jueves, 24 de marzo de 2016

La Orden de los Frailes menores en la Semana Santa de Sevilla

La Orden de los Frailes Menores ha sido una de las más numerosas corporaciones que se han integrado en el seno de la Iglesia Católica. Bien es cierto, que si San Francisco de Asís escuchara que consideramos a los hermanos menores una corporación seguramente nos sermonearía sobre nuestra incapacidad de entender lo sencillo. Para comprender la doctrina de los franciscanos debemos alejarnos de las concepciones modernas de lo religioso. Quizás, como explica el afamado biógrafo de San Francisco, Álvaro Pombo, lo más cercano al concepto original del minorismo franciscano sea en la actualidad, incluso con sus contradicciones, el partido político PODEMOS. La doctrina franciscana se basa en unos pocos preceptos de carácter práctico: la vida en la pobreza, la virtud de la honestidad y la sencillez en las palabras, todas ellas intermediadas por la entrega a los demás y a Dios, en comunión como hermanos.

La importancia que el fundador de la orden y sus más allegados discípulos (otra denominación por la que el pobre de Asis nos reprendería) dieron a la dimensión práctica de la fe refundó en la Edad Media una filosofía práctica que llevaba muerta desde la desaparición de las escuelas helenísticas a manos del emperador Justiniano (529 d.C). Estas escolásticas y sus doctrinas entraron en auge tras la muerte de Aristóteles y se consolidaron en Grecia hasta llegar a Roma. La desaparición del Imperio Romano Occidental y la dura cristianización (colonización ideológica más bien) del Imperio Romano de Oriente acabaron con estas escuelas y, especialmente, con sus doctrinas de vida.

La orden franciscana, fundada en el 1209 bajo aprobación del papa Inocencio III, fue la primera de las llamadas órdenes mendicantes y sirve como fiel reflejo de la enorme distancia existente entre la estructura eclesiástica y los fieles católicos, que se elucidaría cada vez mayor con la aparición de muchas otras órdenes similares en el siglo XIII y XIV. 

La expansión de la orden por el mundo cristiano fue muy rápida. En el año 1221, las fuentes franciscanas sitúan su número en 5.000, y en el 1280 alrededor de 30.000. Algunas fechas relevantes de su expansión territorial podemos situarlas entre 1209 y 1217 por toda Italia; en 1221 por Francia, España, Dalmacia y Alemania, y en 1224 en Inglaterra. 

Además, como su vocación era la prédica de la palabra, no tardaron en llegar a Palestina, Constantinopla y Marruecos. A finales del siglo XIII, se registran las primeras apariciones de franciscanos en Persia, India, Mongolia y China. Lo que otorgaba esa capacidad expansiva a los franciscanos era, principalmente, que su doctrina servía como filosofía práctica para el día a día. Su interés no estaba centrado en la justificación de las penurias y dificultades diarias en base un fin superior, sino en la transformación de la vida cotidiana para alcanzar un bien mayor en la misma, que además se correspondería con la paz perpetua en la muerte.


Hermanos nazarenos de la Hermandad del Buen Fin ataviados con las ropas características de los franciscanos, símbolo de la unidad de la Hermandad con la Orden


En Sevilla su primera aparición se sitúa años antes de la conquista de Fernando III. Se trataba de cinco frailes menores que murieron el 19 de enero de 1220 en Sevilla (o Marruecos tras pasar por Sevilla, hay diferentes versiones) víctimas de persecuciones por sus prédicas. Tras la conquista, no debería sorprendernos que dada su afinidad singular con las clases populares, en los territorios como Sevilla con una alta concentración de la autoridad política, su presencia y relevancia se multiplicase con una gran celeridad.  Desde su llegada, muchos comerciantes y trabajadores tristemente asalariados se vincularon a la Orden, que entre sus institutos eclesiásticos incluía la Tercera Orden, una estructura para vincular a laicos y sacerdotes bajo las enseñanzas del pobre de Asís. Como tradición creciente en la ciudad, la Semana Santa de Sevilla también notó la presencia de los franciscanos. La primera aparición oficial de la Orden en la Semana Santa fue la incorporación de los franciscanos en el 1543 a la Hermandad de la Vera Cruz, cuarenta y tres años después de que el papa Alejandro VI, por intervención de los Reyes Católicos, erigiese como autoridad apostólica a la Provincia Bética de los Frailes Menores, lo que les concedía mayor autonomía a los franciscanos sevillanos. Desde este momento y hasta el siglo XX la presencia de los franciscanos en la Iglesia sevillana ha sido enorme y, en consecuencia, en la Semana Santa de la ciudad hispalense. Algunos ejemplos: los franciscanos son la orden religiosa con mayor presencia en las hermandades de la ciudad, su número de conventos llegó a ser el mayor durante los siglos XIV y XV y su obra magna, el convento Casa Grande de San Francisco, fue uno de los primeros que se construyeron tras la conquista de la ciudad y ha ocupado la centralidad eclesiástica durante gran parte de la Edad Moderna, tras la cual se produjo un declive hasta su destrucción en 1840.

