Una investigación: obra de Joaquín Sorolla, en el centro se encuentra el Dr. Simarro (1897)
La
Psicología es una disciplina a caballo entre las Ciencias Biológicas y
las Ciencias Sociales, lo que hace que sea ontológicamente problemática
(Posada, 2006). Su historia es tan controvertida como fascinante, pero el
reduccionismo posmoderno ha generado una imagen polarizada que la desvirtúa. En
muchas películas, series y libros, vemos las horribles prácticas (torturas
físicas y mentales) que supuestamente la Psicología utilizaba en sus orígenes.
En otros casos, vemos a taciturnos doctores plegados en sus sofás, presas de
una pasividad inalterable, escuchando los problemas de sus pacientes, como si
de un confesor profano se tratase. Nada más lejos de la realidad, especialmente
en nuestro país. Los dos son estereotipos clásicos que parten de casos
excepcionales y extremos, alejados de la realidad histórica. Por ello, me
propongo invitaros a una breve revisión histórica sobre los inicios de la
Psicología en nuestro país a través de algunos de sus personajes, instituciones,
influencias filosóficas y prácticas clínicas, con el objetivo de desmitificar
nuestras concepciones a priori y recuperar la memoria, fuente de
compromiso con el futuro y custodia de la Razón.
La
Historia de la Psicología en nuestro país puede dividirse en tres etapas: (1)
una etapa filosófica denominada Protopsicología o Psicología
Filosófica que va desde finales del siglo XV hasta la primera mitad del
siglo XIX; (2) una etapa de desarrollo científico e institucionalización, que
llamaremos Inicios de la Psicología y que va desde la segunda mitad del
siglo XIX hasta el final de la Segunda República (1936); y (3) una etapa de
internacionalización e incorporación al imaginario colectivo conocida como Psicología
Contemporánea, que comprende desde los años 60 hasta nuestro siglo. Nos
centraremos en la segunda etapa, que da comienzo a lo que se conoce como
Psicología Científica y que sienta las bases de la disciplina tal y como la
conocemos hoy.
Debido
al proceso de reconstrucción histórica interesada y el adoctrinamiento
desarrollado por la dictadura franquista, gran parte de la historia de finales
del siglo XIX y principios del XX ha sido borrada de la memoria colectiva. Con
ello, se ha perdido la historia de disciplinas profundamente revolucionarias en
nuestro país como la Antropología (en la cual nuestro país fue pionero gracias
a Antonio Machado Nuñez, abuelo del afamado poeta) o la Psicología. En estas
fechas nuestro país fue una de las más eminentes potencias intelectuales de
Europa, germen que no llegó a dar sus frutos por la llegada Guerra Civil
(1936-1939) y sus consecuencias. De este pasado intelectual se han recuperado
las referencias literarias, pero todavía queda pendiente retornar a la
consciencia colectiva el bagaje político, científico, filosófico y etnológico
que el franquismo borró de nuestra memoria.
Antonio Machado Nuñez
Sin embargo, la segunda mitad del siglo XIX no fue un periodo fácil para el desarrollo del conocimiento. Constantemente los académicos e intelectuales debían esconder sus ideas o relativizar sus afirmaciones a fin de sortear la censura impuesta por el Plan Pidal de 1845, la Ley Moyano de 1857 y el Decreto del ministro de Fomento Manuel Orovio de 1867. Esto parecía disponer a España al fracaso intelectual, sobre todo a nivel científico, ya que: (1) la Filosofía, disciplina central en las universidades, estaba intencionalmente supeditada a la Teología; (2) las leyes anteriormente citadas imponían una centralización de la enseñanza superior, así como una progresiva pérdida de independencia de los intelectuales; y (3) los laboratorios eran escasos y el interés de las instituciones públicas por estos mucho menor. Sin embargo, la llegada de dos corrientes de pensamiento profundamente positivistas consiguió enfrentar esta situación. Nos referimos al evolucionismo y al krausismo, representados respectivamente en las figuras de Antonio Machado Nuñez y, Francisco Giner de los Rios y Nicolás Salmerón. Estos intelectuales difundieron nuevas maneras de comprender la ciencia y fomentaron la creación de instituciones privadas (como la Institución Libre de Enseñanza, 1876-1936), museos (Museo Entológico, Museo Pedagógico, etc.) y ateneos municipales, donde poder desarrollar sus investigaciones en los nuevos campos del saber, instruir a alumnos y fomentar la discusión científica. Además lucharon contra las instituciones públicas hasta conseguir que el nuevo ministro de Fomento Manuel Ruiz Zorrilla rubricara un decreto de “libertad de enseñanza”, hecho que fue conocido como la Revolución de Septiembre. Sin embargo, los conflictos no pararían de sucederse, el ministro Orovio sería repuesto por Cánovas del Castillo y se atentaría constantemente contra la libertad de cátedra hasta la llegada de la Segunda República.
Francisco Giner de los Ríos
La
Psicología Científica entra en nuestro país a través de las investigaciones de científicos
(médicos principalmente) que, ya sea por lecturas o viajes al extranjero, se
interesaron por investigar los procesos mentales a raíz de la creciente
institucionalización de estos estudios en Europa, concretamente en Alemania.
