martes, 25 de julio de 2017

Let me entertain you!: Los efectos especiales en el teatro clásico

“Panem et circenses!”. Ya lo decía nuestro querido Juvenal en su eterna y siempre vigente locución. Sin embargo, lo que no contó fue hasta qué punto sus contemporáneos explotaron el elemento espectacular en todos sus eventos lúdicos; hasta en el teatro. Por suerte, las fuentes y la arqueología sí que tienen algo que decir en este aspecto.

Desde la irrupción en el panorama teatral del siglo IV de la Nueva Comedia, el elemento de la “espectacularidad” adquiere un gran peso dentro de las representaciones. Los autores no sólo buscan la emoción del espectador a través del diálogo de unos personajes, sino también mediante elementos sorprendentes y trucos que dejasen al público en una expectación constante. Esta intencionalidad queda reflejada en casi todos los ámbitos de los ludi scaenici: desde la introducción de un mayor número de personajes que dieran viveza y colorido al espectáculo hasta cambios en la configuración del edificio escénico para dotarlo de un aparato decorativo más grandilocuente e impresionante. Pero en este artículo se incidirá únicamente en los elementos más llamativos, introducidos para este fin: los artilugios y los trucos empleados durante las representaciones para crear efectos inesperados. 

Debido a que muchos de estos artefactos eran elaborados  con materiales perecederos, aún perdura la discusión en torno a su configuración y su funcionamiento. Sin embargo, los investigadores actuales poseen varios recursos con los que acercarse a ellos. En primer lugar, se han conservado varias fuentes primarias en las que se recoge una descripción de varios de estos elementos, más o menos interpretativas. Las más destacadas son las recogidas por el arquitecto Vitruvio Polión en su De architectura y por el lexicógrafo Julio Pólux un siglo más tarde en su Onomasticon. A estas obras se le unen diferentes representaciones pictóricas que dejan entrever de una u otra forma la presencia de dichos objetos en el espacio teatral. Y, por último, las propias obras dramáticas dan pistas sobre el funcionamiento de éstos a través de la interacción y el diálogo de sus personajes. La unión de todos estos recursos da como resultado una lista abundante que a continuación se irá desgranando.

Por supuesto, existen muchas fórmulas por las que estimular los sentidos de los espectadores. Quizás las más evidentes son aquellas que afecten al sentido de la vista, como por ejemplo el uso de escenografía. Las fuentes antiguas nos hablan de la existencia de convencionalismos en la elección de un decorado u otro, siempre en función del género que se representaba. En principio, esto supondría un hándicap a la hora del desarrollo de los ludi scaenici, sobre todo teniendo en cuenta que en muchos casos la tradición establecía que se representasen varios géneros de forma continua. Sin embargo, las fuentes y los restos arqueológicos nos muestran que tanto griegos como romanos salvaron esta dificultad recurriendo a un ingenioso sistema de escenarios temporales: los scaenae ductiles y los periaktoi. El primero de ellos está recogido de forma escueta en los comentarios de Mario Servio a las Geórgicas de Virgilio (22-4) y en Varrón (Grammaticae Romanae Fragmentae, 309-316). En ambas se describe el empleo de unos paneles decorados que podían ser colocados y retirados con gran facilidad tirando simplemente de ellos. Algunos investigadores han señalado la presencia de representaciones de estos elementos en los frescos de varias casas pompeyanas, como la casa del Criptopórtico o la Villa de Oplontis. Para Bieber, dichos paneles eran colocados entre los accesos a la frons scaenae, ocultando en ocasiones un cuarto acceso o angiportum que algunos personajes dramáticos usaban como pasadizos hacia el escenario.


Hipótesis reconstructiva de un frons scaenae temporal realizado por el profesor R. Beacham. Entre los accesos y las columnas se observa la presencia de los scaneae ductiles

El segundo de los artilugios comentados genera una mayor controversia en su configuración, debido principalmente a su complejidad. Los periaktoi están recogidos tanto en Vitruvio (5.6.8) como en Pólux (4. 126f, 130f), además de en otras fuentes (Valerio Maximo, 2.4.6). Los dos primeros autores describen dichos elementos como prismas decorados con escenarios diferentes en cada una de sus tres partes. Según Vitruvio, éstos solían colocarse en los flancos del escenario y podían rotar inesperadamente durante la actuación, representando la entrada de un dios o simplemente un cambio en la localización. Desgraciadamente, no se han conservado pruebas que arrojen luz sobre su funcionamiento, aunque se debe destacar la presencia de bases en piedra para colocar sus ejes en varios teatros helenos como el de Elis.