En la actualidad, los franciscanos se encuentran muy vinculados a los barrios empobrecidos de la ciudad y su presencia en la Semana Santa sigue siendo notoria. Actualmente está estrechamente relacionada con la hermandad patrona del Ayuntamiento de Sevilla, la Hiniesta; el Buen Fin, que en 1947 adoptó sus hábitos; los Negritos, que desde 1993 es hermandad franciscana de pleno derecho, aunque sus vinculaciones con la Orden se remontan a 1558; la hermandad del Divino Perdón de Alcosa, que se fundó en una parroquia de la Orden (la iglesia de Ntra. Sra. de los Desamparados) y ha crecido bajo la tutela de los frailes menores; la Soledad de San Buenaventura, que porta el nombre del famoso místico franciscano, y es parte de la Orden Conventual de los Frailes Menores desde 1850; así como la ya mencionada Vera Cruz, refundada en 1942. A parte de estos íntimos vínculos, también mantiene una relaciones de muy diverso tipo (histórica, pastoral, identitaria, etc.) con hermandades como el Gran Poder, el Dulce Nombre, el Cristo de Burgos, la Lanzada, las Cigarreras, Pasión, el Calvario, la Esperanza de Triana o el Santo Entierro. No es raro ver en estas hermandades un cortejo, pendón o referencia a la orden franciscana. Y es menos raro escuchar admiración por parte de las hermandades sevillanas hacia la Orden, algo que no debería extrañarnos si entendemos que la vocación filosófica y pastoral de los frailes menores está íntimamente relacionada con la religiosidad popular. Los franciscanos son tan plurales, diversos y contradictorios como lo son también las hermandades de la Semana Santa de Sevilla. Las analogías entre la ciudad y estos son inevitables, la ciudad de Sevilla pareciera un reflejo de la Orden, aunque por desgracia sin la premura y paciencia que caracteriza a los hermanos menores.

Bibliografía:

Echeverry, A. J. "Franciscanos tras ideales utópicos", Historia y Espacio nº 28 (2007), 65-91.
Iriarte, L. Historia Franciscana. Madrid: Editorial Asis, 1979.
Luego Mena, J. Compendio de las cofradías de Sevilla. Sevilla: Ediciones Espuela de Plata, 2007.
Pombo, A. Vida de San Francisco de Asis. Madrid: Planeta, 2007.
Ros, C. Historia de la Iglesia de Sevilla. Sevilla: Editorial Castillejo, 1992.

Imágen:

Hermanos Hermandad Buen Fin: www.abc.com



Sobre el autor:

Antón Guzmán Troncoso

Mi nombre es Antonio Jesús, pero desde hace mucho soy conocido como Antón. Soy antropólogo e investigador social. Actualmente, estudio Psicología en la UNED y trabajo como diseñador creativo e investigador social en la empresa CACTUS: Investigación Cualitativa y Comunicación S.L. Mis intereses son de lo más variopintos: la filosofía, la historia antigua, la música jazz, la teoría política, el cine… Pero lo que verdaderamente me apasiona es la literatura fantástica, vicio que me ha llevado por los más apasionantes senderos que he recorrido en mi vida.

1 comentario:

  1. Muy buen artículo, sí señor. Como hermana del Buen Fin, conozco muy de cerca de la labor franciscana en el convento de San Antonio de Padua, lugar en el que hasta hace poco tenían su residencia algunos de ellos. El vínculo entre ambas partes ha sido y será fundamental para la Hdad y para la labor humanitaria.

    ResponderEliminar