Catalina de Ribera es un
nombre generalmente poco conocido en la capital andaluza. Más populares son los
resultados de su labor como promotora artística y servicial en Sevilla: ¿quién
no conoce la Casa de Pilatos, el Palacio de Dueñas o el Hospital de las Cinco
Llagas, actual Parlamento de Andalucía? Por ello, gracias a la dedicación de
nuestra profesora de Historia del Arte, Ana Aranda Bernal, quien ha realizado
una gran cantidad de escritos sobre la figura de Catalina, escribo este
artículo para dar a conocer a una de las mujeres más importantes de la nobleza medieval
sevillana.
Proveniente de dos
importantes linajes de la época, los Ribera de Sevilla y los Mendoza de
Castilla, Catalina se casa en 1474 con Pedro Enríquez (que había sido el marido
de la fallecida hermana de Catalina, Beatriz) hijo del almirante mayor de
Castilla y tío de Fernando el Católico. Ambos son, por tanto, personajes
importantes en la época. Tienen dos hijos: Fadrique (al que podemos adjudicar
el título de fundador de la Semana Santa de Sevilla) y Hernando.
La familia de Catalina
desarrolló en tan solo dos generaciones un gran interés por el mecenazgo,
utilizando el encargo de obras de arte como medio de promoción social.
Prácticamente todos sus hermanos y sus descendientes llevaron a cabo una gran
labor artística que acabó siendo el signo de identidad familiar que no es
accidental, ya que el ascenso social de la familia fue rápido y tuvo que
consolidarse con el prestigio que otorga la posesión de arte y la construcción
de edificios.
Catalina y su marido
viven los primeros años de matrimonio en el palacio de los Ribera, que se
situaba en el solar donde ahora se encuentra la Iglesia de San Luis de los
Franceses. Sin embargo, era un asunto peliagudo estar habitando aquel lugar,
pues sería herencia del hijo mayor de Pedro que había tenido con Beatriz. Esto
junto con la “necesidad” de prestigio de la familia, hizo que buscaran un nuevo
hogar: construyeron lo que se conoce actualmente como la “Casa de Pilatos”, en
unos solares confiscados por la Inquisición y a los que el matrimonio pudo
acceder en 1483. En ellos había locales pertenecientes a judíos que, viendo la
dureza del tribunal con los conversos, se marcharon (aunque, realmente, no se
conoce si eran o no judaizantes). En ese mismo año compraron la Hacienda de
Quintos (en el actual barrio de Montequinto), lugar que pertenece ahora a la
Junta de Andalucía.
Patio interior en la Casa de Pilatos
Es muy importante señalar
que es Catalina, personalmente, quien compra estas propiedades, pues su marido
no se encuentra presente en ese momento (atareado en la batalla contra los
musulmanes en Granada). Además, al fallecer éste en 1492, Catalina toma el
papel de administradora de todos los bienes y negocios de la familia, una labor
que ya había visto desempeñar a su madre. No solo conservó la riqueza familiar,
sino que ésta se vio multiplicada mientras vivió Catalina, lo cual hace que no
quepa duda de sus cualidades empresariales.
Otra de las propiedades
que la noble adquiere (como finca de recreo, posesión muy de moda entre la
nobleza de la época) es una finca de un cristiano esclavizado en Granada que
necesitaba el dinero para su rescate: esta es actualmente el Parque de la
Buhaira. La alberca, de la época de la Sevilla musulmana, no se ha modificado,
y servía para almacenar tanto el agua de la lluvia como la que llegaba del
acueducto de Carmona.
Uno de los mayores
motivos de preocupación de Catalina era la institución del mayorazgo, pues no
deseaba que su hijo mayor tuviese más posesiones que el menor. Al morir
Catalina, su heredero se quedaría con la Casa de Pilatos. Por ello, hace
construir otro palacio para que el hijo menor tuviese una residencia de
características similares: el Palacio de Dueñas.
Interior del Palacio de Dueñas
Catalina va adquiriendo
además grandes fincas por campiñas cercanas a la ciudad de Sevilla, por las que
se beneficia de grandes rentas.
Puede que su obra más
importante y por la que más se recuerda su figura de mujer piadosa es la que fundó
en 1500: el Hospital de las Cinco Llagas u Hospital de la Sangre, actualmente
la sede del Parlamento de Andalucía. No comenzó a construirse el edificio hasta
1546, bajo la supervisión de su hijo Fadrique, pues Catalina muere en 1505.
Este edificio renacentista era un hospital de mujeres y llegó a ser el más
importante de la ciudad.
Muchas de las obras de
Catalina en el período de su viudez fueron labores esencialmente evergéticas,
ya fuese de ella hacia los habitantes de la ciudad o de ella para con su alma.
Por eso, también realizó arreglos en distintas capillas e iglesias de
diferentes municipios, pues al acercarse la fecha de su muerte, pretendía estar
en paz con Dios.
Este tipo de actos son
comunes en las mujeres con una determinada capacidad económica desde la época
romana, pues hay constancia de que muchas estatuas femeninas encontradas en
yacimientos y que hasta hace poco se tenían por diosas son, en realidad,
matronas, patrocinadoras de arte que buscaban en favor del pueblo y de los
dioses. Un buen ejemplo es el de la sacerdotisa Eumaquia, quien mandó construir
un edificio que albergó al gremio de los tintoreros y lavanderos en la ciudad
de Pompeya. Sin embargo, sobre el tema del matronazgo aún no se conoce lo
suficiente.
Edificio de Eumaquia
BIBLIOGRAFÍA
Aranda Bernal, A. “Sevilla
y los negocios de la mar. Recursos que financiaron la arquitectura y el arte a
fines del siglo XV”. Atrio 18 (2012):
5-26
Aranda Bernal, A. “Una
Mendoza en la Sevilla del Siglo XV. El patrocinio artístico de Catalina de
Ribera”. Atrio 10/11 (2005): 5-16
Aranda Bernal, A. “El
origen de la Casa de Pilatos de Sevilla. 1483-1505”. Atrio 17 (2011): 133-172.
IMÁGENES:
Edificio de Eumaquia:
Casa de Pilatos: propia
Palacio de Dueñas:
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