“Panem et circenses!”. Ya lo decía nuestro querido Juvenal en su eterna y siempre vigente locución. Sin embargo, lo que no contó fue hasta qué punto sus contemporáneos explotaron el elemento espectacular en todos sus eventos lúdicos; hasta en el teatro. Por suerte, las fuentes y la arqueología sí que tienen algo que decir en este aspecto.
Desde la irrupción en el panorama teatral del siglo IV de la Nueva Comedia, el elemento de la “espectacularidad” adquiere un gran peso dentro de las representaciones. Los autores no sólo buscan la emoción del espectador a través del diálogo de unos personajes, sino también mediante elementos sorprendentes y trucos que dejasen al público en una expectación constante. Esta intencionalidad queda reflejada en casi todos los ámbitos de los ludi scaenici: desde la introducción de un mayor número de personajes que dieran viveza y colorido al espectáculo hasta cambios en la configuración del edificio escénico para dotarlo de un aparato decorativo más grandilocuente e impresionante. Pero en este artículo se incidirá únicamente en los elementos más llamativos, introducidos para este fin: los artilugios y los trucos empleados durante las representaciones para crear efectos inesperados.
Debido a que muchos de estos artefactos eran elaborados con materiales perecederos, aún perdura la discusión en torno a su configuración y su funcionamiento. Sin embargo, los investigadores actuales poseen varios recursos con los que acercarse a ellos. En primer lugar, se han conservado varias fuentes primarias en las que se recoge una descripción de varios de estos elementos, más o menos interpretativas. Las más destacadas son las recogidas por el arquitecto Vitruvio Polión en su De architectura y por el lexicógrafo Julio Pólux un siglo más tarde en su Onomasticon. A estas obras se le unen diferentes representaciones pictóricas que dejan entrever de una u otra forma la presencia de dichos objetos en el espacio teatral. Y, por último, las propias obras dramáticas dan pistas sobre el funcionamiento de éstos a través de la interacción y el diálogo de sus personajes. La unión de todos estos recursos da como resultado una lista abundante que a continuación se irá desgranando.
Por supuesto, existen muchas fórmulas por las que estimular los sentidos de los espectadores. Quizás las más evidentes son aquellas que afecten al sentido de la vista, como por ejemplo el uso de escenografía. Las fuentes antiguas nos hablan de la existencia de convencionalismos en la elección de un decorado u otro, siempre en función del género que se representaba. En principio, esto supondría un hándicap a la hora del desarrollo de los ludi scaenici, sobre todo teniendo en cuenta que en muchos casos la tradición establecía que se representasen varios géneros de forma continua. Sin embargo, las fuentes y los restos arqueológicos nos muestran que tanto griegos como romanos salvaron esta dificultad recurriendo a un ingenioso sistema de escenarios temporales: los scaenae ductiles y los periaktoi. El primero de ellos está recogido de forma escueta en los comentarios de Mario Servio a las Geórgicas de Virgilio (22-4) y en Varrón (Grammaticae Romanae Fragmentae, 309-316). En ambas se describe el empleo de unos paneles decorados que podían ser colocados y retirados con gran facilidad tirando simplemente de ellos. Algunos investigadores han señalado la presencia de representaciones de estos elementos en los frescos de varias casas pompeyanas, como la casa del Criptopórtico o la Villa de Oplontis. Para Bieber, dichos paneles eran colocados entre los accesos a la frons scaenae, ocultando en ocasiones un cuarto acceso o angiportum que algunos personajes dramáticos usaban como pasadizos hacia el escenario.
Hipótesis reconstructiva de un frons scaenae temporal realizado por el profesor R. Beacham. Entre los accesos y las columnas se observa la presencia de los scaneae ductiles
El segundo de los artilugios comentados genera una mayor controversia en su configuración, debido principalmente a su complejidad. Los periaktoi están recogidos tanto en Vitruvio (5.6.8) como en Pólux (4. 126f, 130f), además de en otras fuentes (Valerio Maximo, 2.4.6). Los dos primeros autores describen dichos elementos como prismas decorados con escenarios diferentes en cada una de sus tres partes. Según Vitruvio, éstos solían colocarse en los flancos del escenario y podían rotar inesperadamente durante la actuación, representando la entrada de un dios o simplemente un cambio en la localización. Desgraciadamente, no se han conservado pruebas que arrojen luz sobre su funcionamiento, aunque se debe destacar la presencia de bases en piedra para colocar sus ejes en varios teatros helenos como el de Elis.
Hipótesis reconstructiva de los periaktoi propuesta por el ingeniero renacentista Nicola Sabbatini
Otro tipo de fórmula visual bien documentada por las fuentes es el empleo de grúas o mechane para generar el efecto deus ex machina. Dicho recurso dramático está presente en un gran número de obras clásicas, sobre todo las producidas por Eurípides (como Medea o Hipólito). También existen representaciones que atisban el empleo de dicha maquinaria, como aquellas halladas en cerámicas pintadas áticas. Sin embargo, poco se sabe sobre cómo se empleaba y qué lugar ocupaba en el escenario. Algunos autores como Bieber plantean que se encontraba dentro del propio edificio escénico; sin embargo no se adentran en su funcionamiento.
Interpretación de la configuración de una mechane
Por último, hay que mencionar un elemento que hoy día carecería de sentido, aunque en la antigüedad resultaba vital para el desarrollo de ciertas escenas: la ekkuklema. Pólux la describe en su obra como una plataforma sobre ruedas que se introducía desde el interior del edificio escénico a través de una de sus puertas hacía el exterior (4.128). Sobre ella se representaba un fragmento de la obra que ocurría tras los muros de las casas representadas en el escenario y que, por lo tanto, no podría ser vista por el público en circunstancias normales. Dicha fórmula responde a un convencionalismo aceptado tanto por los autores como por el público y que, tal y como se entiende el teatro en la actualidad, carecería de sentido. Una prueba del uso de este artilugio se encuentra en Hipólito, cuando Fedra es representada en el interior de un palacio a través de un podio con ruedas.
Dos propuestas de ekkuklema
BIBLIOGRAFÍA
Beacham, R.: The Roman theatres and its audience. Londres: Routledge, 1991.
Bieber, M.: The History of the Greek and Roman theater. Princeton: Princeton University Press, 1961.
Chourmouziadou, K. y Kang, J.: “Acoustic evolution of ancient Greek and Roman theatres”, Applied Acoustics [online], 69, 2008, 514-529. Disponible en: http://www.sciencedirect.com/science/article/pii/S0003682X07000059
Sear, F.: Roman Theatres: An architectural study, Oxford: Oxford University Press, 2006.
IMÁGENES
Sobre la autora
Escardiel García
Graduada en Humanidades por la Universidad Pablo de Olavide. Se especializó en arqueología de la arquitectura y en difusión patrimonial durante la realización del Master en Arqueología y Territorio por la Universidad de Granada. Actualmente se encuentra iniciando su proyecto de tesis acerca de la arquitectura de los odeones en el ámbito occidental del Imperio Romano.