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domingo, 12 de noviembre de 2017

A vueltas con la Reforma y la imprenta

            La Reforma protestante iniciada por Lutero, de la que justo ahora se cumplen 500 años, se produjo en una Europa que poco tiempo antes había visto la aparición y difusión de un nuevo medio de comunicación, la imprenta de caracteres móviles. La invención de Gutenberg acarreó una revolución en la forma de producir libros y otros textos menores (folletos, estampas, libelos...) y contribuyó de forma decisiva a convertir a la europea en una civilización escrita. En las primeras décadas del libro incunable (hasta 1480 aproximadamente), la difusión del nuevo arte podría calificarse de rápida pero aún poco segura: las dificultades para adaptar la oferta a la demanda provocaron la quiebra de no pocos negocios. Algunas ciudades que contaron con talleres de imprenta muy temprano los vieron desaparecer tan rápido como habían llegado. En respuesta a estas dificultades, a partir de 1490 el negocio del libro se organiza en Europa a una escala internacional, permitiendo a los impresores vender sus productos en mercados lejanos.


Imprenta de tipos móviles

            De manera que cuando estalló la Reforma protestante, el arte tipográfico estaba ya lo suficientemente difundido y consolidado como para jugar un papel decisivo en la inminente batalla religiosa. La imprenta dio alas a los reformadores para extender su mensaje con una rapidez y eficacia que los heterodoxos de la Edad Media no hubieran podido soñar. Al mismo tiempo, la Reforma proporcionó a los tipógrafos europeos de los siglos XVI y XVII una buena parte de la materia prima para sus negocios, y muchos no solo se aprovecharon de ello, imprimiendo textos reformados o católicos con los que alimentar la polémica, sino que se unieron entusiastas a alguno de los bandos en conflicto.

            Fue gracias a la imprenta que los escritos de Lutero, acompañados con frecuencia de su retrato, circularon con rapidez por Alemania, encontrando a un público deseoso de leerlos. Las 95 tesis, escritas en latín y pensadas originariamente para el debate académico, se tradujeron, imprimieron y difundieron con una rapidez sin precedentes que sorprendieron a su propio autor, según reconocía en la carta enviada al pontífice León X pocos meses después.  Pero el fenómeno no se redujo a tierras alemanas. Los textos evangélicos se desbordaron pronto hacia otros territorios europeos, gracias, precisamente, al carácter internacional que el mercado del libro había adquirido en las décadas anteriores. Las obras del reformador se leían en París al menos desde 1520 y poco después las autoridades españolas multiplicaban sus esfuerzos para frenar su difusión en la Península, ante la constatación de que ya habían penetrado en ella. 




La Biblia de Martín Lutero de 1534

La estrecha relación entre imprenta y Reforma fue ya reconocida y elogiada por los propios reformadores en el siglo XVI. La Reforma ha llegado a ser calificada como hija de Gutenberg o hija de la imprenta, concepto que los grandes historiadores Lucien Febvre y Henri-Jean Martin calificaron de ridículo, pero que ha tenido un profundo impacto. Los protestantes demostraron ser conscientes del poder de la imprenta y esta consciencia se revela en numerosos escritos donde se cantan las alabanzas del nuevo arte como un don divino. El mismo Lutero afirmó: “La imprenta es el último don de Dios, y el mayor. Por su mediación, en efecto, Dios desea dar a conocer la causa de la verdadera religión a toda la tierra, hasta los extremos del orbe”. Para Elizabeth Eisenstein, la imprenta fue al mismo tiempo precondición y precipitante de la Reforma, siendo el protestantismo el primer movimiento religioso que usó plenamente el potencial de la imprenta como medio de masas para acabar con el monopolio de la enseñanza de las escrituras por parte de la Iglesia católica.

             

Centros de impression y diffusion de la imprenta en Europa a principios del siglo XV

            Pero, ¿Hasta qué punto la Reforma fue favorecida por y favoreció a la imprenta? ¿son tan profundas las diferencias entre católicos y reformados en este terreno?