Encontramos cinco figuras centrales: el propio Francisco Giner de los Ríos, el
doctor Luis Simarro, Julián Besteiro, Martín Navarro y Flores y Urbano González
Serrano. Estos intelectuales, a excepción de Giner de los Ríos, estaban
profundamente vinculados con las Ciencias Experimentales. Los mencionados
investigadores son conocidos como padres de la Psicología española y comparten
una serie de características que propiciarían su unión: (1) eran intelectuales
de reconocido prestigio en sus áreas; (2) se reconocían como progresistas; y
(3) habían viajado por Europa o leído y traducido multitud de obras de afamados
psicólogos europeos. El objetivo común que compartían era la
institucionalización de estos estudios en nuestro país y la creación de espacios
específicos para su investigación. Pero en la segunda mitad del siglo XIX hubo
una maraña de decretos y órdenes ministeriales que se sustituyeron unos a
otros, lo que dificultaba la lucha por un plan de estudios consistente donde
introducir la Psicología Científica. Hasta el año 1900 no podemos encontrar una
asignatura de Psicología que esté separada de la Filosofía. El 19 de julio de
ese año un real decreto modifica el Plan de Estudios de la Facultad de
Filosofía creando la primera asignatura de Psicología Experimental. La cátedra
de esta asignatura será ocupada por el doctor Luis Simarro, veinte años después
de la fundación del primer laboratorio de estudios psicológicos experimentales
en Leipzig. Sin embargo, es preciso señalar que esa cátedra fue asignada poco
tiempo después a la Facultad de Ciencias (1902), lo que convierte al Dr.
Simarro en el primer psicólogo del mundo en ocupar una cátedra de dicha
disciplina en un espacio plenamente científico. El Dr. Simarro también fundó el
primer laboratorio de Psicología Experimental en España, originalmente en el
Museo Pedagógico y, luego, en la Universidad de Madrid.
Una investigación: obra de Joaquín Sorolla, en el centro se encuentra el Dr. Simarro (1897)
A
diferencia de las postrimerías del XIX, los treinta primeros años del siglo XX
fueron de una extraordinaria riqueza para los profesionales que deseaban
dedicarse a la Psicología Experimental. Sus prácticas eran muy diferentes a lo
que nos han contado: hacían mediciones ópticas, conteo de tiempo en realización
de acciones simples, experimentos de memorización de palabras, estudios de
atención; es decir, investigaciones no-invasivas. Esto se debe a la influencia
del psicólogo alemán Wilhelm Wundt, que tenía como objetivo el estudio de la
mente y sus reacciones, no de los órganos cerebral y nervioso en sí. La labor
de los profesionales españoles en el estudio de enfermedades sobre el ánimo
(depresiones, esquizofrenias, paranoia, cambios de humor, autismo, etc.) fue
encomiable. Sin embargo, la Guerra Civil paralizó todo el progreso. Con la
llegada del conflicto, muchos científicos e intelectuales huyeron del país,
horrorizados por la guerra fratricida. Otros se quedaron, en algunos casos
renunciando a sus sueños y en otros sometiéndose a una dictadura física e
intelectual que impidió el desarrollo de la Psicología hasta bien entrados los
años 60. Cuando el Régimen abandonó la autarquía, permitió, con muchas
dificultades, el desarrollo de la disciplina de nuevo, esta vez casi desde
cero, pues era imposible mentar a los maestros.
Espero
que este breve repaso sobre la situación histórica de la intelectualidad
española de la época y en concreto la de una disciplina tan relevante en
nuestros días como la Psicología, inviten al lector a investigar sobre los
hechos y los personajes (recomiendo empezar por la bibliografía que adjunto;
todo puede encontrarse gratuitamente en internet). Estoy seguro que se
sorprenderán ante la altura intelectual de nuestros pioneros científicos e
investigadores.
Bibliografía
Paniagua,
F. B. Notas sobre el debate evolucionista en España (1900-1936). Revista de Hispanismo Filosófico, nº 12
(2007), 23-44.
Peset,
M., y Peset, J. L. Las universidades españolas del siglo XIX y las ciencias. Ayer, nº 7 (1992), 19-49.
Posada, J. La Subjetividad en las Ciencias Sociales, una
cuestión Ontológica y no Epistemológica. Cinta
de Moebio. Revista de Epistemología de Ciencias Sociales, nº 25 (2006).
Rodriguez, J. M. (1987). El nacimiento de la Psicología
Científica en España. Ensayos: Revista de
la Facultad de Educación de Albacete, (1), 149-164.
Yela Granizo, M. (1987). Los orígenes de la psicología
científica en España. El Dr. Simarro y su Fundación. Investigaciones Psicológicas, 4
(Los orígenes de la Psicología experimental en España: El Dr. Simarro, Eds
Campos Bueno, JJ y Llavona, R), 67-79.
Imágenes:
Una investigación de Joaquín Sorolla: Catálogo del Museo Sorolla de Madrid (http://www.mecd.gob.es/msorolla/inicio.html)
Francisco Giner de los Ríos y Antonio Machado Nuñez: www.wikipedia.org
Sobre el autor:
Su
nombre es Antonio Jesús, pero desde hace mucho es conocido como Antón. Es
antropólogo e investigador social. Actualmente, estudia Psicología en la UNED y
trabaja como diseñador creativo e investigador social en la empresa CACTUS:
Investigación Cualitativa y Comunicación S.L. Sus intereses son de lo más
variopintos: la filosofía, la historia antigua, la música jazz, la teoría
política, el cine… Pero lo que verdaderamente le apasiona es la literatura fantástica,
vicio que le ha llevado por los más apasionantes senderos que ha recorrido en
su vida.