Hipótesis reconstructiva de los periaktoi propuesta por el ingeniero renacentista Nicola Sabbatini

Otro tipo de fórmula visual bien documentada por las fuentes es el empleo de grúas o mechane para generar el efecto deus ex machina. Dicho recurso dramático está presente en un gran número de obras clásicas, sobre todo las producidas por Eurípides (como Medea o Hipólito). También existen representaciones que atisban el empleo de dicha maquinaria, como aquellas halladas en cerámicas pintadas áticas. Sin embargo, poco se sabe sobre cómo se empleaba y qué lugar ocupaba en el escenario. Algunos autores como Bieber plantean que se encontraba dentro del propio edificio escénico; sin embargo no se adentran en su funcionamiento.


Interpretación de la configuración de una mechane

Por último, hay que mencionar un elemento que hoy día carecería de sentido, aunque en la antigüedad resultaba vital para el desarrollo de ciertas escenas: la ekkuklema. Pólux la describe en su obra como una plataforma sobre ruedas que se introducía desde el interior del edificio escénico a través de una de sus puertas hacía el exterior (4.128). Sobre ella se representaba un fragmento de la obra que ocurría tras los muros de las casas representadas en el escenario y que, por lo tanto, no podría ser vista por el público en circunstancias normales. Dicha fórmula responde a un convencionalismo aceptado tanto por los autores como por el público y que, tal y como se entiende el teatro en la actualidad, carecería de sentido. Una prueba del uso de este artilugio se encuentra en Hipólito, cuando Fedra es representada en el interior de un palacio a través de un podio con ruedas.



Dos propuestas de ekkuklema




BIBLIOGRAFÍA

Beacham, R.: The Roman theatres and its audience. Londres: Routledge, 1991.

Bieber, M.: The History of the Greek and Roman theater. Princeton: Princeton University Press, 1961.

Chourmouziadou, K. y Kang, J.: “Acoustic evolution of ancient Greek and Roman theatres”, Applied Acoustics [online], 69, 2008, 514-529. Disponible en: http://www.scien­cedirect.com/science/article/pii/S0003682X07000059


Sear, F.: Roman Theatres: An architectural study, Oxford: Oxford University Press, 2006.


IMÁGENES





Sobre la autora

Escardiel García


Graduada en Humanidades por la Universidad Pablo de Olavide. Se especializó en arqueología de la arquitectura y en difusión patrimonial durante la realización del Master en Arqueología y Territorio por la Universidad de Granada. Actualmente se encuentra iniciando su proyecto de tesis acerca de la arquitectura de los odeones en el ámbito occidental del Imperio Romano.

martes, 18 de julio de 2017

Anne Bonny: la mujer pirata

Desde que comenzaron a hostigar los mares, los piratas gozan de un halo de romanticismo que ha venido exaltándose como el cénit de la libertad en el seno de una sociedad rígida, frívola y solemne de la que todo hombre podía huir si se unía a las filas de una tripulación bajo la bandera negra. La piratería era entendida como sinónimo de una vía de escape, de labrarse un porvenir independiente aun con la criminalidad que aquello conllevara –o con más razón, quizá por el morbo que traía consigo– y que, siendo más o menos ajustado a la fantasía que le es asociada, desde luego constituía un fenómeno que no podía permanecer ajeno a todo aquel que aspirase a más allá del encorsetamiento impuesto por su clase, su fortuna, su familia o su género. No resulta extraño elucubrar cómo probablemente no sólo los hombres, sino también las mujeres, soñaran con aquella distintiva libertad vinculada a la vida del pirata, cuando especialmente el papel de la mujer se reducía al hogar y la familia. Es así como, más allá de sus fantasías, Anne Bonny lograría formar parte de la Edad de oro de la piratería como tantas otras mujeres que habían alcanzado aquella forma de libertad. 