            Como recientemente señalara Andrew Pettegree, el impacto de la Reforma protestante sobre el mercado europeo de libros fue muy irregular: mientras que en algunas áreas o ciudades (como Wittenberg o Estrasburgo) la industria y el comercio de libros recibió un impulso decisivo por parte de la Reforma, en otras áreas, y particularmente en el sur de Europa, su influencia fue escasa o nula. Eso no significa, como veremos, que en dichas áreas la producción y circulación de libros no se viera influenciada profundamente por las corrientes y luchas religiosas desatadas en Europa a partir de 1517. Pero en distintas áreas del centro y norte de Europa la Reforma supuso, de hecho, el despegue de una industria tipográfica hasta entonces débil o inexistente. Tal fue el caso de los países nórdicos, donde la adopción de la fe evangélica se vio acompañada por la traducción de la Biblia a las lenguas nacionales y su impresión, así como por el apoyo de las autoridades a la producción de libros con los que difundir la nueva fe.

            La Reforma va a ser también determinante en el avance de dos de las grandes capitales europeas del libro en la Edad Moderna: Ginebra y Amsterdam. Antes de la revolución político-religiosa que convirtió a Ginebra en la Roma calvinista, la ciudad albergaba una industria tipográfica marginal. Al calor de la Reforma, las imprentas comenzaron a multiplicarse en la ciudad, que se vio también favorecida por la llegada de numerosos impresores y libreros franceses en busca de refugio. En este sentido, la cercanía de Lyon fue decisiva: En Lyon, numerosos libreros e impresores simpatizaron con los reformados y contribuyeron decisivamente a la expansión de su mensaje. Algunos mantuvieron actitudes ambivalentes, pero otros tomaron partido por el bando hugonote con claridad, como fue el caso de los Senneton. Tras un breve periodo en el que los reformados tomaron el poder en la ciudad, la vuelta de las autoridades católicas obligó a numerosos tipógrafos a emigrar a la vecina Ginebra.

            En los Países Bajos podemos observar como la llegada de la Reforma también supuso un cambio en la geografía de la imprenta: durante la mayor parte del siglo XVI, Amberes había sido la capital indiscutible del libro en la región, pero entre 1570 y 1630 algo más de doscientos impresores emigraron desde el sur a las Siete Provincias, estableciéndose sobre todo en las principales ciudades de Holanda y Zelanda, especialmente en Amsterdam y Leiden, y contribuyendo al florecimiento de la tipografía en la región.




La Reforma Protestante a finales del siglo XVI


            Sin embargo, no todo fueron elogios y beneficios para la imprenta en el bando protestante. La mayoría de los reformadores, tras un primer momento de mayor entusiasmo, van a defender el control de las lecturas hechas por los fieles, e incluso la Biblia traducida a las lenguas vulgares no estará pensada para todos los públicos, sino solo para una élite. Como ha señalado Mario Infelise, durante la Edad Moderna nació, se desarrolló y finalmente comenzó a colapsar un sistema de control de la producción, circulación y usos de los libros, que era entendido como complemento necesario de toda sociedad bien organizada. Este sistema de control, con distintas variantes, se desarrollará en todos los países europeos, y aunque la legislación y la censura en torno al libro impreso son anteriores al estallido de la Reforma, ésta exacerbará la necesidad sentida por las autoridades europeas de controlar la imprenta.  

Esta necesidad de control fue sentida tanto en los países católicos como en los protestantes, y en todos se arbitraron medidas al respecto. Sin embargo, en torno a la imprenta y la Reforma se ha generado lo que Fernando Bouza ha definido como "uno de los tópicos más extendidos de que se nutre la historia religiosa y cultural de Occidente". En función de este tópico, en los países protestantes se habría fomentado la lectura de la biblia y otros textos religiosos en lenguas vernáculas, mientras que la Europa católica no habría sabido aprovechar de la misma manera las posibilidades de la imprenta, centrando su acción en la censura y las prohibiciones. Esta es una idea que sin duda ha tenido un profundo impacto en el pensamiento occidental. En este sentido incidía Elizabeth Eisenstein en una obra reciente: "la Iglesia romana que inicialmente dio la bienvenida al divino arte [de la imprenta], se hizo mucho más ambivalente con respecto al invento después de la revuelta protestante. Comenzó a tomar una aproximación más reactiva que proactiva en los usos del a imprenta”.


