“la adaptación humana al medio ambiente
andino ha incorporado una especialización ecológica y geografía altamente
diferenciada”. O. Harris
La
región andina, desde el punto de vista ecológico, es un ambiente poco propicio
para la vida humana debido a sus condiciones naturales. Lo que no deja de
causar aun hoy en día el asombro de investigadores e historiadores del mundo
entero es cómo el ser humano ha
podido, no sólo subsistir, sino
también crecer y formar grandes imperios en ese entorno.
Para
entender las dimensiones y complejidad de los Andes es necesario recurrir a la
teoría de Murra según el cual, el mundo andino presenta una estructura vertical
denominados nichos o pisos ecológicos, siendo éstos muy diversos y distintos
unos de otros. Dicha multiplicidad está propiciada por un hecho muy singular, la
proximidad extrema de tres regiones naturales que son consideradas como
matrices en los Andes; costa, sierra y selva.
El
imperio más conocido que habitó este vasto territorio fue el Inca. El inicio de
la civilización incaica se remontaría aproximadamente al año 1100 de nuestra era,
aunque este supuesto inicio está basado, como suele ser habitual, en una leyenda.
En un período de tiempo muy reducido los Incas consiguen expandir no solo sus
fronteras sino dominar social y políticamente los reinos y etnias de la sierra,
el altiplano y la costa pacífica, instalando un reino que denominaron Tawantinsuyu. Este espacio geográfico lo concebían y dividían en cuatro unidades
geopolíticas o “suyus”, los cuales podemos ver en la siguiente imagen.
La
adaptación a este medio la lograron a través de un sistema de socialización milenario
y remoto que no se sabe a ciencia cierta cuando surge pero que se estima que fue
entre el 1000 a.C. y el 1000 d.C. hablamos del ayllu, que ha conseguido permanecer
vigente durante un largo periodo de tiempo gestándose a partir de multitud de
fórmulas y adaptándose a cada modelo de estado político establecido, desde el
pasado pre-incaico hasta el presente, respondiendo a unas necesidades de
ordenación, tanto social y económica, como política y religiosa a lo largo de
los siglos.
La
latitud y la orografía de la cordillera andina condicionadas por la altura, que
es el rasgo más característico de esta zona, nos lleva a encontrarnos que en
distancias relativamente cortas los cultivos sufren enormes modificaciones. Esta
complejidad productiva sentaba sus bases en el establecimiento de colonias en
regiones ecológicas distantes y no contiguas, con la finalidad de acceder a los
productos y alimentos producidos en ellas. De esta forma, diversificaban los
recursos sin tener que desarrollar el intercambio con otros grupos étnicos,
conformando lo que Murra caracterizó como un ideal cultural andino con economía
autosuficiente.
Dar
una definición de que es un Ayllu no es fácil y siempre irá condicionada a la
época en que se defina. Para Marchena el Ayllu “estaba constituido por un conjunto de
productores más o menos dispersos, unidos por lazos cooperativos, a través de
los cuales el grupo conseguía la pretendida autonomía económica. Estos lazos se
reforzaban con la aceptación por parte de todos de pertenecer a una misma
familia étnica, y de poseer un linaje común, en la medida que se identificaban
entre ellos y ante otros como descendientes de un mismo antepasado, real o
mítico, sintiéndose parientes entre sí. Y también por estar ligados a una
tierra concreta, a un medio físico especifico, que les aportaba en sus
elementos naturales las señas de identidad colectiva que los consolidaba como
miembros todos de una misma familia étnica”.
Los
incas fueron perfeccionando dicho sistema hasta convertirlo en una gran
complejidad productiva a medida que iban dominando a los pueblos, convirtiéndose
en la principal táctica de organización del espacio. Se basaron en dos aspectos
principales: la reciprocidad y la redistribución. De hecho, estas relaciones
recíprocas eran las que garantizaban el buen provecho compartido de los bienes
y servicios de la región andina. Además, una de las características más destacadas
de la organización social andina fue el dualismo, por lo general, la división
se fundamentaba en relaciones de parentesco que cimentaban las relaciones de
reciprocidad. A parte de este dualismo, la organización social incaica tendrá
más elementos como la cuatripartición y la tripartición. Además el núcleo de
poder era manejado por los Hurín y Hanan (los de arriba y los de abajo) y
el poder estaba distribuido de una triarquía (Estado- Élite Inca-Pueblo).
Esta
base de estructura social se basaba en el linaje, la genealogía y el parentesco
entre sus miembros y en el trabajo comunitario y solidario. Los ayllus se
articulaban en unidades mayores conformando etnias y extensiones diferenciadas.
En el periodo inca se entendía a la familia como productor y generador de
excedente necesario para el funcionamiento del sistema y el trabajo común, del
que hablábamos, como producción.
Así, la comunidad estaba conformada por todos los
descendientes de un antepasado común sin un número determinado de miembros,
pudiendo ir de unas pocas decenas a cientos de personas el conjunto de ayllus que
formaba la población de las aldeas y, cada uno de ellos, como una unidad social
poseía un determinado territorio a los efectos de la residencia, el culto a los
espíritus y las labores agrícolas a las cuales estaban obligados.
Los miembros del ayllu no poseían absolutamente
nada, en el imperio no existía algo como la propiedad privada, ni siquiera
podía llamarse privada a su vida personal. Esencialmente lo que lleva a cabo el
runa (el hombre), es complementar la
producción de los diversos pisos ecológicos entre sí, y eso se realiza gracias
a una forma de organización de la vida social que es muy peculiar; el individuo
no es la unidad mínima de socialización, es una entidad que supera al individuo,
el ayllu.
De esta forma los ayllus consiguieron acceder en un
espacio dilatado y disgregado, arriba y abajo del horizonte vertical andino lo
que les proporcionaba una amplia gama de productos que aparte de garantizar la
conservación del grupo, les permitía conseguir excedentes, de los cuales
dependía su existencia y supervivencia. El incaico tuvo un desarrollo autóctono
vinculado tanto económica como políticamente a la fraternidad con el ayllu.
En resumen el término ayllu engloba numerosas cosas,
desde el punto de vista económico es un organismo de trabajo compartido y
colectivo, políticamente es en el donde dormitaban las formas del orden social
básico. También se puede considerar una institución religiosa por los íntimos
lazos que tiene con la naturaleza en general y, por último, social porque
regulaba todo el proceso de socialización.
Bibliografía:
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Marchena,
J., La larga lucha de los pueblos andinos por la tierra y la autonomía
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de córdoba, 2013.
Murra,
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Murra,
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Vitry,
C., Los inkas y el paisaje.
Organización geopolítica y religiosa del territorio prehispánico, Argentina: Actas del Tercer Encuentro
Internacional Alexander Von Humboldt, 2001.
Excelente información e historia sobre el territorio Inca.
ResponderEliminarHace un tiempo fuimos a un tour por el camino inca y fue espectacular.
Sin duda algo inolvidable.
Muchas gracias Cintia, me alegro que te haya gustado y resultado de utilidad. Espero poder hacer ese Tour algún día también.
ResponderEliminarGracias de nuevo por su comentario.
Un saludo
que es esto no serve
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