Al pensar en los caballeros
templarios, nos vienen inmediatamente a la mente recuerdos de grandes batallas,
luchas sin cuartel en Tierra Santa y de una actitud humilde y ejemplar propia
de una orden religiosa.
No obstante, tras estas escuetas
líneas quedan muchas piezas por descubrir y encajar para saber cuál fue realmente
su historia. A lo largo de este artículo, daremos detalles sobre la misma
haciendo hincapié en algunas cuestiones relacionadas con: su origen, nombre
característico, su papel en la Corona de Aragón y cómo éste influiría
posteriormente en la disolución de la orden junto a una serie de factores.
En primer lugar, cabría decir que
el nacimiento de la Orden del Temple está altamente relacionado con el contexto
posterior a la primera cruzada
(1096-1099). En este periodo histórico de campañas militares y grandes
peregrinaciones armadas, los cruzados cristianos tomaron Jerusalén y parte de
la actual al dominio musulmán. No obstante, el control sobre el territorio era
bastante débil y poco efectivo en la práctica. Asunto que era fácilmente
perceptible, al observar la gran cantidad de ataques que sufrían los peregrinos
que acudían a Tierra Santa, en el trayecto entre la costa y Jerusalén.
Con el fin de garantizar la
seguridad del peregrino y erradicar esta amenaza, surgió un pequeño grupo de
caballeros cruzados que se asociarían hacia el 1119, a los cuales se les
concedió como cuartel general el área del antiguo templo judío de Jerusalén, de
ahí que empezaran a ser reconocidos como la “Orden del Temple”.
En los primeros años sufrieron serias
dificultades, debido a la escasez de miembros y a la falta de financiación. Con
el fin de buscar una solución a ello, el líder templario, Hugo de Payens partió
en el 1127 hacia Roma para reunirse con el Papa Honorio II, con el objetivo de pedir
el reconocimiento oficial de la Orden. Para debatir esta cuestión, el 13 de
enero de 1129 en Troyes, se convocaría
un Concilio que portaría el mismo nombre de la ciudad francesa en la que se
celebró.
Huge Payens
El resultado, fue que este mismo año
se obtendría el reconocimiento eclesiástico y el respaldo de diversos intelectuales
entre los que destacó Bernardo de Claraval, quien escribió una obra titulada
“Elogio de la nueva milicia” para animar a la nobleza europea a entrar en el
Temple. A partir de este momento
lograría un mayor éxito basado en un aumento sustancial del número de miembros
y de las donaciones dadas a favor de su causa, dando solución de este modo a
las carencias iniciales de la orden.
Tras su reconocimiento en el
Concilio, pasarían 10 años hasta que el Papa Inocencio II la reconociera definitivamente
como Orden oficial. Este estatus llevaría consigo, la dependencia directa de la
autoridad pontificia y a su vez eximiría a la orden de la jurisdicción
episcopal. A raíz de esto, podemos dejar constancia de que fue la primera orden
de carácter religioso-militar, que configuró el prototipo de otras tantas que
irían surgiendo a lo largo de los siglos XII y XIII, como es el caso de las
órdenes de Calatrava (1158), Teutónica (1190) y de Santiago (1158).
En el colofón del siglo XII, la
Orden del Temple no sólo sería considerada como una fuerza de escolta de
peregrinos, sino más bien, como una de las fuerzas militares más destacadas del
reino de Jerusalén, cuya influencia política era notable en el Oriente Latino.
Respecto a su papel en la Corona de
Aragón, la Orden se instauró en estos territorios en el 1131, en el contexto del
avance cristiano en la conquista de la península ibérica. La alta nobleza
aragonesa y el propio rey le mostraron su reconocimiento y admiración por su
labor en Tierra Santa y los agasajaron
con propiedades y rentas para conseguir su favor con vistas a que colaboraran
en la empresa militar que estaban llevando a cabo.
Inicialmente, la Orden de los
Templarios no tenía ningún interés en implicarse en esta conquista, sino que sus objetivos principales se
basaban en recoger donativos y ganar adeptos para ayudar a sus compañeros en
Tierra Santa. No obstante, tras la celebración de una asamblea el 15 de abril de
1134 convocada por el Conde de Barcelona (Ramón Berenger III) se les ofreció
grandes privilegios si se decidían a colaborar a favor de la Corona de Aragón,
como finalmente hicieron. De hecho, tras finalizar las campañas de Berenguer y
su hijo Alfonso, las encomiendas templarias se extenderían por todo el
territorio de la Corona, acentuando su presencia al sur del río Ebro y en la
región montañosa de Teruel con la intención de proteger la frontera y preparar
el avance hacia Valencia.
