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domingo, 12 de noviembre de 2017

Introducción al especial "V Centenario de la Reforma": Martín Lutero de monje a reformador


Retrato de Martín Lutero por Lucas Cranach el Viejo

Llegó el día, hoy se cumplen 500 años de uno de los actos más icónicos y simbólicos de la Historia de Europa, el día en el que un monje agustino, profesor en la Universidad de Wittenberg, llamado Martín Luder clavó 95 tesis que resumían sus opiniones en materia teológica sobre algunas prácticas políticas y religiosas de su tiempo en la Schlosskirche, la iglesia vinculada al castillo de la misma ciudad. Actualmente se duda mucho de que este acto llegara a realizarse tal y como nos lo han contado, sin embargo que pasara realmente o no, no resta simbolismo al acto que la narración retrospectiva de los años inmediatamente posteriores hizo el principio de la ruptura doctrinal y política de la Europa Moderna.


Lutero fijando sus tesis en la puerta de la capilla del castillo de Wittemberg

Al parecer Lutero, como se haría llamar posteriormente vinculando su nombre al de Eleutherius (el liberado), redactó estas tesis para iniciar un debate académico sobre la teología que se impartía en las universidades y el rumbo que estaban tomando cuestiones específicas como las indulgencias en muchos de los territorios del Sacro Imperio Romano Germánico. La apertura de este debate lo llevó a redactar en alemán para su difusión un sermón sintetizando en apenas 6 páginas las tesis que aportaba al debate. Este documento reducido circuló rápidamente gracias a la imprenta, algo que se repetiría a partir de este momento con todos sus textos.

La originalidad de esas 95 tesis también ha sido objeto de muchísimos estudios sobre la época. Las críticas de Martín Lutero coinciden en buena parte con las críticas que las llamadas herejías medievales (husitas, lolardos, valdenses, etc.), los humanistas y algunos sectores dentro de la propia Iglesia, ya venían enunciando contra determinados dogmas y prácticas de la Iglesia Católica. A estos antecedentes se suma el contexto particular del propio Lutero, de origen campesino y monje agustino y por tanto defensor de un tipo de vida religiosa particular. Además, según algunos de sus preceptores, Lutero se mostraba muy preocupado por su propia salvación, rezando, haciendo penitencias y confesándose muy a menudo como síntomas de la angustia que le generaba el carácter salvífico de las obras terrenales y la posible condenación por el pecado.

Todo ello explica el proceso que siguió el pensamiento de Lutero desde que es nombrado sacerdote en 1505 hasta que comenzó a defender en Wittemberg los matices teológicos que le llevaron a romper definitivamente con Roma en 1521. Fruto de su preocupación por la salvación y de su intenso estudio de los textos bíblicos, Lutero cambió su forma de ver estas cuestiones, quitando el foco de atención en la acción del hombre y poniéndolo en la acción divina. De esta forma se justifica el paso de un Dios justiciero y al Dios de la Gracia por la que los creyentes a través de la fe eran salvos. Este proceso siguió cambiando a lo largo de toda su vida, pero la construcción elaborada de su teología tuvo como sucesos fundamentales las disputas a las que asistió entre 1517 y 1520, gracias a las cuales su pensamiento fue tomando posición en puntos fundamentales como la autoridad del Papa, la infalibilidad de los concilios ecuménicos o la concepción sobre el libre albedrío y el pecado original.



Estatua de Martín Lutero en Dresde

Los primeros que tomaron posiciones a favor del monje agustino fueron el resto de los miembros de su orden, mientras que los dominicos (administradores de las indulgencias y del Santo Oficio) se posicionaron del otro lado. A simple vista, Martín Lutero había comenzado una disputa teológica más en la que el Papado no terminó de posicionarse hasta 1520, cuando vistas la difusión y repercusión que estaban empezando a tener las tesis de Lutero y lo peligrosas que éstas podrían ser llevadas a sus consecuencias lógicas, publicó la bula Exsurge Domine, por la que se exhortaba al reformador a retractarse de buena parte de sus tesis y se mandaban sus libros a quemar en las hogueras de toda Europa. La respuesta de Lutero no pudo ser más contundente: quemar la bula junto a otros textos canónicos que contradecían su nueva teología. 


