martes, 6 de junio de 2017

Franco y el Pop

“¿Y a mí qué me importa Franco?” Cuéntame cómo pasó.


La Guerra Civil y la larga dictadura franquista son los hitos más traumáticos de nuestra historia contemporánea, y este trauma se refleja, como no podía ser menos, en el séptimo arte, siendo estos hitos históricos temas estrella dentro del cine español, tanto es así que en buena parte de la mentalidad popular estas representaciones retrospectivas han pasado a ser consideradas como clichés dentro de nuestro cine.

El presente artículo quiere servir de reflexión sobre los cambios que se han ido fraguando en los últimos años en cuanto al tratamiento de la Guerra Civil y el franquismo en el cine y las series de televisión. Esta reflexión parte en gran medida de la crítica a la teoría del historiador Vicente Sánchez-Biosca, que afirma que la corriente que consiguió imponerse como canónica en cuanto a la representación de estos temas en la pantalla, ha ido perdiendo fuerza ante una nueva tendencia que considera bastante inapropiada. Según el citado autor, la tradición clásica que se solidificó durante la Transición, la centrada en retratar con un lenguaje muy dramático la desolación de la Guerra Civil y los años más duros del franquismo, ha ido siendo desplazada por una tendencia distinta, centrada en una década que había carecido de interés para el cine, la de los 60. En opinión de Sánchez-Biosca, la nueva tendencia, interesada en la época aperturista del régimen, se desprendería, pues, del elemento sórdido y tremebundo, mirando de una forma más amable, creando, en definitiva, una atmósfera mucho más rosa que intentaría llamar a la nostalgia. Además, causa especial alarma en el historiador la toma de protagonismo en estas nuevas ficciones de las referencias a la cultura pop y massmediática como elementos historizadores frente a la pérdida de importancia del contexto político. Este artículo es, en la medida de lo posible, una respuesta a eso, ya que defiendo que estos nuevos enfoques no tienen que estar necesariamente faltos de elemento crítico, además de estar convencido de que el uso de la cultura pop como referente histórico no implica necesariamente una visión falseada y edulcorada de la historia.

Para Sánchez-Biosca, el ejemplo más obvio de la consagración de la nueva tendencia puede verse en el éxito de la serie Cuéntame cómo pasó, que empezó en 2002 y que continúa hasta nuestros días, contando de momento con el considerable número de 18 temporadas. Esta serie se centra en la vida de los Alcántara, una familia de clase media de su época. Es decir, que la serie tiene la aspiración de hacer pasar a sus protagonistas por la típica familia española de estos años, y como bien apunta Sánchez-Biosca, esa característica es la que puede hacer entrañables a los Alcántara a los ojos del telespectador. Se crea, pues, un vínculo con el seguidor de la serie, que querrá verse reflejado en esta familia anónima, y dicho vínculo será especialmente emotivo con el espectador de alrededor de cuarenta y cincuenta años, pues es el niño de los Alcántara, Carlos, el que desde la supuesta actualidad hace de narrador de la historia de su familia, centrándose por ello el relato en la perspectiva de quien era un niño en esos años.


Protagonistas de la serie Cuéntame en la primera temporada

El peligro que advierte Sánchez-Biosca con respecto al éxito de este tipo de ficciones es que crean una memoria falseada y kitsch de la historia, en la que prima el contenido emocional y nostálgico, y en la que toma un protagonismo inusitado el elemento pop en detrimento del contexto histórico, que queda desdibujado y subyugado a la cultura massmediática. Según sus palabras, se trata de un nuevo tipo de representación histórica “que se asienta no sobre los hitos políticos, sociales o ideológicos, sino sobre los fenómenos reflejados por los mayoritarios medios de comunicación y que revela una noción de contemporaneidad y carencia de historicidad respecto al pasado”. Se corre, según él, el riesgo de una relectura histórica del franquismo en la conciencia popular, creándose una nueva visión colectiva “despolitizada” y “desdramatizada” de la dictadura. Las afirmaciones tan alarmadas de este historiador merecen, según mi criterio, cierta revisión.

En relación a esto, Sánchez-Biosca afirma que no es la serie Cuéntame la inventora de esta tendencia popera de la historia, sino que significa la consumación en el espacio televisivo de algo que se venía fraguando en el cine, concretamente en el género de la comedia. Como ejemplo de esto, el autor expone dos películas muy distintas entre sí, a saber,  El amor perjudica seriamente la salud (Manuel Gómez Pereira, 1997), que podría definirse como una comedia romántica de corte sofisticado, y Muertos de risa (Álex de la Iglesia, 1999), una comedia negra con vocación esperpéntica e iconoclasta. Sin embargo, según el autor, estas comedias de tan distinto tipo tienen en común el desplazamiento del contexto histórico-político en favor del elemento pop y massmediático, que desdibuja el relato histórico dándole una falsa apariencia de contemporaneidad.

En la primera de las películas sí que notamos una ausencia absoluta de referencias al contexto político de la época, siendo los únicos elementos contextualizadores las trucadas portadas del ¡Hola!, los anuncios televisivos, y otras plataformas mediáticas de exposición de la admirada high society. Por el contrario, en la película de Álex de la Iglesia sí que son existentes las alusiones al contexto histórico-político, aunque con una peculiaridad que las hace dudosas: todo está pasado por el filtro de la televisión. Esta centralización referencial, por la que la televisión se convierte en el exclusivo instrumento de historización, crearía según Sánchez-Biosca una visión falseada y contemporaneizadora de la historia, algo contrario, según él, a la reconstrucción del pasado.