La influencia política del Temple
en la Corona de Aragón llegó a su culmen
durante los reinados de Pedro II (1196-1213) y Jaime I (1213-1270), destacando las
numerosas concesiones realizadas tras la
conquista de Valencia y Mallorca. De la primera, recibirían parte de la ciudad
de Valencia, la torre de Alibufat y su barrio circundante, además, las
posesiones de las ciudades de Peníscola, Xivert y Burriana dónde más adelante
fundarían conventos. Y de la segunda, obtendrían la Almudaina de los judíos,
525 caballerías y 365 propiedades inmobiliarias.
Durante los reinados de Pedro III,
Alfonso III y Jaime II, no hubo concesiones territoriales como se habían ido
realizando en los anteriores. No obstante, se siguieron conservando los
privilegios (exenciones reales y pago de varios impuestos). En estos tres
reinados se les consideraba en palabras de Juan García Atienza: “huéspedes sin
funciones que vivían de las glorias pasadas”.
En tiempos de Pedro III se
enfrentarían a una difícil situación ante la conquista de Sicilia (1282), ya
que se trataba de un feudo de la Santa Sede y ellos rendían fidelidad tanto al
Papa como a la Corona de Aragón. Éstos no se opusieron directamente a la
voluntad papal, pero sirvieron a Pedro III
y a su tierra, mostrando fidelidad a la Corona por encima de otras
consideraciones.
A pesar del panorama exitoso, en
1291 tras la caída de Acre desaparecieron los Estados Latinos de Tierra Santa,
hecho que tuvo como consecuencia la finalización de la misión originaria de la
Orden. A la suma, se extendieron una serie de calumnias acerca de esta Orden que
fueron secundadas por Felipe el Hermoso de Francia (1285-1314) y Jaime II de
Aragón (1291-1314).Las cuales, desatarían una serie de persecuciones y la
prohibición de usar nombres y símbolos distintivos de la Orden bajo pena de
excomunión, por veredicto del Papa Clemente V.
Jacques Molay sentenciado a la hoguera
Ante esta situación muchos
templarios se encerraron en sus fortalezas para luchar contra las fuerzas
reales, pero éstas fueron sucumbiendo a lo largo del tiempo y los altos cargos
de la Orden como es el caso de Jacques Molay, fueron sentenciados a morir en la
hoguera.
Finalmente, en 1312 el Papa
Clemente V disolvió definitivamente la Orden. Los templarios capturados serían
absueltos a título de exclaustrados bajo la tutela episcopal. Aquellos que pertenecieron a esta Orden
religioso-militar se dispersaron y cada cual ocupó una nueva labor: muchos
recalaron en otras órdenes, otros acabaron alistándose entre los almogávares de
Oriente a modo de mercenarios y algunos se retiraron para llevar una vida fuera
del campo de batalla.
Bibliografía:
Archivo Histórico
Nacional,CODICES,L.598
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de Lectores, 2005.
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Edad Media, nº10-11 (1993), https://dialnet.unirioja.es/servlet/articulo?codigo=108470 (Consultado
el 1 de Agosto de 2017).
Imágenes:
Caballería templaria: http://www.abc.es/historia/abci-misterio-flota-desaparecida-templarios-pudo-llegar-america-antes-colon-201601290156_noticia.html
Huge Payens: https://es.pinterest.com/pin/287808232415737685/
Escudo de La orden de Santiago: http://www.blasoneshispanos.com/OrdenesCaballeria/01-CuatroOrdEspa/02-Santiago/santiago1.gif
Escudo de la orden de Calatrava: https://es.wikipedia.org/wiki/Cruz_de_Calatrava
Orden Teutónica: https://es.wikipedia.org/wiki/Orden_Teut%C3%B3nica
Jacques Molay sentenciado a la
hoguera: http://balearoculta.blogspot.com.es/2014/03/jacques-bernard-de-molay.html
Sobre el autor:
Graduado en Geografía e Historia por la Universidad Pablo de Olavide, promoción 2012-2016. Periodo en el que desarrolló su interés en la violencia, redes de comercio y nodos de comunicación de la Monarquía Hispánica en Oriente durante la Edad Moderna. Su Trabajo Fin de grado, titulado “La masacre de los sangleyes en el contexto de la imprenta sevillana”, estuvo estrechamente relacionado con estos asuntos. Además, muestra interés por la historia militar, las catástrofes naturales en la historia y la archivística. Actualmente, está matriculado en el Máster en Historia y Humanidades Digitales, organizado por la Universidad Pablo de Olavide.