Martín Lutero arrojando a la hoguera la bula papal

El 3 de marzo de 1521, Martín Lutero era excomulgado por el Papa y convocado a Worms, donde el recién nombrado emperador, Carlos V, le daría la oportunidad de defenderse y retractarse ante una asamblea de príncipes electores. Buena parte de lo que sucedió durante esta Dieta imperial lo contaremos mañana en un artículo más específico, pero el final es por todos sabido, Lutero se negó a retractarse, la ruptura con Roma era un hecho.
Partiendo de este contexto y con motivo de conmemorar estos sucesos, a lo largo de esta semana publicaremos varios artículos que tratan sobre algunos de los puntos fundamentales de esta Reforma como son: la Dieta Imperial de Worms, el papel de la imprenta y el libro en la difusión de la Reforma, la conformación institucional de la nueva Iglesia y las escisiones dentro de ésta y el contraprograma ideológico e iconográfico de la Reforma Católica, terminando con unas conclusiones generales y una bibliografía específica para todos aquellos que queráis profundizar en los distintos temas específicos y en la Reforma Protestante en general. Dicho esto, os damos la bienvenida a nuestra revista y al especial del V Centenario de la Reforma, esperando que lo disfrutéis y que resulte de vuestro interés.

Bibliografía

EGIDO, Teófanes, Las claves de la Reforma y la Contrarreforma 1517-1648, Barcelona: Editorial Planeta, 1991.

GARCÍA CÁRCEL, Ricardo, “El fraile y el césar”, La aventura de la Historia, nº 228 (2017), 56-62.

GREENGRASS, Mark, “¿Qué sucedió en Wittenberg?. Lutero, 500 años después”, Revista de Libros, [25/10/2017]: http://www.revistadelibros.com/articulos/que-sucedio-en-wittenberg-lutero-500-anos-despues

KAUFMANN, Thomas, Lutero: vida, mundo y palabra, Granada: Trotta, 2017.

MORENO, Doris, “El mensaje protestante”, La aventura de la Historia, nº 228 (2017), 48-50.

MORENO, Doris, “Lutero, servidor del evangelio”, La aventura de la Historia, nº 228 (2017), 50-56.

PÉREZ GARCÍA, Rafael, “Pensamiento teológico y movimientos espirituales en el siglo XVI”, en CORTÉS PEÑA, Antonio Luis (Coord.), Historia del cristianismo, vol. III: el mundo moderno, Madrid: Trotta, 2006, 51-90.

Imágenes

Retrato de Martín Lutero por Lucas Cranach el Viejo:

www.wikipedia.org

Lutero fijando sus tesis en la puerta de la capilla del castillo de Wittemberg:

https://www.infobae.com/sociedad/2016/10/31/que-decian-las-95-tesis-de-martin-lutero-que-dividieron-la-iglesia/

Estatua Martín Lutero en Dresde:

http://www.periodistadigital.com/imagenes/2016/08/13/28849759272-c7fcc8239f-b_560x280.jpg

Martín Lutero arrojando a la hoguera la bula papal:


https://i1.wp.com/www.dionneblog.com/wp-content/uploads/2014/10/Luther.jpg

La Dieta de Worms: el encuentro entre Carlos V y Martín Lutero

500 años han pasado desde que Martin Lutero clavara sus 95 tesis en la puerta de la Iglesia del Palacio de Wittenberg, hecho que supuso un punto de partida para los incipientes cambios políticos y religiosos que se irían expandiendo desde al Sacro Imperio al resto de Europa.

