jueves, 18 de mayo de 2017

Flavio Josefo, un diplomático judío en el Imperio Romano

Las obras del historiador Flavio Josefo son testimonios fundamentales a la hora de estudiar el cruce de identidades entre cultura griega, romana y judía en la Antigüedad, pues en su persona pueden confluir un poco de todas estas etnias debido a las circunstancias que se le ofrecieron a lo largo de su vida. Es por esto por lo que, no solo sus escritos, también su misma biografía puede servir para obtener datos de estas tres culturas que hemos mencionado.

Nacido en el 37/38 d. C., el mismo año en el que Calígula se convierte en emperador, en el seno de una familia de alta clase sacerdotal, recibió una buena educación, por lo que en los primeros años de su adolescencia era capaz de hacerse respetar con sus opiniones entre los Sumos Sacerdotes y autoridades civiles. A partir de los dieciséis años quiso conocer los preceptos de los grupos religiosos judíos más importantes de su época: fariseos, saduceos y esenios, por lo que fue incorporándose a estas comunidades sucesivamente, eligiendo finalmente la corriente farisea como la más afín a sus intereses.


Supuesto retrato de Flavio Josefo

A los veintiséis años, Josefo tuvo la misión de viajar a Roma para ayudar a un grupo de sacerdotes judíos que habían acudido para defenderse de ciertos cargos ante el emperador. Tuvo éxito en su misión, pues estos sacerdotes salieron del juicio sin cargos, y, al volver a Judea en el año 66 d. C., se topó con una situación muy complicada: una parte de la población judía se había levantado en armas contra los romanos. Josefo participó en la fase inicial como jefe militar de la región de Galilea y terminó entregándose a las fuerzas romanas en el año 67, después de haber estado oculto cuando la guerra se tornó definitivamente desfavorable para el pueblo judío.

Su entrega a los romanos fue un acto deshonroso desde el punto de vista judío, pues, en teoría, debió haberse suicidado conjuntamente con sus hombres antes de caer en manos de los soldados del Imperio. Sin embargo, Josefo y uno de sus soldados más cercanos decidieron no hacerlo. Cuando el pueblo se enteró de la muerte del resto de los soldados, que sí se habían dado muerte, lloraron también a Josefo como si fuera un héroe, dando por sentado que estaba entre los fallecidos. Cuando los judíos se enteraron de que había preferido salvarse y ser prisionero, pasaron a considerarlo un simple desertor.

En la corte romana, Josefo ganó rápidamente el favor de Vespasiano y Tito, pues predijo que éste último sería emperador. Cuando sus premoniciones se hicieron realidad, Tito convirtió a Josefo en un intermediario entre los judíos de Jerusalén y el Imperio, e intentó mediar en favor de Roma entre la población judía para que rindieran la ciudad, sin resultados. Tito terminó conquistando Jerusalén y Josefo volvió a Roma, convirtiéndose el palacio en el que Vespasiano habitara en su hogar. Obtuvo, además, la ciudadanía romana (de ahí su nombre romano, Flavio) y el emperador le compensó con nuevas tierras las que había perdido en Judea al serle confiscadas para fijar el ejército romano en ellas su campamento.

Se desconoce la fecha exacta de su muerte, aunque debió ser después del 93/94, pues en esa fecha publicó Antigüedades Judías, según señala el propio Josefo en la misma obra, y algo más tarde escribió Contra Apión.

Todos estos datos sobre su biografía los cuenta el mismo Josefo en sus obras. El no ocultar su conducta poco honorable siendo soldado judío hace que pueda confiarse en su palabra a la hora de relatar hechos que tienen poco a nada que ver con él, por lo que en lo que vivió en primera persona, se considera una fuente fiable.



BIBLIOGRAFÍA

F. JOSEFO, Antigüedades Judías, Madrid, Ediciones Akal, 1997.

VIDAL-NAQUET, P., Ensayos de historiografía. La historiografía griega bajo el Imperio Romano: Flavio Arriano y Flavio Josefo, Madrid, Alianza, 1990.



WEBGRAFÍA DE IMÁGENES

Retrato de Flavio Josefo: https://romaenundia.files.wordpress.com/2015/06/josefo.jpg


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