Costa Rica está
considerado el país del café por excelencia y actualmente se encuentra
sumergida en una grave crisis ambiental motivada por las políticas llevadas a
cabo por sus gobiernos así como por la influencia de la globalización, que han supuesto
la trasformación del territorio hasta convertirlo en un monocultivo con serios
problemas de desforestación.
Teniendo en cuenta que
el paisaje es una realidad influyente, la expansión del café en Costa Rica
tendrá un significado social que se verá reflejado en su entorno ya que,
cambiará las propiedades de la tierra a lo largo del tiempo, así como los tipos
de campesinado. Todo esto motivado por determinadas políticas agrarias
vinculadas directamente con el comercio y la economía del país.
La primera extensión de
cultivo cafetalero en Costa Rica vinculada con el comercio exterior se produce
a partir de 1840, provocando la transformación paulatina del paisaje del Valle
Central, que contaba con suelos muy ricos, de origen volcánico. En esta primera
fase, llamada experimental la mayoría del porcentaje de cultivo de café era de
uso doméstico y la energía usada para su plantación era la solar y la humana.
Se utilizaba el llamado “método seco” que no contaminaba las aguas, posteriormente
se sustituyó por el uso del “método
húmedo” a consecuencia del aumento del número de exportaciones del grano, algo
que reestructurará la economía de Costa Rica, orientándola cada vez más al
mercado internacional, con el consiguiente aumento de la demanda y presión
sobre el suelo costarricense.
La segunda etapa de expansión de este sistema tendrá lugar por la región de Alajuela- San Ramón (1850-1860) y la tercera en los Valles de Reventazón y Turrialba (1890).
Esta evolución transformó los ecosistemas en sus
componentes bióticos y abióticos, resultado de la evolución continuada de la
naturaleza como consecuencia de la antropización, que transforma el medio
material en toda su complejidad.
La consolidación del
mercado vinculado al café en Costa Rica se inicia con la apertura al comercio
inglés motivado especialmente por Braulio Carrillo Colina. No es que antes no existieran
estos contactos, de hecho se empiezan a gestar previamente, tal y como refleja
el gráfico, pero en cantidades mucho más reducidas. El propio estado costarricense, desde los
inicios de la expansión del café, se convierte en, de las principales fuerzas de
cambio en el paisaje, pues, su intervención a través de políticas de fomento
cafetalero continuó en aumento a lo largo de todo el “siglo del café. (Montero, A. 2014).
El papel del estado fue
fundamental, ya que impulsó la “reforma liberal”. Es una reforma temprana, ya
que, tuvo su origen en el siglo XIX y se
traduce en una legislación que tiene como fin vincular el mercado a la
especialización agrícola del café.
La formación de la base
territorial para la expansión cafetalera comienza con la apropiación de los
terrenos baldíos, ante la necesidad de transformar la estructura de la
propiedad territorial. Además, se produce una expropiación de comunales gradual,
a partir de decretos que permiten la aparición de un mercado de tierras: la
tierra se privatiza, por tanto, se convierte en mercancía.
La difusión de un nuevo
sistema de beneficiado también contribuirá al aumento productivo, En este
período se empezará a utilizar el beneficiado llamado húmedo, que adelantábamos anteriormente.
De este modo, desde la independencia, Costa Rica, comienza
a experimentar una apertura al mercado exterior motivada tanto por factores
económicos como por factores políticos y ambientales. Las condiciones
ambientales óptimas permitieron la apertura de un nuevo tipo de cultivo le abrió las puertas al mercado internacional,
acompañado por cambios políticos, desarrollándose políticas económicas que, a
partir de 1850, sumergieron al país en importantes problemas medioambientales
que todavía hoy siguen vigentes, como consecuencia de un cambio de producción
tan cerril.
Todo esto, estuvo
motivado por las tendencias predominantes en occidente, las cuales influirán de
manera decisiva en la producción cafetalera de Costa Rica. Así, desde 1950, la
agricultura costarricense será pionera en el ingreso en la llamada “Revolución
Verde”, de la producción del café junto a Kenia.
Costa Rica se integrará
en la revolución atendiendo principalmente al uso de la fertilización química,
la mecanización y las semillas de alto rendimiento, también llamadas híbridas.
Este proceso contó con importantes aportaciones políticas que junto con el
Servicio Técnico Interamericano de Cooperación Agrícola (STICA), promovieron el
uso de los abonos químicos haciendo determinadas demostraciones en las parcelas
y distribuyendo gran cantidad de panfletos que garantizaban la optimización de
los recursos.
La producción de café
en Costa Rica se disparó enormemente (de 462.896 fanegas, en 1953, a 2624176,
en 1980). Sin embargo, todo este proceso que se presentaba como innovación
ventajosa para el país, tuvo fuertes repercusiones medio ambientales y
sociales.
Una vez más vemos como las prácticas económicas y políticas
occidentales han trascendido en los países menos desarrollados causándoles a
corto plazo innumerables problemas, sociales, ambientales, económicos y
políticos. Y es que, Costa Rica hizo del café, su principal sustento económico
quedando dependiente de los vaivenes de los precios del mercado internacional.
Por último, no hay que
olvidar un factor decisivo para esta apertura al mercado exterior que vino
forjándose desde la independencia, hablamos del mejoramiento de las vías de
comunicación y transportes, que se traduce en la dotación de una
infraestructura orientada hacia el exterior, cuya función es la racionalización
de la actividad productiva exportadora y comercial.
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