La Reforma luterana, fue uno de los acontecimientos más trascendentales durante el reinado de Carlos V, el cual acababa de ser coronado emperador (1520) en el momento de la separación definitiva entre el reformador y la Iglesia Católica. Ambas personalidades, con poder y repercusión social, protagonizaron un encuentro clave: la Dieta de Worms (1521). En esta asamblea, Lutero tuvo la oportunidad de defender sus opiniones ante algunos príncipes y el mismo emperador. Uno de los principales motivos para la celebración de dicha asamblea fue que, en junio de 1520, Roma publicó la bula papal “Exsurge domine”, mediante la cual amenazaba a Lutero con la excomunión y mandaba a la hoguera sus escritos. Como parte de esta bula se le exigía que se retractara de la mayor parte de sus tesis, en las que criticaba algunos dogmas y prácticas de la Iglesia católica, como por ejemplo las indulgencias.


                                    Lutero en la Dieta de Worms (Anton von Werner, 1877)

No fue hasta enero de 1521 y tras haber sido excomulgado, cuando el emperador citó al reformador a la asamblea, la cual estaba compuesta por personalidades influyentes como los príncipes alemanes, duques, marqueses, obispos  y el propio emperador. Durante el transcurso de la asamblea el monje podría defenderse por las acusaciones de hereje vertidas por Roma, pero antes debía llegar a la ciudad de Worms y para ello se le otorgó un salvoconducto que le permitiese ir y volver sin la posibilidad de ser ejecutado tras el juicio, como ya había ocurrido en otros casos.

El 16 de abril de 1521 el reformador llegó a la ciudad de Worms, donde su comparecencia no se haría esperar, al día siguiente comenzó su interrogatorio del cual estaba encargado Juan von der Ecken, obispo que había deseado Federico III de Sajonia como árbitro en la causa de Lutero. Durante el interrogatorio, se le pregunto si reconocía por suyos los veinte libros que se le presentaron aparecidos bajo su nombre y si estaba dispuesto a retractarse de todos ellos o de parte de ellos.  A la pregunta de que si eran suyos contesto que sí, pero respecto a la retractación, pidió tiempo para reflexionar, pues no podía contestar a aquella pregunta sin haber antes reflexionado pausadamente sobre ello. Durante su siguiente comparecencia Lutero se negó a retractarse, alegando que si no era persuadido por testimonios de la Escritura o por evidentes argumentos de razón, ya que no creía ni en la infalibilidad del Papa ni la de los concilios, seguía convencido por las Escrituras y prisionero de su conciencia por la Palabra de Dios.

Tras estos acontecimientos, el emperador aprobó el Edicto de Worms (1521), donde se enumeran los errores de Lutero siguiendo el De captivitate Babylonica, declarando que Lutero debía ser tenido como miembro separado de la Iglesia de Dios, apóstata obstinado y público hereje. Se prohibió comprar, vender, leer, copiar e imprimir sus libros, los cuales debían destruirse por el fuego o de otro modo, a fin de evitar escritos contrarios a la fe. Sin embargo, inmediatamente después Carlos V tuvo que partir hacia la Península Ibérica, se abrieron nuevos frentes de guerra con Francia y muchos príncipes del Sacro Imperio se negaron a ejecutar el edicto.

Lutero pudo salvarse gracias a la ayuda Federico III príncipe elector de Sajonia, el cual consiguió durante su gobierno transformar la pequeña ciudad de Wittemberg en un centro cultural y religioso de gran importancia. Para el príncipe, los cambios que se estaban produciendo en el Sacro Imperio a raíz de los escritos de Lutero, le daban la oportunidad de conseguir más autonomía con respecto al emperador y al Papa. Por ello organizó un secuestro simulado durante el camino de vuelta, escondiéndolo en el castillo de Wartburg. Durante su reclusión, Lutero desarrolló una gran producción teológica escribiendo algunas de sus obras más importantes como fue la traducción del griego al alemán del Nuevo Testamento. Durante estos años Lutero sienta las bases doctrinales sobre las que se construiría la nueva Iglesia, separándose de la Iglesia Católica formando una nueva Iglesia institucionalizada, en muchas facetas parecida a la católica. Con todo ello, tanto la Dieta como el Edicto de Worms, fueron una muestra del cambio político, social y religioso que se estaba fraguando, cuyas repercusiones aún perviven en algunos aspectos de las sociedades protestantes actuales.