Anne Bonny

No obstante, su vida se ve rodeada de un aura de misterio que hace de la precisión de su biografía tarea ardua, encargándose de ella el Capitán Charles Johnson en A General History of the Robberies and Murders of the most notorious Pyrates. Pese a ser una obra contemporánea a ella, publicada en el 1724, y que recogía sus hazañas junto con las de otros grandes piratas que la acompañaron en aquel célebre tiempo de pillaje, Johnson ha llegado a ser considerado por teóricos de la literatura como un seudónimo del escritor Daniel Defoe. Por ello, pese a la existencia de documentos oficiales que constatan la realidad de la figura de Anne Bonny, es preciso constatar que en cuanto a la vida de la bucanera, lo único absolutamente cierto es la inspiración que ejerce como mujer que se aventuró al riesgo de buscar la libertad.

Nacida como Anne Cormac, su llegada al mundo al Condado de Cork, en Irlanda, no tiene fecha conocida, situándose entre los años 1698 y 1703. Su vida se vio marcada por constantes altibajos, tal vez alentados por la leyenda que supone su figura, y ya desde niña tuvo que enfrentarse a una comunidad que le apuntó con el dedo al ser el fruto ilegítimo de la relación entre el célebre abogado William Cormac y la criada del hogar, Mary Brennan. Ello causó que la pareja y su criatura huyeran primero a Londres, donde Anne trataba de ser escondida sin éxito vestida como si de un niño se tratase, hasta Carolina del Sur. Allí, William finalmente logró asentarse gracias a sus habilidades para el derecho y los negocios, adquiriendo una casa en la ciudad de Charleston y una plantación a las afueras con la que le dio a Anne una vida acomodada, lejos de la preocupación de no tener un trozo de pan que llevarse a la boca.

El carácter de Anne nunca resultó fácil, especialmente tras el fallecimiento de su madre a causa de la fiebre tifoidea cuando la futura pirata contaba con 13 años. La leyenda asegura que Anne llegó a protagonizar violentos enfrentamientos en torno a esa edad, actitud que le hizo mantener constantes discusiones con su padre. Ante esta situación, decidió concertar un matrimonio que le permitiera sentar la cabeza, pero absolutamente contraria a la prisión de formar una familia y un hogar tradicional hizo que huyera de su casa a labrar fortuna en las Islas Bahamas acompañada de su primer amor: James Bonny.

La fascinación que ejercían en ella las historias de piratas y su ansiada libertad por huir de la superficialidad que se respiraba en el hogar Cormac le hizo casarse a espaldas de su padre con quien era un marinero de tres al cuarto. James Bonny vio en Anne la oportunidad de adquirir la fortuna de William dado su mala suerte como pirata más bien mediocre, pero el abogado desheredó a su hija habiendo predicho las intenciones de su yerno. No obstante, eso no impidió que la pareja pusiera rumbo a Nassau, no sin antes, como una vez más aseguran las leyendas, de que Anne prendiera fuego a la plantación de su padre como venganza.

Nassau era considerado como un templo para los piratas ingleses, que la habían denominado como República Pirata. Sus habitantes residían en aquella zona de la isla de New Providence huyendo de la justicia, ansiando vivir en comunidad con sus hermanos piratas. En esta instancia, la llegada de la pareja Bonny a Nassau no dejó indiferente, especialmente dada la personalidad arrolladora que Anne mostraba dentro y fuera de las tabernas atestadas de piratas. No obstante, también trajeron consigo el fin de la República, pues el ansia de poder de James le hizo aceptar en 1718 el Perdón Real y trabajar como informante para favorecer la caza de piratas a favor de quien se convertiría en el Gobernador Real Woodes Rogers, con quien los británicos recuperaron el control de la isla.

Visiblemente descontenta con la labor de su marido, Anne no tardaría en enamorarse irremediablemente del pirata Jack Rackham, apodado Calicó Jack, quien se había enfrentado como parte de la tripulación de Charles Vane contra el Edicto de Perdón promulgado por el rey Jorge I. Vane, junto con Edward England y Jack Rackham, formarían un grupo de rebeldes con los que procederían a atacar pequeñas embarcaciones a lo largo y ancho de las Bahamas, convirtiéndose en blanco de los cazarrecompensas. A su regreso a Nassau, Calicó Jack, que se había convertido en capitán tras la huida de Charles Vane, suplicó el Perdón Real culpando a Vane de caer en las garras de la piratería, pero no tardaría en volver a enfrentarse a Rogers cuando su relación con Anne Bonny se hizo notoria en la isla y el gobernador promulgó azotarla públicamente como castigo por adulterio. Jack trató de ofrecer una cantidad sustanciosa de dinero a James Bonny para retirar la denuncia que había impuesto y que Anne obtuviese el divorcio, pero se negó y pidió ayuda al gobernador para retenerla en la isla.


