamiento generaba rechazo, pero también duda entre los príncipes, por lo que no recibió ningún castigo tras el juicio.

Ante el rechazo de Lutero y de los príncipes, Müntzer siguió predicando estas nuevas doctrinas, fundamentadas en la inminencia del Reino de Dios y en la transformación estructural del orden terrenal, y sus ecos no tardaron en llegar a amplios sectores de la población, llamando la atención sobre todo de los inconformistas que liderarán posteriormente la Guerra de los Campesinos, en la que Müntzer tomará parte como ideólogo y caudillo de los ejércitos que zarandearon el Sacro Imperio durante los años centrales de la década de 1520. Estos movimientos dejarían una impronta tanto en Müntzer, Karlstadt y el resto de disidentes de la Reforma luterana que vinieron después, el mismo Lutero escribía contra ellos incitando a los príncipes a que destriparan el movimiento y a sus líderes:

"contra las hordas asesinas y ladronas mojo mi pluma en sangre: sus integrantes deben ser aniquilados, estrangulados, apuñalados, en secreto o públicamente, por quien quiera que pueda hacerlo, como se matan a los perros rabiosos"


Batalla contra los campesinos

Estas palabras recuerdan al inicio de este especial, al Edicto de Worms en el que el emperador mandaba asesinar al propio Lutero indultando a quien lo hiciera. En 1525 finalmente el propio Müntzer perdería la vida al mando de uno de estos destacamentos que aunaban reclamaciones sociales, políticas y religiosas. Lutero se desvinculaba así de algunos de los movimientos sociales que con anhelos de reforma religiosa lo habían respaldado, apoyando a los príncipes en pos del orden social y derribando el poder de una Iglesia, para constituir otra igual de rígida y represiva que la que buscaba mejorar a principios de siglo.

            Karlstadt y Münster fueron católicos, luteranos y finalmente disidentes de ambas confesiones, se movieron en una tercera vía, intermedia, sin definir y condenada a desaparecer por las persecuciones que uno y otro bando llevaron a cabo con el fin de eliminar aristas que no convenían al orden social establecido. Sin embargo, estas aristas no desaparecerán aquí y las acciones y escritos de estos dos personajes serán el punto de partida que seguirán personas como Conrado Grebel, Félix Mantz o Luis Haetzer, figuras que desbrozo en mi última publicación y que seguro que aparecerán pronto en algún artículo de esta revista.

Bibliografía

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Imágenes

Retrato de Martín Lutero, por Lucas Cranach el Viejo:

www.wikipedia.org

Andreas Karlstadt:

De Desconocido - paper from 1541/42, Dominio público, https://commons.wikimedia.org/w/index.php?curid=3839045

Thomas Müntzer:
http://gameo.org/images/thumb/e/eb/Muntzer.jpg/300px-Muntzer.jpg

Batalla contra los campesinos, grabado de Gabriel Salmon ilustrando un libro de Nicolas Volcyre de Sérouville, 1526:


De Gabriel Salmon - Catalogue de l'exposition "America. L'Amérique est née à Saint-Dié-des-Vosges en 1507" (1992), Dominio público, https://commons.wikimedia.org/w/index.php?curid=928758

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