Juan Federico el Magnánimo, elector de Sajonia por Lucas Cranach el Viejo (Museo del Prado)

Bibliografía

Acocella Joan, How Martin Luther Changed the World en The New Yorker. https://www.newyorker.com/magazine/2017/10/30/how-martin-luther-changed-the-world

Lutz Heinrich, Reforma y Contrarreforma. Madrid, Alianza, 1998.The History Channel Iberia, B.V.: "Martín Lutero. El reformador de la cristiandad", en Los grandes personajes de la Historia. Barcelona: Plaza y Janés, 2012, 268-282

Mongue Manuel, Desafío al Emperador: Carlos v y Lutero la dieta de Worms en La Aventura de la historia, nº 180, 2013, 50-54.

Imágenes

http://www.elmundo.es/la-aventura-de-la-historia/2015/10/23/562a064ce2704e6c4a8b459c.html

Museo del Prado

Sobre la autora:


Lucía Lobato Hidalgo


Graduada en Geografia e Historia por la Universidad Pablo de Olavide, promoción 2011-2015. Interesada en la Historia Moderna y en la Historia del Arte, realizó su Trabajo Fin de Grado sobre los Bienes de Difuntos de Emigrantes Zafrenses en el siglo XVI. En la actualidad se dedica a impartir clases particulares y el próximo curso empezará un master enfocado en gestión cultural en la Universidad de Valladolid.

A vueltas con la Reforma y la imprenta

            La Reforma protestante iniciada por Lutero, de la que justo ahora se cumplen 500 años, se produjo en una Europa que poco tiempo antes había visto la aparición y difusión de un nuevo medio de comunicación, la imprenta de caracteres móviles. La invención de Gutenberg acarreó una revolución en la forma de producir libros y otros textos menores (folletos, estampas, libelos...) y contribuyó de forma decisiva a convertir a la europea en una civilización escrita. En las primeras décadas del libro incunable (hasta 1480 aproximadamente), la difusión del nuevo arte podría calificarse de rápida pero aún poco segura: las dificultades para adaptar la oferta a la demanda provocaron la quiebra de no pocos negocios. Algunas ciudades que contaron con talleres de imprenta muy temprano los vieron desaparecer tan rápido como habían llegado. En respuesta a estas dificultades, a partir de 1490 el negocio del libro se organiza en Europa a una escala internacional, permitiendo a los impresores vender sus productos en mercados lejanos.


Imprenta de tipos móviles

            De manera que cuando estalló la Reforma protestante, el arte tipográfico estaba ya lo suficientemente difundido y consolidado como para jugar un papel decisivo en la inminente batalla religiosa. La imprenta dio alas a los reformadores para extender su mensaje con una rapidez y eficacia que los heterodoxos de la Edad Media no hubieran podido soñar. Al mismo tiempo, la Reforma proporcionó a los tipógrafos europeos de los siglos XVI y XVII una buena parte de la materia prima para sus negocios, y muchos no solo se aprovecharon de ello, imprimiendo textos reformados o católicos con los que alimentar la polémica, sino que se unieron entusiastas a alguno de los bandos en conflicto.