Jack Rackham

Así pues, en 1720 Anne Bonny abandonó a su marido para embarcarse en un navío robado junto a Calicó Jack, bautizado como Revenge, bajo la famosa Jolly Roger que él diseñaría. Su actitud feroz y valiente había sido de sobra demostrada en la isla como para permitirse codearse con aquellos bucaneros, pero una mujer a bordo de un barco pirata era considerada mal fario acorde al sexto artículo del Código Pirata: «No se permiten niños  ni mujeres en el barco». Por ello, Anne se vio obligada a vestirse como un hombre, puesto que aunque se argumentaba que las mujeres daban mala suerte en la búsqueda de tesoros y riquezas, realmente se dice que era una cuestión de prevención para que los piratas no se distrajeran. Con el tiempo, Anne no se esmeró en ocultar su género a la tripulación y no encontró mayor problema por ello dado su perfecto manejo de las armas, aunque siempre mantuvo sus ropas masculinas en el pillaje y cuando participaba en algún conflicto armado.

Ambos encontraron bastante suerte en su aventura, aun cuando atacaban embarcaciones relativamente pequeñas de cuyas tripulaciones tomaban nuevos miembros que se unieran a la causa pirata bajo coacción de Calicó Jack. Uno de los prisioneros que se unió a la tripulación del Revenge fue Mark Read, un soldado británico imberbe y escuálido que hizo migas con Anne Bonny. Jack, que también poseía un carácter fuerte acorde a su pareja, exigió explicaciones a Anne una vez la relación de ambos se hacía visiblemente estrecha, ante lo cual se conoció que Mark Read en realidad era una mujer, de nombre Mary.


Mary Read matando a su enemigo con una espada

Mary Read había acostumbrado su identidad a la de Mark desde bien pequeña, cuando al ser fruto de una aventura, su madre la hizo pasar por su fallecido y legítimo hermano mayor Mark, y así continuar recibiendo una pensión de sus abuelos paternos dada la desaparición de quien habría de ser su padre. Como Mark Read, acostumbró al trabajo a bordo desde muy joven, uniéndose incluso a la armada británica y ejercer el servicio militar en Holanda.  Cuando fue encontrada por Anne y Jack, había renunciado y se había embarcado rumbo al Caribe en busca de nuevas aventuras. Se cree que a partir de entonces los tres piratas comenzaron una relación poliamorosa, o al menos, que existió un supuesto romance entre Anne Bonny y Mary Read. Sea como fuere, ambas fueron la mejor arma en la tripulación de Calicó Jack.

Para 1720, la fama del trío filibustero había hecho que sus cabezas valiesen lo suficiente para que todo cazador de piratas se enzarzara en su captura. Así fue como el gobernador de Jamaica, Nicholas Lawes, autorizó a Jonathan Barnet a capitanear una goleta armada que le llevaría hasta Dry Harbour Bay, en Jamaica. Revenge fue rodeada y tomada en un ataque sorpresa, ante lo cual Jack Rackham y su tripulación se negaron a oponer resistencia dado lo que consideraban una derrota clara, emborrachándose en sus camarotes hasta no mantenerse en pie, con excepción de Anne y Mary; ambas fueron las únicas piratas que lucharon con todas sus fuerzas.

Toda la tripulación fue llevada a Spanish Town para someterse a juicio a fecha de 16 de noviembre, siendo juzgados y condenados a la horca en una pena que se conmutó al día siguiente. No obstante, Anne y Mary demostraron ser mujeres y exigieron ser juzgadas paralelamente a Jack y sus compañeros hombres, algo que sucedió el 28 de noviembre, e incluso a Anne se le permitió visitar a Jack la noche antes de ser ejecutado aun estando pendiente de juicio. Según cuentan las leyendas, las únicas palabras de Anne Bonny fueron: «Lamento verte así, Jack. Pero si hubieras luchado como un hombre, ahora no tendrían que colgarte como a un perro».