Portada de la primera edición del Index Librorum Prohibitorum (Venecia, 1564)

  Sin embargo, cuando miramos al mundo de la imprenta y el libro en la Edad Moderna desde una perspectiva más desprejuiciada, podemos observar que en los países católicos la Reforma y la posterior Contrarreforma (o reforma católica) supuso también un revulsivo para el mundo de la imprenta: junto a la persecución de los libros perniciosos ("herejes mudos") que tiene uno de sus principales exponentes en la publicación de Índices de libros prohibidos, encontramos el fomento de los "buenos libros", cuya producción y difusión se verá respaldada por las autoridades. Por otro lado, numerosos impresores y libreros van a buscar su beneficio económico más allá de las divisiones religiosas, produciendo tanto para el mercado católico como para el protestante.

            En definitiva, la imprenta permitió difundir los escritos de Lutero y el resto de los reformadores europeos posteriores a una escala antes inimaginable. Al mismo tiempo, la Reforma contribuyó a modificar el mapa de la industria tipográfica europea. Pero quizás, las diferencias entre territorios católicos y protestantes en torno a la imprenta y la lectura no fueron tan grandes como se había considerado en la historiografía más tradicional, y las fronteras entre territorios de distintas confesiones fueron más porosas de lo que habíamos imaginado.


Bibliografía

Bouza, Fernando, Del escribano a la biblioteca. La civilización escrita europea en la Alta Edad Moderna. Siglos XV-XVII, Madrid: Síntesis, 1992.

Febvre, Lucien y Martin, Henri-Jean, La aparición del libro México: FCE, 2005.

Eisenstein, Elisabeth L., The printing press as an agent of change. Communications and cultural transformations in early-modern Europe, vol. I, Cambridge: University Press, 1979.

González Sánchez-Molero, José Luis, "Los impresores ante el Consejo Real: el problema de la licencia y el privilegio (1502-1540)" en Actas XIII y XIV Jornadas bibliográficas Bartolomé J. Gallardo. 2006.  Agustín Sánchez Rodrigo (1870-1933). 2007. Dos pinceladas sobre mercaderes de libros en el siglo XVI, Badajoz: Unión de Bibliófilos Extremeños, 2009, 119-184.

Gilmont, Jean-François, "Reformas protestantes y lectura", en Guglielmo Cavallo, Guglielmo y Chartier, Roger (eds.), Historia de la lectura en el mundo occidental, Madrid: Taurus, 1998.

Pettegree, Andrew, The book in the Renaissance, New Haven: Yale University Press, 2010.

Constantin, Léa, Les enjeux de la controverse religieuse dans l’imprimerie lyonnaise, 1560-1565, Memoire de Recherche, Université Lumiere-Lyon 2. Defensa junio 2011.

Cruz, Laura The paradox of prosperity: The Leiden booksellers' guild and the distribution of books in early modern Europe, Oak Knoll, 2009.

Mario Infelise, Mario, I libri proibiti da Gutenberg all'Encyclópedi, Laterza, 1999.

Bouza, Fernando "Contrarreforma y tipografía ¿Nada más que rosarios en sus manos?", Cuadernos de Historia Moderna, nº 16 (1995), 80-87.

Eisenstein, Elizabeth L., Divine Art, Infernal Machine. The Reception of Printing in the West from First Impressions to the Sense of an Ending, Philadelphia: University of Pennsylvania, 2011.

Maillard Álvarez, Natalia (ed), Books in the catholic world during the early modern period, Leiden: Brill, 2014.