            Fue gracias a la imprenta que los escritos de Lutero, acompañados con frecuencia de su retrato, circularon con rapidez por Alemania, encontrando a un público deseoso de leerlos. Las 95 tesis, escritas en latín y pensadas originariamente para el debate académico, se tradujeron, imprimieron y difundieron con una rapidez sin precedentes que sorprendieron a su propio autor, según reconocía en la carta enviada al pontífice León X pocos meses después.  Pero el fenómeno no se redujo a tierras alemanas. Los textos evangélicos se desbordaron pronto hacia otros territorios europeos, gracias, precisamente, al carácter internacional que el mercado del libro había adquirido en las décadas anteriores. Las obras del reformador se leían en París al menos desde 1520 y poco después las autoridades españolas multiplicaban sus esfuerzos para frenar su difusión en la Península, ante la constatación de que ya habían penetrado en ella. 




La Biblia de Martín Lutero de 1534

La estrecha relación entre imprenta y Reforma fue ya reconocida y elogiada por los propios reformadores en el siglo XVI. La Reforma ha llegado a ser calificada como hija de Gutenberg o hija de la imprenta, concepto que los grandes historiadores Lucien Febvre y Henri-Jean Martin calificaron de ridículo, pero que ha tenido un profundo impacto. Los protestantes demostraron ser conscientes del poder de la imprenta y esta consciencia se revela en numerosos escritos donde se cantan las alabanzas del nuevo arte como un don divino. El mismo Lutero afirmó: “La imprenta es el último don de Dios, y el mayor. Por su mediación, en efecto, Dios desea dar a conocer la causa de la verdadera religión a toda la tierra, hasta los extremos del orbe”. Para Elizabeth Eisenstein, la imprenta fue al mismo tiempo precondición y precipitante de la Reforma, siendo el protestantismo el primer movimiento religioso que usó plenamente el potencial de la imprenta como medio de masas para acabar con el monopolio de la enseñanza de las escrituras por parte de la Iglesia católica.

             

Centros de impression y diffusion de la imprenta en Europa a principios del siglo XV

            Pero, ¿Hasta qué punto la Reforma fue favorecida por y favoreció a la imprenta? ¿son tan profundas las diferencias entre católicos y reformados en este terreno?

            Como recientemente señalara Andrew Pettegree, el impacto de la Reforma protestante sobre el mercado europeo de libros fue muy irregular: mientras que en algunas áreas o ciudades (como Wittenberg o Estrasburgo) la industria y el comercio de libros recibió un impulso decisivo por parte de la Reforma, en otras áreas, y particularmente en el sur de Europa, su influencia fue escasa o nula. Eso no significa, como veremos, que en dichas áreas la producción y circulación de libros no se viera influenciada profundamente por las corrientes y luchas religiosas desatadas en Europa a partir de 1517. Pero en distintas áreas del centro y norte de Europa la Reforma supuso, de hecho, el despegue de una industria tipográfica hasta entonces débil o inexistente. Tal fue el caso de los países nórdicos, donde la adopción de la fe evangélica se vio acompañada por la traducción de la Biblia a las lenguas nacionales y su impresión, así como por el apoyo de las autoridades a la producción de libros con los que difundir la nueva fe.

            La Reforma va a ser también determinante en el avance de dos de las grandes capitales europeas del libro en la Edad Moderna: Ginebra y Amsterdam. Antes de la revolución político-religiosa que convirtió a Ginebra en la Roma calvinista, la ciudad albergaba una industria tipográfica marginal. Al calor de la Reforma, las imprentas comenzaron a multiplicarse en la ciudad, que se vio también favorecida por la llegada de numerosos impresores y libreros franceses en busca de refugio. En este sentido, la cercanía de Lyon fue decisiva: En Lyon, numerosos libreros e impresores simpatizaron con los reformados y contribuyeron decisivamente a la expansión de su mensaje. Algunos mantuvieron actitudes ambivalentes, pero otros tomaron partido por el bando hugonote con claridad, como fue el caso de los Senneton. Tras un breve periodo en el que los reformados tomaron el poder en la ciudad, la vuelta de las autoridades católicas obligó a numerosos tipógrafos a emigrar a la vecina Ginebra.

