miércoles, 1 de marzo de 2017

El bandolerismo andaluz. Entre mitos e identidades

Andalucía ha sido calificada y descalificada desde su propia delimitación como entidad política. A nadie se le escapan calificativos de muy diversa índole (vagos, alegres, fiesteros, simpáticos), así como existieron en el pasado muchos otros ya olvidados (la tierra de los “moros”, territorio inhóspito, tierra de ladrones). De una forma u otra hemos sido mitificados, y por tanto reducidos, a claves experienciales que viajeros de muy diverso tipo y condición (comerciantes, invasores, diplomáticos, turistas, autoridades, etc.) han vivido al visitar este territorio. Por lo general, estas afirmaciones parten de alguna realidad particular no homologable a todos los andaluces o de experiencias concretas difícilmente comprensibles fuera de los entornos culturales andaluces. En mi particular forma de ver la cuestión, la identidad andaluza, o más bien, las identidades andaluzas no son unas realidades inamovibles y superiores a la historia misma y las experiencias individuales. El objetivo de este artículo es exponer un curioso mito cuyos efectos todavía se dejan ver en el acervo popular español: el bandolerismo andaluz.

Desde el XIX se extendió gracias a escritores (p.ej. Irving, al que ahora tanto adoramos) y viajeros el mito de que Andalucía estaba tomada prácticamente en su totalidad por bandoleros, asaltantes de cuneta, violadores y maleantes, asesinos a sueldo y otras perogrulladas. Entre los más conocidos: Diego Corrientes, José Chaves, y José María “el tempranillo”, por citar algunos. Es cierto que estos y otros andaluces asaltaban en caminos, robaban e, incluso, asesinaban, pero ¿a quién y por qué? El avezado investigador que se sumerja en las profundidades de la tradición etnográfica andaluza encontrará, quizás con sorpresa, que las prácticas de estos truhanes estaban claramente dirigidas a un sector: la nefasta clase aristocrática andaluza. Andalucía estaba  controlada por poderosas familias de aristócratas. Las tierras estaban concentradas en sus manos y también los medios de producción y desarrollo industrial. Señalo esto último, porque a diferencia de la creencia popular, a principios del siglo XIX Andalucía tenía una proyección industrial emergente, pero las desamortizaciones y el desinterés del capital por el esfuerzo que implicaba la industrialización impidieron a los andaluces desarrollarse autónomamente, dependiendo casi por completo del “señorito” hasta hace relativamente poco.


José María el Tempranillo. Retrato de John Frederick Lewis.

¿A nadie le extraña que una de las zonas en las que con mayor fuerza arraigó el anarquismo fuera Andalucía? Los bandoleros eran predecesores prácticos del anarquismo andaluz*. Esta vinculación puede rastrearse en algunas sociedades de bandoleros y guerrilleros como la “sociedad de pobres honrados contra los ricos tiranos”. El bandolero, a diferencia de las características que los mitos le han adjudicado de abandonado social y pobre miserable, seguía códigos de conducta muy concretos (p.ej. la regla de la mitad) y, en la mayoría de casos, no desarrollaba su actividad para escapar de su vida, sino para atacar al sistema hegemónico de poder. Esto lo confirman algunos testimonios de aquellos que los perseguían, como era el caso de Don Julian de Zugasti que es mandado a Córdoba por Moret y Rivero con poderes excepcionales para  acabar con el bandolerismo:

El bandolerismo ha tomado en algunas provincias las proporciones de una verdadera guerra social, y yo no entiendo que a la guerra se pueda responder de otro modo que con la guerra... Nada de contemplaciones: a salvar el principio de sociedad y de gobierno, que eso será salvar la honra del país y la revolución de septiembre.

El principio de la sociedad y de gobierno claramente refieren a la autoridad del lugar, la aristocracia, que era quien estaba siendo atacada por los bandoleros. Es cuanto menos curioso que Andalucía, tierra de tantos mestizajes y convivencias culturales, casi siempre haya sido dirigida por alguien externo a la propia comunidad.

El tema del bandolerismo trajo de cabeza al propio Congreso, donde algunos cuestionaron la labor de Zugasti, que incluso llegó a asesinar a familias enteras en busca de valiosa información sobre los bandoleros. Algunos diputados como Francisco Silvela llegaron a denunciar en las Cortes que la actuación de los gobernadores provinciales en Andalucía era desproporcionada. El problema, señalaba Silvela ya entonces, era de carácter social no criminal, pues se trataba de una respuesta del pueblo andaluz ante una situación económica y vital intolerable. Quizás), deberíamos ver en el bandolero no el origen del terrorista o filibustero, sino el del jornalero organizado que planta cara al patrón, es decir, del movimiento obrero andaluz.

Del mito del bandolero, por desgracia, nos salpican todavía algunas excrecencias harto desagradables. ¿Qué es sino una evocación a dicho mito la apelación que algunos hacen a nuestras “rudas formas”? ¿o a nuestro “especial interés” por no trabajar? El bandolero, desagradable y maloliente, era también perezoso ya que pretendía ganarse la vida asaltando a los demás antes que desarrollando una labor digna. Los mitos permanecen siempre en el imaginario colectivo. Con frecuencia cambian su forma, se adaptan al contexto, buscan explicaciones racionales para justificar un juicio previo, pero están ahí. Los transmiten las series y películas de televisión, los relatos de nuestros abuelos, los libros de historia de los institutos, las figuras e instituciones de autoridad, etc. De forma inconsciente participan de nuestra mente construyendo una manera particular de mirar. Por eso, límpiense bien las gafas cuando vayan a mirar, no vaya a ser que el polvo de la historia que nos han contado nos impida ver la realidad subyacente.

Notas
*Curiosamente el anarquismo en España estaba fuertemente vinculado a la industria, con excepción del caso Andaluz.


Bibliografía:

ARTOLA, M.: Orígenes de la España contemporánea. Madrid: Instituto de Estudios Políticos, 1975.

BERNALDO DE QUIROS, C. El bandolerismo andaluz, Madrid: Turner, 1978.

CARRILLO, A.: Los bandidos célebres españoles. Barcelona: Jaime Seix, 1892.

VILLAFRANCA, A .Los bandoleros: Mitos y Realidades. Barcelona: Dox, 1955.

ZUGASTI, J. El bandolerismo andaluz.  Madrid: Espasa Calpe, 1936.

ZUGASTI, J. El bandolerismo, Estudio social y memorias históricas. Madrid: Imprenta de T. Fortanet, 1876.

Imágenes

José María el Tempranillo. Retrato de John Frederick Lewis:
https://es.wikipedia.org/wiki/El_Tempranillo


Sobre el autor


Antón Guzmán Troncoso
Graduado en Antropología Social y Cultural por la Universidad de Sevilla e investigador social. Tiene una empresa de estudios de mercado y análisis sociológico (HUMES S.L.) y colabora con la Universidad de Sevilla investigando en el campo de la etnobotánica. Sus intereses están enfocados al estudio de la comunicación, los sistemas socioecosistémicos y la ontología, aunque su verdadera pasión es la literatura fantástica.

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