Imágenes

Imprenta de tipos móviles:
http://www.pensamientosmaupinianos.com/2012/04/historia-de-la-imprenta.html

Biblia de Lutero:
De Torsten Schleese - Own photo taken in Lutherhaus Wittenberg, Dominio público, https://commons.wikimedia.org/w/index.php?curid=460823

Centros de impression y diffusion de la imprenta en Europa a principios del siglo XV:
https://www.blinklearning.com/Cursos/c392729_c15902999__1__El_inicio_de_la_Edad_Moderna__Los_siglos_XV_y_XVI.php

La Reforma Protestante a finales del siglo XVI:
http://www.curriculumenlineamineduc.cl/605/articles-32979_recurso_jpg.jpg

Portada de la primera edición del Index Librorum Prohibitorum (Venecia, 1564):
Dominio público, https://commons.wikimedia.org/w/index.php?curid=433142

Sobre la autora:

Natalia Maillard Álvarez


Licenciada en Geografía e Historia y doctora en Historia por la Universidad de Sevilla (2007). Ha sido Marie Curie Fellow en el Instituto Universitario Europeo (2010-2012) y profesora de la UPO desde 2012. En la actualidad tiene un contrato Ramón y Cajal en el área de Historia Moderna de dicha Universidad. Su investigación se centra en la historia del libro en la Edad Moderna con dos líneas fundamentales: el estudio de las redes de comercio de libros en la Monarquía Hispánica y el análisis de las bibliotecas particulares y los gustos lectores en los siglos XVI y XVII. Es autora del Lectores y libros en la ciudad de Sevilla. 1550-1600 (Rubeo, 2011) y editora de Books in the Catholic World during the Early Modern Period (Brill, 2014).

martes, 26 de julio de 2016

Mercado tipográfico en Sevilla: auge, decadencia y cambios en el sistema productivo

Sevilla desde el siglo XV fue una de las ciudades punteras de la Corona de Castilla. Prueba de ello fue su relevante comercio y la instauración progresiva de instituciones tanto civiles como eclesiásticas considerables. No obstante, habría que esperar al “descubrimiento de América” y al establecimiento en la misma de la Casa de la Contratación en 1503, para que Sevilla fuese considerada como uno de los “ombligos del mundo moderno” y estuviera en boca de la mayoría de cortes europeas.

A raíz de su importancia, esta ciudad sería una de las primeras en la Península Ibérica en acoger la imprenta y fundar un centro productor. Asunto que no debe dejarnos sorprendidos, puesto que en pleno siglo XV había sido el principal centro de distribución de manuscritos.



En este óleo de Sánchez Coello de finales del S. XVI vemos reflejada esa imagen concurrida, dinámica y viva de Sevilla como puerto al Nuevo Mundo, donde no dejó de crecer el asentamiento de extranjeros para hacer negocio, con cuyas nacionalidades se identifican calles de esta ciudad desde entonces como es el caso de la calle alemanes junto a la Catedral de Sevilla.

En este contexto, la demanda de impresos no dejó de crecer, ya que estar informado era relevante a la hora de tomar decisiones mercantiles o aventurarse en alguna empresa. Por otro lado,  desde ella se empezó a nutrir parte de la demanda de impresos y libros del mercado americano. Además cabe señalar su papel como “hervidero de noticias”, ya que era uno los nudos de comunicación más importantes del mundo moderno, al que llegaban noticias y cartas sobre la suerte de las posesiones europeas en el Pacífico, Índico y Atlántico.

La imprenta revolucionó la producción de libros, no obstante, en la Península a pesar de su buena acogida inicial dejaría paso a un mercado más fructífero y efímero como se trataba el de las relaciones de sucesos, las cuales acapararían el protagonismo en las imprentas sevillanas. El hecho de que los impresores apostaran por las relaciones e impresos menores, no es un casual, sino que fue fruto de una tendencia que comenzó con la decadencia o falta de competitividad de las imprentas españolas frente al mercado europeo del libro. Al realizar un análisis a escala europea del siglo XVI,  podemos constatar que había  grandes centros de producción en Alemania, Italia, Francia y Países Bajos, donde se consolidaron dinastías que funcionaban como  multinacionales del libro: produciendo y distribuyendo sus impresos por Europa y América a través de una compleja red de agentes y factores.