            En los Países Bajos podemos observar como la llegada de la Reforma también supuso un cambio en la geografía de la imprenta: durante la mayor parte del siglo XVI, Amberes había sido la capital indiscutible del libro en la región, pero entre 1570 y 1630 algo más de doscientos impresores emigraron desde el sur a las Siete Provincias, estableciéndose sobre todo en las principales ciudades de Holanda y Zelanda, especialmente en Amsterdam y Leiden, y contribuyendo al florecimiento de la tipografía en la región.




La Reforma Protestante a finales del siglo XVI


            Sin embargo, no todo fueron elogios y beneficios para la imprenta en el bando protestante. La mayoría de los reformadores, tras un primer momento de mayor entusiasmo, van a defender el control de las lecturas hechas por los fieles, e incluso la Biblia traducida a las lenguas vulgares no estará pensada para todos los públicos, sino solo para una élite. Como ha señalado Mario Infelise, durante la Edad Moderna nació, se desarrolló y finalmente comenzó a colapsar un sistema de control de la producción, circulación y usos de los libros, que era entendido como complemento necesario de toda sociedad bien organizada. Este sistema de control, con distintas variantes, se desarrollará en todos los países europeos, y aunque la legislación y la censura en torno al libro impreso son anteriores al estallido de la Reforma, ésta exacerbará la necesidad sentida por las autoridades europeas de controlar la imprenta.  

Esta necesidad de control fue sentida tanto en los países católicos como en los protestantes, y en todos se arbitraron medidas al respecto. Sin embargo, en torno a la imprenta y la Reforma se ha generado lo que Fernando Bouza ha definido como "uno de los tópicos más extendidos de que se nutre la historia religiosa y cultural de Occidente". En función de este tópico, en los países protestantes se habría fomentado la lectura de la biblia y otros textos religiosos en lenguas vernáculas, mientras que la Europa católica no habría sabido aprovechar de la misma manera las posibilidades de la imprenta, centrando su acción en la censura y las prohibiciones. Esta es una idea que sin duda ha tenido un profundo impacto en el pensamiento occidental. En este sentido incidía Elizabeth Eisenstein en una obra reciente: "la Iglesia romana que inicialmente dio la bienvenida al divino arte [de la imprenta], se hizo mucho más ambivalente con respecto al invento después de la revuelta protestante. Comenzó a tomar una aproximación más reactiva que proactiva en los usos del a imprenta”.


Portada de la primera edición del Index Librorum Prohibitorum (Venecia, 1564)

  Sin embargo, cuando miramos al mundo de la imprenta y el libro en la Edad Moderna desde una perspectiva más desprejuiciada, podemos observar que en los países católicos la Reforma y la posterior Contrarreforma (o reforma católica) supuso también un revulsivo para el mundo de la imprenta: junto a la persecución de los libros perniciosos ("herejes mudos") que tiene uno de sus principales exponentes en la publicación de Índices de libros prohibidos, encontramos el fomento de los "buenos libros", cuya producción y difusión se verá respaldada por las autoridades. Por otro lado, numerosos impresores y libreros van a buscar su beneficio económico más allá de las divisiones religiosas, produciendo tanto para el mercado católico como para el protestante.

            En definitiva, la imprenta permitió difundir los escritos de Lutero y el resto de los reformadores europeos posteriores a una escala antes inimaginable. Al mismo tiempo, la Reforma contribuyó a modificar el mapa de la industria tipográfica europea. Pero quizás, las diferencias entre territorios católicos y protestantes en torno a la imprenta y la lectura no fueron tan grandes como se había considerado en la historiografía más tradicional, y las fronteras entre territorios de distintas confesiones fueron más porosas de lo que habíamos imaginado.