El día del juicio de las mujeres pirata, y siendo ambas conocedoras de la ley británica, alegaron compasión a través del pleading the belly, proceso legal por el cual retrasarían la sentencia de muerte por horca a la que fueron condenadas, por estar embarazadas. Según la ley, serían juzgadas una vez más por separado tras dar a luz, aunque la condena se ejecutaría igualmente una vez naciera el retoño, para no asesinar al no-nato inocente. Mary Read no soportó mucho más tiempo en la cárcel al morir de unas fiebres, sin saberse si quiera si acaso la joven había fallecido tras dar a luz y viéndose potenciada su enfermedad por el agotamiento del parto. No obstante, Anne Bonny obtuvo numerosos aplazamientos del segundo juicio hasta que, de la noche a la mañana, desaparecería de los documentos oficiales.

La teoría más señalada que explica cómo Anne Bonny escapó de prisión sitúa a su padre como principal causante, quien utilizando su influencia para liberarla esperaba perdonar a su hija y hacer que la misma ingresara en un convento donde expiaría todos sus pecados, después de que diera a luz en Charleston. No obstante, la chica presumiblemente decidiría asumir una nueva identidad y establecerse en la ciudad de su infancia, contrayendo matrimonio un año después con Joseph Burleigh. Así, su juventud de fechorías y libertad terminaría culminando en la vida que en un principio había ansiado rechazar, muriendo en 1782.

La figura de Anne Bonny no está exenta de fantasías potenciadas por la literatura romántica, especialmente a causa de su actividad como pirata, del mismo modo que aquellos personajes contemporáneos a ella que contemplaron en la forma de vida que eligieron la voluntad de cambiar las normas que les fueron impuestas. Hallándonos más o menos de acuerdo con la filosofía pirata, encontramos en la biografía de Anne Bonny una aspiración superior, dejando un legado que, aun tienda más a lo real o a lo ficticio, no deja de ser una fuente de inspiración, del mismo modo que tantas grandes mujeres que arriesgaron cuanto tuvieron para tratar de encontrar una alternativa más allá a las pretensiones que la época les asignaba por el mero hecho de su género. 


Bibliografía

ELLMS, C. The Pirates Own Book, Or Authentic Narratives of the Lives, Exploits, and Executions of the Most Celebrated Sea Robbers: With Historical Sketches of the Joassamee, Spanish, Ladrone, West India, Malay and Algerine Pirates. (Portland: Sanborn & Carter, 1837), https://books.google.es/books?id=tqJWAAAAcAAJ&printsec=frontcover&hl=es#v=onepage&q&f=false [Consultado el 3 de julio de 2017]

JOHNSON, C. A general history of the pyrates, from their first rise and settlement in the island of Providence, to the present time. (Londres: Eighteenth Century Collections Online, 1725), http://0-find.galegroup.com.fama.us.es/ecco/infomark.do?&source=gale&prodId=ECCO&userGroupName=unisevi&tabID=T001&docId=CW3301641447&type=multipage&contentSet=ECCOArticles&version=1.0&docLevel=FASCIMIL [Consultado el 2 de julio de 2017]

REDIKER, M. Villains of All Nations: Atlantic Pirates in the Golden Age. Boston: Beacon Press, 2005.

VÁZQUEZ CHAMORRO, G. Mujeres Piratas. Madrid: Algaba. 2004

WOODARD, C. The Republic of Pirates: Being the True and Surprising Story of the Caribbean Pirates and the Man Who Brought Them Down. Philadelphia: Harvest Books, 2008.


Webgrafía

ÁLVAREZ, J. ‘‘El encuentro entre las dos mujeres piratas más famosas de la Historia’’. La Brújula Verde, 30 de junio de 2016: http://www.labrujulaverde.com/2016/06/el-encuentro-entre-las-dos-mujeres-piratas-mas-famosas-de-la-historia [Consultado el 3 de julio de 2017]

FERRER VALERO, S. ‘‘Un pirata de leyenda, Anne Bonny (Siglo XVIII) ’’. Mujeres en la Historia, 8 de marzo de 2011: http://www.mujeresenlahistoria.com/2011/03/un-pirata-de-leyenda-anne-bonny-siglo.html [Consultado el 2 de julio de 2017]

NORTON, R. ‘‘Lesbian Pirates: Anne Bonny and Mary Read’’. Gay History & Literature, 14 de junio de 2008: http://rictornorton.co.uk/pirates.htm [Consultado el 1 de julio de 2017]
PALLARDY, R. ‘‘Anne Bonny. Irish-american pirate’’. Encyclopedia Britannica, 2 de septiembre de 2010: https://www.britannica.com/biography/Anne-Bonny [Consultado el 1 de julio de 2017]