Estos centros fueron competidores feroces tanto para Sevilla como para el resto de las imprentas de la Península Ibérica; ya que eran más competitivos tanto en precio como en calidades y su producción era mucho mayor debido al gran número de talleres (por ejemplo en Venecia a mediados del S.XVI se tenía constancia de unos 150 mientras que en toda la península existían unos 30 en total). De hecho, si una obra española tenía éxito, las copias posteriores se hacían en el extranjero o directamente se llevaban a  estas imprentas para que fueran imprimidas antes de distribuirlas en el mercado.

A la voraz competencia del marco europeo habría que sumar los problemas antagónicos de la industria editorial española y la crisis de la industria del libro en Sevilla a mediados del XVI, asuntos los cuales hemos abordado de forma esquemática en la siguiente tabla:



Finalmente, cabría decir que estos factores ocasionaron por un lado la pérdida para Sevilla del rango de principal centro productor y distribuidor de libros en la Península, y por otro un cambio radical tanto en su industria como en su producción y mercado. Este último, quedaría eclipsado por las “potencias editoriales” y tendería a la importación de libros sobre la producción propia y a la transformación del sistema productivo para dar protagonismo a impresos menores efímeros de gran tirada como es el caso de las relaciones de sucesos, las cuales tuvieron su época de esplendor máximo a finales del siglo XVI y la primera mitad del siglo XVII, llegando a ser consideradas como el primer periódico de la historia.

Bibliografía

Baena, F. y Cuadros, Mª. “Una biblioteca digital de prensa antigua, el caso de las relaciones de sucesos sevillanas (siglo XVI-XVIII)”. Revista internacional de Historia de la comunicación, 1 (2013): 1

Domínguez, A. La imprenta en Sevilla en el siglo XVII. Sevilla: Universidad de Sevila, 1992.

Infantes, V. “¿Qué es una relación? (divagaciones varias sobre una sola divagación)”. En Las relaciones de sucesos en España (1500-1750).En Actas del primer coloquio internacional (Alcalá de Henares, 8,9 y 10 de junio de 1995):205. Alcalá de Henares: Publications de la Sorbonne,1996.

Maillard, N. Difusión y circulación de la cultura escrita en Sevilla. 1550-1600. Tesis Doctoral inédita . Universidad de Sevilla: 2007.

Maillard, N. y Rueda, P. “Sevilla en el mercado tipográfico (Siglos XV-XVIII): de papeles y relaciones, en Relaciones de sucesos en la biblioteca de la Universidad de Sevilla, ed. 13-26.Sevilla, Trama Gestion S.L. ,2008.

Redondo, A. “Les `relaciones de sucesos´ dans l´Espagne du siècle d´Or: un moyen privilégie de transmission culturelle”.Cahiers de l´UFR d´Estudes Ibériques et Latino-Americaines 7(1989): 56-67.

Rodríguez, A. Diccionario bibliográfico de pliegos sueltos poéticos (siglo XVI). Madrid: Castalia,1970.


Vista de Sevilla de Sánchez Coello, óleo sobre lienzo (1576): http://ceres.mcu.es/pages/ResultSearch?Museo=MAM&txtSimpleSearch=Vista%20de%20Sevilla&simpleSearch=0&hipertextSearch=1&search=simple&MuseumsSearch=MAM%7C&MuseumsRolSearch=11&    



Sobre el autor:

Francisco José Gómez García

Graduado en Geografía e Historia por la Universidad Pablo de Olavide, promoción 2012-2016. Periodo en el que desarrolló su interés en la violencia, redes de comercio y nodos de comunicación de la Monarquía Hispánica en Oriente durante la Edad Moderna. Su Trabajo Fin de grado, titulado “La masacre de los sangleyes en el contexto de la imprenta sevillana”, estuvo estrechamente relacionado con estos asuntos. Además, muestra interés por la historia militar, las catástrofes naturales en la historia y la archivística. Actualmente, está matriculado en el Máster en Historia y Humanidades Digitales, organizado por la Universidad Pablo de Olavide.