El centro del comercio
en el Pacífico lo sustentaban los portugueses como consecuencia directa del
dominio que ejercían sobre las llamadas Islas de las Especias, es decir sobre
las Islas Molucas, situadas en la actual Indonesia, a través de sus
asentamientos en África, la India y el Sudeste Asiático.
El primer asentamiento
de la soberanía española sobre el archipiélago, estará marcado por la
expedición mandada por Miguel López de Legazpi, un notario en México, que
recibe órdenes de Felipe II de colonizar el territorio. De esta forma ese establecerá el primer asentamiento español en
1565, al que llama San Miguel.
Por este motivo, los esfuerzos españoles se centraran en Manila y en su comercio, ya que no se trataba tanto de conquistar grandes extensiones de tierra, como ocurría en América, sino de establecer puntos estratégicos de comercio. De esta forma en 1571 se crea el Ayuntamiento de la ciudad de Manila, siendo esta isla capital del Archipiélago de Filipinas desde noviembre de 1595. En 1584, a su vez, se creará la Audiencia de Manila.
La coyuntura mercantil que se encuentran los españoles a su llegada es inmejorable. El cierre del mercado externo que caracterizaba al Imperio Chino y su Talassofobia se vieron relajadas notablemente, especialmente en Fujian lugar donde se impuso una política parcial de apertura comercial marítima, dándose especiales permisos para que los comerciantes chinos pudieran viajar a Luzón y mantener contacto con los españoles para el intercambio comercial.
Bibliografía:
Dichas islas provocaron
una disputa, entre España y Portugal, por su jurisdicción ya que abría la
puerta a un amplio abanico comercial. A pesar de que la boda entre Carlos e
Isabel de Portugal, le dará la potestad temporal a los lusos sobre las islas, quedándose la Monarquía Hispánica con las bautizadas
como islas Filipinas en honor del príncipe Felipe, las disputas no cesarán
hasta 1529 con la firma del Tratado de Zaragoza entre ambas coronas. Dicho
acuerdo, extendería el Tratado de Tordesillas al Pacífico de forma que el Este
del pacifico quedó para la Monarquía Hispánica y el Oeste para Portugal, lo que finalmente le
otorga a Portugal la jurisdicción sobre las ansiadas islas Molucas.
Lo que estos primeros
españoles se encuentran a su llegada a Filipinas, será una población indígena
muy variada y dispersa por el territorio, siendo la zona más importante Luzón,
situada al norte. Dicha población está dentro de los circuitos comerciales del
sudoeste asiático, con una economía basada en la subsistencia en donde los
españoles no encontraran ni oro, ni plata, ni especias.
Por este motivo, los esfuerzos españoles se centraran en Manila y en su comercio, ya que no se trataba tanto de conquistar grandes extensiones de tierra, como ocurría en América, sino de establecer puntos estratégicos de comercio. De esta forma en 1571 se crea el Ayuntamiento de la ciudad de Manila, siendo esta isla capital del Archipiélago de Filipinas desde noviembre de 1595. En 1584, a su vez, se creará la Audiencia de Manila.
La coyuntura mercantil que se encuentran los españoles a su llegada es inmejorable. El cierre del mercado externo que caracterizaba al Imperio Chino y su Talassofobia se vieron relajadas notablemente, especialmente en Fujian lugar donde se impuso una política parcial de apertura comercial marítima, dándose especiales permisos para que los comerciantes chinos pudieran viajar a Luzón y mantener contacto con los españoles para el intercambio comercial.
Como consecuencia del bajo
número de españoles existentes en el archipiélago filipino y del mercado tan
grande que se abría para los productos chinos en toda América, no olvidemos que
las islas desde el punto de vista administrativo estaban vinculadas al virreinato
de Nueva España y no a la península, la rentabilización que la colonia española
empieza a sacar de estas tierras no pudo llevarse a cabo sin la interacción comercial
con las comunidades mercantiles exteriores provenientes de china. Gracias a esto
pudo consolidarse la red marítima comercial del galeón de Manila.
Los Sangleyes, término
designado por los españoles a la comunidad china, se concentraban en el Parián
de Manila, una alcaicería donde el gobernador Gonzalo Ronquillo de Peñalsa
consideró concentrarlos desde 1581. Siempre a tiro de artillería, los
comerciantes chinos jugarán un papel primordial en la activación del galeón de Manila por ser enlaces entre la costa china y la costa mexicana.
Las relaciones entre
los sangleyes y los españoles no eran muy buenas, debido principalmente al
choque cultural. A pesar de que había intereses por ambos de perpetuar dicho
comercio, existieron numerosas rebeliones y represiones que terminaron con la
vida de miles de chinos. Esto pudo deberse en gran parte al número de Sangleyes
que se llegaron a concentrar en el Parián, a la inmigración ilegal, a los
fraudes o, simplemente, al miedo de los españoles por ser superados en número. A
pesar de que las autoridades filipinas establecieron como cifra ajustada en el
Parián no más de 6000 Sangleyes, pronto este número se vio superado, lo que
llevó en varias ocasiones al intento de expulsión de éstos, como ocurre con la
rebelión de 1596 y la represión de 1603.
Sin embargo, estas
duras represiones y la cantidad de muertes que reportaba, no fueron suficientes
para frenar la llegada de comerciantes chinos que, al cabo del tiempo, volvían
al Parián. Como consecuencia de la conveniencia mutua, rápidamente los
españoles trataban de reproducir la población menguada del Parián, al tiempo
que, como se ha dicho, los sangleyes volvían a pesar de ser sujetos de
posteriores masacres.
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