Imágenes
Johnson, C. (1724) A general history of the pyrates, from their first rise and settlement in the island of Providence, to the present time. . ‘‘Anne Bonny’’. Litografía. Wikimedia Commons: https://upload.wikimedia.org/wikipedia/commons/4/4d/Female_pirate_Anne_Bonny.jpg(10 de julio de 2017)
Johnson, C. (1724) A general history of the pyrates, from their first rise and settlement in the island of Providence, to the present time. . ‘‘Jack Rackham’’. Litografía. Wikimedia Commons: https://upload.wikimedia.org/wikipedia/commons/a/ad/Rackham%2CJack.JPG (10 de julio de 2017)
Ellms, C. (1842) The Pirates Own Book, Or Authentic Narratives of the Lives, Exploits, and Executions of the Most Celebrated Sea Robbers. ‘‘Mary Read killing her antagonist [with a sword] ’’. Litografía. Wikimedia Commons: https://upload.wikimedia.org/wikipedia/commons/thumb/e/ed/Mary_Read_killing_her_antagonist_cph.3a00980.jpg/800px-Mary_Read_killing_her_antagonist_cph.3a00980.jpg (10 de julio de 2017).


Sobre la autora

Marisa de las Heras
Estudiante de Antropología Social y Cultural por la Universidad de Sevilla y de Geografía e Historia por la UNED. Interesada en la Antropología Política y de las Sociedades Contemporáneas, centra sus proyectos en la prospectiva cultural ligada a las nuevas tecnologías y la globalización. Sus aficiones van desde la literatura hasta teatro, además del aprendizaje de temáticas alternativas a sus estudios como la fotografía, la filosofía o la astronomía.

jueves, 13 de julio de 2017

Ganadores del IX Concurso de Ideas y Proyectos de la Universidad Pablo de Olavide

Queridos/as lectores/as y colegas,

Hacemos este comunicado para informaros que durante la jornada de hoy ha tenido lugar la defensa oral de nuestro proyecto en el IX Concurso de Ideas y Proyectos Emprendedores Innovadores, así como la entrega de premios del mismo concurso, y es un placer anunciaros que hemos ganado el premio en la categoría “Start-up: Idea de Negocio”.



Desde aquí queremos agradecer a todos los que habéis confiado y colaborado con nosotros durante este año y medio de vida. Gracias por haber participado de forma activa en Éufrates a través de artículos, opiniones, contar con nosotros para vuestras actividades y finalmente formar parte del equipo ganador de este premio. Gracias por los ánimos, por las críticas y por el feedback que hemos mantenido durante todo este tiempo, todos vosotros habéis hecho de nuestra revista lo que hoy es, y esperamos que así siga siendo largo tiempo. Para terminar con los agradecimientos, queremos agradecer de manera especial al profesor Manuel Herrero Sánchez que, desde el primer aliento de vida de Éufrates nos ha aconsejado, promocionado y apoyado, así como a los miembros de su proyecto de investigación, Alberto Rodríguez Martínez y Rocío Moreno Cabanillas. Nos hace muchísima ilusión compartir este premio con todos vosotros/as.

Hoy ha sido un día genial, en el que hemos defendido un modelo de negocio basado en nuestra formación y nuestra capacitación para aprender día a día, reinventarnos y poder ser polivalentes dentro del ámbito de las humanidades. Este premio significa todo esto, pero no podemos perder de vista la satisfacción que produce que otros valoren y validen tu trabajo, además del empujoncito económico que el premio supone. Nuestros esfuerzos seguirán orientándose a la mejora de nuestro proyecto, para lo que nos gustaría seguir contando con todos vosotros. Os dejamos aquí los enlaces tanto de nuestro Elevator Pitch como de la noticia en el Diario de la Universidad Pablo de Olavide:

Vídeo Elevator Pitch: https://vimeo.com/221724108


Atentamente,

Jonatán Orozco Cruz.

Natalia Avilés Isorna.