Bibliografía

Bouza, Fernando, Del escribano a la biblioteca. La civilización escrita europea en la Alta Edad Moderna. Siglos XV-XVII, Madrid: Síntesis, 1992.

Febvre, Lucien y Martin, Henri-Jean, La aparición del libro México: FCE, 2005.

Eisenstein, Elisabeth L., The printing press as an agent of change. Communications and cultural transformations in early-modern Europe, vol. I, Cambridge: University Press, 1979.

González Sánchez-Molero, José Luis, "Los impresores ante el Consejo Real: el problema de la licencia y el privilegio (1502-1540)" en Actas XIII y XIV Jornadas bibliográficas Bartolomé J. Gallardo. 2006.  Agustín Sánchez Rodrigo (1870-1933). 2007. Dos pinceladas sobre mercaderes de libros en el siglo XVI, Badajoz: Unión de Bibliófilos Extremeños, 2009, 119-184.

Gilmont, Jean-François, "Reformas protestantes y lectura", en Guglielmo Cavallo, Guglielmo y Chartier, Roger (eds.), Historia de la lectura en el mundo occidental, Madrid: Taurus, 1998.

Pettegree, Andrew, The book in the Renaissance, New Haven: Yale University Press, 2010.

Constantin, Léa, Les enjeux de la controverse religieuse dans l’imprimerie lyonnaise, 1560-1565, Memoire de Recherche, Université Lumiere-Lyon 2. Defensa junio 2011.

Cruz, Laura The paradox of prosperity: The Leiden booksellers' guild and the distribution of books in early modern Europe, Oak Knoll, 2009.

Mario Infelise, Mario, I libri proibiti da Gutenberg all'Encyclópedi, Laterza, 1999.

Bouza, Fernando "Contrarreforma y tipografía ¿Nada más que rosarios en sus manos?", Cuadernos de Historia Moderna, nº 16 (1995), 80-87.

Eisenstein, Elizabeth L., Divine Art, Infernal Machine. The Reception of Printing in the West from First Impressions to the Sense of an Ending, Philadelphia: University of Pennsylvania, 2011.

Maillard Álvarez, Natalia (ed), Books in the catholic world during the early modern period, Leiden: Brill, 2014.

Imágenes

Imprenta de tipos móviles:
http://www.pensamientosmaupinianos.com/2012/04/historia-de-la-imprenta.html

Biblia de Lutero:
De Torsten Schleese - Own photo taken in Lutherhaus Wittenberg, Dominio público, https://commons.wikimedia.org/w/index.php?curid=460823

Centros de impression y diffusion de la imprenta en Europa a principios del siglo XV:
https://www.blinklearning.com/Cursos/c392729_c15902999__1__El_inicio_de_la_Edad_Moderna__Los_siglos_XV_y_XVI.php

La Reforma Protestante a finales del siglo XVI:
http://www.curriculumenlineamineduc.cl/605/articles-32979_recurso_jpg.jpg

Portada de la primera edición del Index Librorum Prohibitorum (Venecia, 1564):
Dominio público, https://commons.wikimedia.org/w/index.php?curid=433142

Sobre la autora:

Natalia Maillard Álvarez


Licenciada en Geografía e Historia y doctora en Historia por la Universidad de Sevilla (2007). Ha sido Marie Curie Fellow en el Instituto Universitario Europeo (2010-2012) y profesora de la UPO desde 2012. En la actualidad tiene un contrato Ramón y Cajal en el área de Historia Moderna de dicha Universidad. Su investigación se centra en la historia del libro en la Edad Moderna con dos líneas fundamentales: el estudio de las redes de comercio de libros en la Monarquía Hispánica y el análisis de las bibliotecas particulares y los gustos lectores en los siglos XVI y XVII. Es autora del Lectores y libros en la ciudad de Sevilla. 1550-1600 (Rubeo, 2011) y editora de Books in the Catholic World during the Early Modern Period (Brill, 2014).