En el transcurso de la historia, la arquitectura ha ido sufriendo un proceso evolutivo de gran importancia, gracias al cual en la actualidad tenemos grandes iconos de estas distintas épocas. Uno de estos cambios se produce con el paso de la Alta Edad Media a la Baja, cuando la burguesía comienza a distinguirse como un nuevo estamento social dejando de ser compatible con la que hasta entonces era la arquitectura en uso, la románica. Pero no solo cambia la demografía y el modo de entender las nuevas villas, el hombre se interesa por otras cuestiones ampliando así sus horizontes más allá de Dios. Sin embargo, los principales referentes del gótico seguirán siendo de carácter religioso.
La periodización está bastante distorsionada, ya que el siglo XII es el románico el estilo artístico por excelencia, aunque en este mismo momento se produce la reforma de la catedral de Saint Denis en 1140 con cabecera gótica, hecho que se repite por toda Francia 10 años después. El siglo XIII es la época clásica del gótico en arquitectura y se construyen las catedrales más altas, mientras que en los siglos XIV y XV se produce una simplificación arquitectónica con un recargamiento ornamental. En el siglo XIII se desarrolla por el comercio y por el equilibrio político entre el rey y la nobleza feudal. Pero en el XIV aparecerá peste: se acaban las catedrales que estaban en construcción y se empiezan muy pocas siendo éstas más bien iglesias, mientras que el siglo XV se caracteriza por ser más internacional con tendencias comunes en toda Europa, convirtiéndose en un arte cortesano que viaja de corte en corte.
La catedral Gótica es la expresión en piedra del pensamiento cristiano pues es la elevación hacia Dios imitando su grandeza y luminosidad, con muros reducidos a lo más indispensable, elegancia arquitectónica y vanos gigantescos ya que el muro no es soporte solo un cubrimiento lateral que casi siempre es de cristal. Por estos procedimientos, surge la conocida bóveda de crucería que concentra todo el peso en los vértices. Dichas catedrales son urbanas y enormes, convirtiéndose en centros cívicos y solo encontradas en las más ricas y grandes ciudades que en ocasiones rivalizaban para ver quien tenía más poderío. Es ahora cuando la figura del arquitecto deja de ser anónima, pasando a ser reconocidos como artistas llegando incluso a tener privilegios y poder vivir de ello.
Todas estas características están perfectamente reflejadas en una de las catedrales góticas más importantes de la Península Ibérica, la catedral de Burgos levantada sobre los cimientos de un edificio románico y cuyo comienzo de la construcción estuvo a cargo del arzobispo Mauricio en el 1221 con la colaboración del Fernando III el Santo. Su inicio sigue un esquema completamente francés a cargo del arquitecto que primero aparece documentado conocido como el maestro Enrique, que al parecer también se encarga de las obras de la catedral de León. Junto a los rasgos artísticos que tienen una fuerte relación con obras francesas como son la catedral de Chartes o la de Reim, la índole ideológica está marcada con la monarquía viéndose reflejada en esta gran obra con figuras en relieve tanto de personalidades de la nobleza como son el Cid y su esposa Doña Jimena y miembros de la familia real. En Burgos, en pleno corazón de Castilla, otro de los maestros encargados de la obra, el maestro de las Torres, toma de Reims una triple manifestación de la realeza con la iconografía, la historia y el estilo que ya Alfonso X el Sabio preconiza. Aunque en el plano decorativo se entremezcle lo monárquico y lo naturalista, el interior no deja indiferente a nadie. Con una planta de tres naves con un crucero muy alargado y una girola de tramos de bóveda trapezoidales, muestra al visitante una sensación de magnificencia y solemnidad.
En la fachada podemos encontrar un cuerpo central en medio de dos torres, mientras que en el espacio central se presenta un hermoso rosetón calado y sobre él un tercer cuerpo con una gran celosía de arcos de tracería. El largo crucero se abre a ambos lados con dos portadas espectaculares llamadas del Sarmental y de la Coroneria, ambas con una riqueza escultórica tanto en jambas como en las arquivoltas. Es en el exterior donde encontramos vestigios de siglos posteriores, más concretamente las esbeltas agujas de su fachada y el esplendido cimborrio central de finales del siglo XV. La esencia de la Catedral y sobre todo el estilo gótico se ha mantenido en las remodelaciones que se han llevado a cabo en el siglo XVIII como fueron la sacristía y la capilla de santa Tecla, en las cuales se utilizaron piedra caliza. Tanto en su planta, como en su concepción espacial y realización práctica la Catedral de Burgos responde a modelos del gótico más puro de la Francia del siglo XIII.
Declarado Monumento Nacional en 1885 y Patrimonio de la Humanidad por la Unesco en 1984, es el templo católico de mayor rango en toda Castilla y León y el único de toda España con distinción de forma independiente sin estar unido al centro histórico de la ciudad o a otros edificios. Sin duda, es una muestra del esplendor de un estilo arquitectónico que nos lleva acompañado a lo largos de la historia.
Bibliografía
Franco Mata, Á. “Alfonso X el Sabio y las Catedrales de Burgos y León”.Norba: revista de arte nº7 (1987).
Sobre la autora
Lucía Lobato Hidalgo
Graduada en Geografia e Historia por la Universidad Pablo de Olavide, promoción 2011-2015. Interesada en la Historia Moderna y en la Historia del Arte, realizó su Trabajo Fin de Grado sobre los Bienes de Difuntos de Emigrantes Zafrenses en el siglo XVI. En la actualidad se dedica a impartir clases particulares y el próximo curso empezará un master enfocado en gestión cultural en la Universidad de Valladolid.
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