Equipo directivo de Éufrates Revista de historia.

jueves, 6 de julio de 2017

La yerba mate: el “oro verde” del Paraguay en la época colonial

¿Quién alguna vez no observó a un argentino, uruguayo o brasileño tomar mate? ¿De dónde procede esta costumbre de trasladar un mate, un termo y un poco de yerba a cualquier lugar del mundo al cual se trasladan? Intentaré como historiador (y argentino) explicar brevemente el origen, difusión y consumo de este producto que hoy día continúa arraigado en los países del cono sur de Sudamérica. Una mirada al periodo colonial de aquella región nos permitirá obtener algunas respuestas…

La leyenda…
Según cuentan en una época muy antigua de aquellas regiones, cuando los santos andaban por el mundo, llegó uno de ellos a la sierra donde estaban los yerbales. Algunos lo identifican como protagonista de la leyenda a Santo Tomás (o Tomé), mientras otros atribuyen a la Virgen este prodigio. Lo cierto es que la leyenda afirma que esta figura santa tenía hambre y sed, y entonces un papagayo le indicó dónde encontraría gente humana que podría socorrerlo; señalando un lugar donde habitaban guaraníes (indios de la región). Éstos lograron satisfacer la sed y el hambre del santo, y en recompensa de su buena acción les dijo que le pidieran lo que deseaban. “Caá…caá” expresaron los nativos, refiriéndose a la yerba mate; árbol venenoso que cubría amplias extensiones de esas tierras y que protegían espíritus malignos. El santo respondió que debían tostar al calor de la lumbre sus hojas, y la que es hoy letal yerba, se convertirá, mezclada al agua, en su bebida predilecta. Luego el santo desapareció y desde entonces los guaraníes iniciaron con una costumbre que hasta hoy día perdura: el consumo de la yerba mate.


La yerba del Paraguay en la época colonial
La primera referencia documental que se tiene sobre el consumo de yerba mate entre población no nativa data del año 1594, cuando el jesuita Juan Romero comentaba que en la Villa de la Concepción del Bermejo (ciudad fundada en 1585 por los españoles en el Gran Chaco) tanto indios como españoles toman “agua mezclada con yerba que llaman del Paraguay”. Desde entonces, se sucedieron toda una serie de prohibiciones para limitar su consumo, sin embargo, su avance fue continuo entre mestizos y blancos. En los primeros años del siglo XVII ya se extendía por todo el territorio de las gobernaciones del Paraguay y del Tucumán. Hacia 1630 existen referencias que ya se conoce la yerba mate en España, al menos en un círculo cerrado de intelectuales interesados por el mundo americano. En esos mismos años alcanzó uno de sus mercados más importantes: la región alto-peruana.

El mercado peruano, junto con el rioplatense, será el predilecto de la yerba paraguaya; a tal punto fue importante que al propio producto se lo asocia con el término “mate”, que proviene del quechua (hace referencia a un tipo de calabaza que se utiliza para beberla) y no al vocablo guaraní “kayguá”. El incremento del consumo de este producto nos obliga a tener en cuenta dos cuestiones interesantes:

En primer lugar el impacto social del mismo. Como dijimos, la yerba mate interesó a toda la sociedad colonial; aunque su propio consumo marcaba al mismo tiempo las diferencias en esta sociedad estamental. “La toman en abundancia pobres y ricos, los pobres en vasos de calabazas pintadas o de palo santo y los ricos en los mismos vasos guarnecidos de plata con bombillas de lo mismo…” afirmaba el padre jesuita José Cardiel; y además decía que los más ricos agregaban “azúcar y pastillas aromáticas” al agua, mientras que los menos pudientes debían conformarse sin mezcla alguna. Es decir, cómo se consumía esta bebida y si se agregaban o no “aditivos” a la misma exponía la condición social del individuo que la tomaba. Por tanto, el incremento del consumo de la yerba mate se debió a su capacidad durante los siglos XVII y XVIII para extenderse a toda una sociedad que, si bien era estamental y con profundas diferencias entre sus componentes, compartía la predilección por este producto paraguayo.

Ahora bien, para que la yerba mate alcance tierras peruanas de manera frecuente desde el siglo XVII hubo un mercado económico que se desarrolló y, a nuestro parecer, es éste el segundo aspecto que debe considerarse como clave.

Es imposible referirnos a todos los circuitos económicos en los cuales la yerba fue protagonista durante el período colonial; dada su rápida expansión e importancia. Sólo basta decir que la cantidad producida de yerba fue incrementándose a lo largo de dos centurias, siendo el principal producto de la región del Paraguay. La yerba se dirigía con frecuencia a los puertos de Santa Fe y Buenos Aires, y luego se redistribuía por vía terrestre hacia Córdoba, Tucumán, Potosí y Chile principalmente.