Pero el uso de la cultura pop como referente histórico no implica necesariamente una visión falseada y suavizada de la historia, y podemos encontrar ejemplos que lo demuestran. Puede compararse a este respecto a Cuéntame con una serie extranjera de referencia ambientada también en los sesenta, Mad Men. Esta serie estadounidense muestra un evidente cariz crítico con esa sociedad americana de los sixties a la vez que usa estos elementos de la cultura pop de masas como referentes historizadores, siendo ejemplo de que este uso no implica necesariamente una visión rosa de la historia.

Centrándonos de nuevo en Cuéntame, más allá del protagonismo de los elementos de la cultura pop, es incuestionable que esta serie sí que usa tono nostálgico, sin embargo, tampoco se puede afirmar que esté totalmente esterilizada de todo componente político, pudiendo encontrar ciertas evidencias de crítica a la dictadura y a la sociedad que regentaba: el miedo a hablar de política en el bar, la militancia comunista del hijo mayor de los Alcántara, un jefe franquista que obliga a los empleados a hacer un donativo a la Iglesia, la constante presencia controladora de esta institución, o el vacío social que los vecinos hacen a una madre soltera, pueden considerarse, de algún modo, como elementos de cierta crítica. También puede ser tomado como crítica el reflejo de las aspiraciones de la familia media española de la época que pasan por cosas como una televisión, un seiscientos, una lavadora, o, simplemente, ir a la playa. Dichas ambiciones, que pueden parecer ridículas e incluso cutres a ojos del telespectador, dejan constancia del atraso comparativo del país. Estas aspiraciones, de hecho, también recuerdan a las de los habitantes de Villar del Río, el pueblo en el que transcurre ¡Bienvenido, Mr. Marshall! (Luis García Berlanga, 1953), así como a las de los improvisados delincuentes de Atraco a las tres (José María Forqué, 1962), y hoy pocos serán los que duden de la carga crítica de esas películas.

Cartel de la película Bienvenido Mister Marshall

Además de esto, puede afirmarse que la relación de la cultura pop con la Guerra Civil y la dictadura no se limita sólo a la intrusión de aquélla en las representaciones cinematográficas de éstas, sino que también desde hace tiempo empezaron a representarse estos traumáticos periodos históricos dentro de los cánones de géneros fílmicos pertenecientes a la cultura popular, como lo son el terrorífico y el fantástico. El alejamiento formal que supone la inmersión en estos géneros con respecto a la corriente más tradicional de representación de la guerra y la dictadura, no supone ni mucho menos la frivolización del relato histórico, sino que los elementos de género son usados de forma metafórica para simbolizar el terror y la monstruosidad inherentes a este negro periodo.

Pese a no pertenecer propiamente al género, El espíritu de la colmena (Víctor Erice, 1973) puede considerarse pionera en esta identificación del terror de celuloide con el de un episodio real. En esta película, efectivamente, el horror real de la guerra queda representado a través de un monstruo de ficción: la criatura de Frankenstein, que tanto impresiona a la niña protagonista del filme tras ver la clásica adaptación cinematográfica de la novela de Mary Shelley (James Whale en 1931). Por su parte, el dúo de películas de Guillermo del Toro formado por El espinazo del diablo (2001) y El laberinto del fauno (2006) sí que supuso una inmersión propiamente dicha del tema de la Guerra Civil y la dictadura en los géneros de terror y fantástico, jugando el director en ambas películas a identificar la monstruosidad producto de la fantasía y la monstruosidad real de la que son capaces los seres humanos. Así, las palabras de Guillermo del Toro son toda una declaración de intenciones: “the only real monsters are human, and the only thing you have to be afraid of is people, not creatures, not ghosts”.


Escena de El espíritu de la colmena

Si aparte de todo lo visto hasta aquí añadimos que la antigua corriente cinematográfica, más dramática y centrada en las épocas más oscuras, no sólo no ha desaparecido sino que incluso vivió hace unos años una renovación y revitalización, en el contexto de los debates de la reparación de la Memoria Histórica, no se entiende el alarmismo del historiador Sánchez-Biosca.

En definitiva, con este artículo intento mostrar cómo la nueva atención a los sesenta y el protagonismo del elemento pop, no implican necesariamente la imposición de una mirada afable o condescendiente al franquismo. Es más, el uso de estos nuevos elementos, incluyéndose la propia inmersión en géneros populares como el del terror y el fantástico,  pueden servir incluso para hacer crítica desde nuevos ángulos, presentando unos nuevos y muy interesantes horizontes a la hora de representar la Guerra Civil y el franquismo en la pequeña y en la gran pantalla.

Bibliografía
Sánchez-Biosca, V. (2006). La memoria impuesta: el consumo reciente de imágenes del franquismo. En V. Sánchez-Biosca, Cine de historia, cine de memoria: la representación y sus límites (p. 65-84). Madrid: Cátedra.

Kermode, M: “Guillermo del Toro” Guardian, 21 November 2006. Interview. Disponible en: <http://www.guardian.co.uk/film/2006/nov/21/guardianinterviewsatbfisouthbank?INTCMP=SRCH>



Sobre el autor:

Moisés Hidalgo García

Fundador de la Start-Up La Odisea de la Historia. Licenciado en Humanidades en la Universidad Pablo de Olavide, especializado en gestión y técnicas informáticas para Archivos, bibliotecas y bases de datos. Realizó además el Máster Historia de Europa, el Mundo Mediterráneo y su difusión atlántica: Métodos, Teorías y Nuevas Líneas de Investigación (1492-2000) de la Universidad Pablo de Olavide, y actualmente realiza su doctorado en la misma universidad en la que investiga sobre los procesos de democratización en el mundo rural.

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