Las reducciones jesuíticas, productoras de “yerba caá mirí”
Los pueblos de guaraníes administrados por los jesuitas lograron hacia principios del siglo XVIII tener yerbales de gran calidad y en importante cantidad dentro de sus reducciones. Allí se desarrolló la llamada “yerba caá miri”, “cernida y sin tierra” (escribe el padre Cardiel) que la diferenciaba a la explotada en la región del Mbaracayú (Paraguay) caracterizada por ser “de palos y tierra”. Por tanto, la yerba elaborada en las reducciones jesuíticas fue de mayor calidad y con un precio que generalmente fue el doble que la explotada por los paraguayos.

Esta producción jesuítica de mayor calidad y precio, generó mayores conflictos a los ya existentes entre los vecinos de Asunción (capital de la provincia del Paraguay), principales interesados en el incremento del comercio de la yerba; y los miembros de la Compañía de Jesús. A ello se sumó que los jesuitas gozaban de la exención de impuestos por parte de la corona hispana, dado su misión religiosa en estas tierras; lo cual aumentó aún más el disgusto entre los vecinos asuncenos para con los miembros de esa orden religiosa. El comercio de la yerba y las disputas constantes, explican en gran medida las dos expulsiones de la ciudad de Asunción que experimentaron los jesuitas a mediados del siglo XVII y durante la “Revolución de los Comuneros” (1721-1735); situaciones previas a la definitiva expulsión de tierras rioplatenses de los jesuitas entre los años 1767 y 1768. Luego de la expulsión, la producción decayó en aquellas regiones que antiguamente ocupaban las reducciones; sin embargo, no desapareció por el interés de los guaraníes en su consumo.  De hecho, hasta hoy día, las tierras de la provincia de Misiones (actual Argentina) constituyen una de las mayores productoras de yerba mate de la región.

Para concluir esta breve referencia a la yerba mate del Paraguay en la época colonial, debemos decir que este fue un producto clave para toda la región. Más allá de las disputas y conflictos que generó su comercio, y los sendos intentos de prohibición de su consumo por parte de la corona; la predilección por ella siguió avanzando, constituyéndose en el verdadero “oro verde” del Paraguay, fue el producto que posibilitó el intercambio y obtención de muchos otros durante el periodo colonial, y sin duda fue una riqueza que aún en nuestros días tiene gran importancia entre los que nacimos en aquellas tierras. 

Bibliografía

Avellaneda, M. Guaraníes, criollos y jesuitas. Luchas de poder en las Revoluciones Comuneras del Paraguay. Siglos XVII y XVIII, Asunción: Academia Paraguaya de la Historia y Tiempo de Historia, 2014.

Furlong, G. Misiones y sus pueblos guaraníes, Posadas, 1978.

Garavaglia, J. C. Mercado interno y economía colonial. Tres siglos de historia de la yerba mate, México: Grijalbo, 1983.

Morner, M. Actividades políticas y económicas de los jesuitas en el Río de la Plata, Buenos Aires: Centro Editor de Cultura, 2008.

Solé Rodríguez, O. Leyendas Guaraníes. Montevideo, 1902. Edición Facsimilar en Sevilla: Extramuros, 2012.

Sobre el autor
Pedro Miguel Omar Svriz Wucherer
Profesor y Licenciado en Historia por la Universidad Nacional del Nordeste (Argentina). Máster en Historia de Europa, El Mundo Mediterráneo y su Difusión Atlántica. Teorías, Métodos y Nuevas Líneas de Investigación (1492-2000) por la Universidad Pablo de Olavide de Sevilla, España (UPO). Actualmente se desempeña como Personal Investigador con un Contrato Predoctoral para la Formación del Profesorado Universitario (FPU) en el Área de Historia Moderna de la UPO, financiado por el Ministerio de Educación, Cultura y Deporte (MECD) de España. Miembro del Equipo de Trabajo del Proyecto de Investigación “Globalización ibérica: redes entre Asia y Europa y los cambios en las pautas de consumo en Latinoamérica (HAR2014-53797-P), dirigido por el Dr. Bartolomé Yun Casalilla y financiado por el Ministerio de Economía y Competitividad (MINECO) de España. 

Email: pmsvrwuc@upo.es